El yo es una construcción que vamos haciendo -más activa o pasivamente- a lo largo de nuestra vida, no es algo que venga ya determinado, más allá del marco que nos impone nuestra biología y el entorno cultural en el que nos hemos desarrollado, que también es decisivo, sobre todo durante los titubeantes inicios. Dicho esto, ¿qué puede haber más parecido a ser uno mismo que construirte a través de lecturas, vivencias, etc., siempre de un modo reflexivo, y, por tanto, crítico? Una vez te has (auto)construido, de lo que se trataría es de actuar de la forma más coherente posible con lo que piensas.
Todos tenemos, sin embargo, contradicciones, no ya sólo en la "praxis", sino también en nuestra concepción, más o menos teórica, del mundo. Y, lamentablemente, esas contradicciones, más o menos despreciables según el caso, también forman parte de nosotros mismos, por mucho que puedan ser erradicadas si se localizan -cosa más complicada de lo que parece- y se abordan satisfactoriamente -cosa que solemos hacer ver que es más complicada de lo que realmente es, con la finalidad de ahorrarnos un trabajo de autocrítica que suele ser muy doloroso para el ególatra que llevamos dentro.
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