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24-nov-2006
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Ya sabeis que muchas veces he defendido el psicoanálisis frente a la moda cognitiva actual que lo considera una antigualla del pasado.
Pues resulta que este artículo parece que me da la razón :P Las nuevas investigaciones en neurociencias apoyan al psicoanálisis.
Psicoanálisis y Neurociencias Hugo Bleichmar
Contrariamente a lo que cierta literatura de orientación biologista intenta hacer creer, los hallazgos recientes de la neurociencia lejos de entrar en contradicción con las principales tesis psicoanalíticas ofrecen, en cambio, un sólido apoyo a las mismas. Los descubrimientos sobre el doble procesamiento cognitivo y emocional, uno inconsciente, automático, de respuesta inmediata, dependiente de los sistemas subcorticales (básicamente, de la amígdala cerebral y núcleos del llamado lóbulo límbico) y otro que es consciente, y pasa por la corteza cerebral, muestran que la tesis del inconsciente como radicalmente diferente de la conciencia ya no es sólamente defendida por los psicoanalistas. Neurocientíficos de la talla de LeDoux, Damasio, Bechara, Cahill, Gazzaniga, entre otros, aportan pruebas de la importancia de los procesos inconscientes.
Se ha abierto un diálogo entre psicoanalistas y neurocientíficos en que los participantes, sin abandonar sus respectivos dominios de pertinencia, tratan de ver cómo el trabajo colaborativo permite entender mejor la complejidad del funcionamiento mental, en especial, el entrelazamiento entre, por un lado, el nivel simbólico de la mente humana, marcada por los discursos, por el lenguaje, por las identificaciones, por las relaciones con los seres significativos, y, por el otro, los procesamientos cognitivos y emocionales influenciados por las estructuras neurohormonales.
Conceptos como el de plasticidad sináptica, en que la base anatómica es influenciada por la experiencia (Kathryn, 1997), señalan a las claras que la disposición innata es sólo un componente, como ya anticipara Freud con su idea de las "series complementarias". De igual manera, en la dirección complementaria, los hallazgos recientes sobre la neurobiología del apego muestran la importancia de ciertas hormonas (ocitocina y vasopresina) en la fijación a la figura del apego (Insel, 1997).
Doble circuito de evaluación y procesamiento emocional
Existe un doble circuito del procesamiento emocional: por un lado, un circuito que pasa por la corteza, que involucra al hipocampo, y que determina el recuerdo consciente de una experiencia atemorizante; y, por el otro, un circuito que pasa por la amígdala cerebral y que es capaz de producir las reacciones emocionales de miedo sin conciencia ni recuerdo consciente. Animales con toda la corteza cerebral destruida reaccionan a estímulos amenazantes con los indicadores conductuales y neurovegetativos de la situación de ataque siempre que la amígdala cerebral esté intacta y no cuando ésta se destruye posteriormente. Igualmente, seres humanos con lesiones corticales reaccionan a estímulos amenazante , reacción de alarma que tiene lugar sin ninguna conciencia de que el estímulo sea amenazante ni recuerdo de que la situación entrañe peligro, reacción que no se produce en caso de lesión de la amígdala cerebral.
El número de estudios suficientemente controlados es tan grande que actualmente no caben dudas que el procesamiento emocional (evaluación y reacción corporal y conductual) transcurre por dos circuitos separados, aunque se relacionen, lo que otorga respuesta empírica a la pregunta que Freud se planteara en Lo Inconsciente (1915) sobre la existencia de una doble inscripción: una inconsciente y la otra consciente. Sabemos ahora que esa doble inscripción existel.
Particularmente demostrativo es el trabajo de Bechara, Damasio y col. (Science, Agosto 25 1995, p. 1115) con tres pacientes que tenían la siguiente particularidad: paciente A, ambas amígdalas cerebrales intactas y ambos hipocampos destruidos; paciente B, amígdalas destruidas e hipocampos intactos; paciente C, ambas amígdalas e hipocampos destruidos.
A los tres pacientes se les apareó un estímulo incondicionado (intensa sirena de barco), productor de reacción de alarma, con la visión de una diapositiva de color azul, de modo que después, al mostrar la diapositiva azul, se pudiera ver si reaccionaban con alarma o no ante la diapositiva. Los sujetos controles, con amígdalas e hipocampos intactos, quedaron condicionados a la presentación de la diapositiva azul y recordaban la relación temporal entre ambos estímulos.
Lo interesante es que el paciente A, con las amígdalas intactas e hipocampos destruidos, reaccionaba con alarma ante la diapositiva azul, sin saber porqué, no recordando la asociación temporal entre la sirena de barco y la diapositiva.
El paciente B, con amígdalas destruidas e hipocampos intactos, no reaccionaba ante la diapositiva azul pero era capaz de recordar la relación temporal que existió entre el sonido atemorizante de la sirena de barco y la diapositiva azul que le siguió.
El paciente C, hipocampos y amígdalas destruidas, no reaccionaba con alarma ni recordaba qué relación había existido entre el estímulo incondicionado de la sirena y la presentación de la diapositiva azul.
Interés para el psicoanálisis y la psicoterapia
Si hay un doble circuito emocional, si ciertas experiencias se inscriben directamente en el inconsciente sin pasar por la conciencia, resulta que en estos casos no es factible recuperar el recuerdo (llenar las lagunas mnésicas) dado que nunca estuvo en la conciencia . Además, la inscripción en la conciencia no es capaz de deshacer totalmente lo que está inscrito en el inconsciente, aunque sí es capaz de modularlo (conocimiento actual de que la corteza prefrontal modula la reacción emocional que tiene lugar en la amígdala). Se requiere, por tanto, de una doble forma de intervención: ampliación de la conciencia y acción sobre el inconsciente. De modo que aquello que se ha denominado cambio por la interpretación y cambio por la relación no se contraponen sino que se complementan
Por otra parte, en la actualidad se sabe que el estrés es capaz de lesionar el hipocampo (ver, por ej. Magariño y col., Proc. Natl. Acad. Sci, 94: 14002-8, 1997), que es un lugar importarte para la memoria, con el resultado que mientras las experiencias traumáticas aumentan la actividad de la amígdala y por tanto, el registro de lo emocionalmente significativo, el recuerdo de las mismas queda disminuido. Consecuencia: disociación entre el recuerdo, memoria declarativa, de las experiencias traumáticas (hay amnesia), por un lado, y sus efectos en el inconsciente que persisten indelebles, por el otro. Nuevamente, no se trata de recuperar un recuerdo sino de simbolizarlo, de darle una inscripción consciente a través de una narrativa, al mismo tiempo que se deben inscribir en el inconsciente nuevas experiencias de sentido contrario. O sea: por un lado, poner en palabras, inscribir en la conciencia; por el otro, experiencia emocional correctiva aunque no sólo con el analista (no todo se puede experienciar en la terapia) sino en la vida en general, ayudando al paciente a seleccionar aquellas experiencias que modifiquen su insconsciente en la dirección deseada, una vez conocido como reacciona automáticamente su inconsciente. Es decir, insight consciente que lleva a la búsqueda de ciertas acciones sobre el inconsciente.
http://www.aperturas.org/neurociencias.html
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Joe, parece que en el cerebro tb es de izquierdas...
Diferencias de localización hemisférica entre estímulos displacenteros conscientes e inconscientes, y entre estímulos placenteros y displacenteros
Morris, J.S., Öhman, A. y Dolan, R.J. Conscious and unconscious emotional learning in the human amygdala. Nature, 393, 467-470 (4 Junio 199 .
Los estudios en animales y en pacientes con daño cerebral muestran el rol crucial de la amígdala cerebral (pequeña zona en forma de almendra localizada en la profundidad del lóbulo temporal de ambos hemisferios) para el aprendizaje emocional, especialmente para el miedo (Ledoux; Bechara; LaBar; Adolphs).
Este trabajo de Morris y col. es el primero que muestra en personas normales cómo la amígdala cerebral interviene en el condicionamiento emocional a estímulos de miedo pero, sobre todo, cómo la amígdala del cerebro derecho es la activada cuando el condicionamiento al miedo es inconsciente, mientras que la del izquierdo lo hace cuando el condicionamiento es conocido por la conciencia. En este proyecto, en el que participaron investigadores del University College Hospitals School of Medicine (Londres), Wellcome Department of Cognitive Neurology (Londres) y del Karolinska Hospital (Estocolmo), se mostró que:
a) Cuando se establece una condicionamiento entre un estímulo atemorizante (sonido brusco de gran intensidad), por un lado, y una cara enojada que se muestra con una duración inferior a la percepción consciente, es decir estímulo inconsciente, luego, al mostrar sólo la cara (estímulo condicionado inconsciente) sin el ruido (estímulo incondicionado), la amígdala que se activa es la derecha.
b) Cuando el condicionamiento se produce entre ese mismo ruido (estímulo incondicionado) y la cara que se muestra con suficiente duración para que la capte la conciencia, la amígdala que se activa es la izquierda.
Estos y otra serie de experimentos permiten concluir a los autores "La ausencia de actividad en la amígdala derecha en la situación de condicionamiento no oculto (consciente), cuando el sujeto puede relatar acerca de la presencia del estímulo condicionado (la cara es vista conscientemente) indica que la percatación consciente, tales como la participación de los sistemas del lenguaje, pueden inhibir esta respuesta nerviosa (se refieren a la de la amígdala derecha)" . "Esta propuesta es coherente con los datos que muestran que los pacientes con 'cerebro dividido' (se refieren a los que tienen cortadas las conexiones entre ambos hemisferios) tienen una respuesta neurovegetativa mayor cuando el estímulo visual es mostrado enmascarado (inconsciente) al cerebro derecho que cuando es presentado al descubierto (consciente) y capaz de ser relatado verbalmente" (lo que está entre paréntesis son agregados).
También señalan, citando los trabajos de Kringer y col., que si se muestran inconscientemente (con duración de presentación por debajo del umbral de conciencia) palabras con marcada carga afectiva, estas palabras producen efectos psicofisiológicos mayores que si se las muestra como estímulos que el sujeto capta conscientemente. Los autores señalan que el procesamiento consciente atenúa las respuestas emocionales de la amígdala.
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Comentario: la conclusión más importante de este trabajo para el psiconálisis y la psicoterapia consistiría en que los condicionamientos traumáticos inconscientes tienen una distinta localización que los que son registrados conscientemente y, sobre todo, que activan más neurovegetativamente al sujeto, lo que podría tener implicancias para las enfermedades psicosomáticas. Además, el poder hacer consciente, el poder relatar (poner en palabras) un condicionamiento emocional inconsciente atemorizante produce efectos inhibitorios en la amígdala derecha, que pertenece, precisamente, al hemisferio que los estudios neurofisiológicos han mostrado que se activa más ante los estímulos displacenteros. En efecto, los estudios de Sutton y Davidson, como veremos a continuación muestran que el lóbulo prefrontal izquierdo está relacionado con los estados placenteros y el lóbulo prefrontal derecho con los displacenteros.
1) Sutton, S.K., Davidson, R.J. & Rogers, G.M. (1996) Resting anterior EEG asymmetry predicts affect relating information processing. Psychophysiology (September, 1996).
Se estudiaron 82 estudiantes de ambos sexos en relación a la asimetría que presentaron en la actividad eléctrica, registrada mediante una electroencefalografía sofisticada, entre el cerebro izquierdo y el derecho. Una vez que se clasificó a los sujetos de la experiencia en base al predominio de uno u otro hemisferio, se les mostraron al azar pares de palabras con valencia afectiva positiva, negativa o neutra. El resultado fue que aquellos que tenían una mayor actividad de la región cerebral anterior IZQUIERDA tendían a elegir más palabras positivas, mientras que aquellos con predominio en el electroencefalograma del hemisferio DERECHO tendían a seleccionar más palabras negativas.
2) Sutton, S.K., Ward, R.T., Larson, C.L, Holden, J.E., Perlman, S.B y Davidson, R.J.Psychophysiology (September, 1997). Asymmetry in frontal glucose metabolism during appetitive and aversive emotional states: an FDG-PET study.
En este trabajo se trató de lograr una mayor precisión en la localización dentro de cada hemisferio de las áreas que se activan con estímulos placenteros y displacenteros, intentando progresar sobre el trabajo anterior en que sólo se localizaba la parte anterior del cerebro sin especificar zona.
Se utilizó el PET (tomografía de emisión de positrones) para la localización anatómica del área activada y 18-fluorodeoxyglucosa (FDG) como marcador de actividad cerebral.
A 8 sujetos se les presentaron imágenes atemorizantes (cuerpos mutilados, serpientes, etc.) e imágenes placenteras (comida deliciosa, animalitos domésticos, etc).
El análisis estadístico mostró que los estímulos displacenteros producían más actividad en la corteza prefrontal DERECHA, y que los estímulos placenteros mostraban más actividad en la corteza prefrontal IZQUIERDA.
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Racionalización y neurociencia
Fried, I. Wilson, Ch.L., MacDonald, K.A., Behnke, E.J. (199 Nature, 391, 650 (No. del 12 febrero)
Fried y col. (199, en un paciente despierto capaz de realizar tareas que le iban siendo indicadas (nombrar objetos que se le mostraban, leer un texto, contar, realizar movimientos voluntariamente dirigidos del antebrazo, dedos y del pie) comprobaron que si se estimulaba eléctricamente una zona bien localizada de la circunvolución frontal superior izquierda, de 2 cm2 el paciente comenzaba a reir y a tener un estado de ánimo alegre. La intensidad de la risa y el humor alegre se incrementaba a medida que aumentaba la intensidad eléctrica de la estimulación.
Lo notable es que el paciente, sin saber nada acerca de la causa de su risa y estado emocional transitorio de alegría, cada vez que el experimento se repetía en el curso de una misma y única sesión, daba una explicación diferente, por ejemplo miraba un cuadro de la habitación con la figura de un caballo y decía "el caballo es divertido", o se dirigía a alguno de los presentes y les decía "Uds. son unos tipos divertidos".
El experimento de implantar electrodos cerebrales se realizó con la finalidad de localizar el foco de una epilepsia que había resultado intratable con todos los recursos médicos disponibles, foco que se ubicó en una zona completamente diferente de la que provocaba el acceso de risa y estado de ánimo alegre. Además, durante los accesos epilépticos el paciente no mostraba risa ni el estado alegre correspondiente, con lo cual los investigadores pudieron concluir que eran entidades separadas, localizadas en distintas zonas cerebrales.
Este trabajo aporta una evidencia adicional a las investigaciones que muestran la organización modular del cerebro -zonas determinadas para ciertas funciones- no sólo en cuanto a las funciones clásicas (motilidad, sensiblidad, lenguaje) sino a las de orden superior y que participan en los intercambios afectivos humanos, en este caso el de la risa.
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La tendencia a dar explicaciones racionalizadoras sobre condiciones que se desconocen y a hacer elaboraciones secundarias sobre material fragmentario (planteadas ya por Freud en "La interpretación de los sueños") se demuestra, también en el siguiente trabajo de Gazzaniga (Gazzaniga, M.S (1995) Consciousness and the cerebral hemisphere. Boston: Massachusetts Institute of Technology):
En pacientes cuyos hemisferios estaban separados (split-brain), por sección quirúrgica del cuerpo calloso realizada para tratar epilepsias que no respondían a la medicación, Gazzaniga realizó los siguientes experimentos:
1) Al hemisferio izquierdo se le muestra, como flash captable a nivel consciente, una imagen de una pata de pollo, y al hemisferio derecho una escena de nieve 1.
En un segundo tiempo, se le muestra al hemisferio izquierdo una serie de dibujos y se le pide que seleccione con la mano que corresponde a ese hemisferio aquella figura que tenga que ver con la imagen que se le mostró antes (la pata de pollo). Elige la lámina de la figura del pollo.
Con el cerebro derecho (se le había mostrado nieve) se hace el mismo procedimiento, y con la mano que corresponde a ese hemisferio elige una pala, que en Estados Unidos es habitual tener en el coche en las casas para la nieve.
En ese momento en que el sujeto tiene ante sí una lámina de un pollo y otra de una pala, se le pregunta por qué eligió esas dos láminas, y responde "La pala es para recoger la caca del pollo"
1er. tiempo Cerebro izquierdo: ve pata de pollo Cerebro derecho: ve escena de nieve
2do tiempo Cerebro izquierdo: elige, con la mano comandada por el cerebro izquierdo la lámina del pollo Cerebro derecho: elige, con la mano comandada por el cerebro derecho, la lámina con la pala
3er tiempo (racionalización y creación artificial de coherencia) Al sujeto que tiene ante sí dos láminas, la del pollo y la de la pala, se le pregunta porqué las eligió
Contesta: "La pala es para recoger la caca del pollo"
2) Al hemisferio derecho se le muestra un film cómico mudo, que sólo ve el hemisferio derecho pues cae por un procedimiento técnico en la zona de campo visual que sólo este hemisferio puede ver. La persona comienza a reir. Luego, se le pregunta, mediante una leyenda que sólo puede ver el hemisferio izquierdo, porqué se está riendo, y la persona contesta "Porque Uds. son unos tipos muy divertidos, tomándome tests".
3) Se le muestra al cerebro derecho una leyenda que dice "Camina". Cuando la persona camina se le pregunta al hemisferio izquierdo, mediante un escrito que no puede ver el hemisferio derecho, porqué ha caminado y responde "porque voy a buscar una coca-cola".
Estas y otra serie de experimentos han hecho que Gazzaniga considere que el cerebro izquierdo es lo que él denomina "el interpretador", el que crea relatos que dan coherencia a datos cuyo origen desconoce.
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Nota 1 : El dispositivo óptico mediante el cual se le muestra a uno u otro hemisferio hace que la imagen sea sólo vista en el campo visual que va a uno o a otro hemisferio. Ninguno de los dos hemisferios sabe nada de lo que se le mostró al otro, a punto tal que si le muestra una imagen a un hemisferio y luego se le interroga al otro hemisferio por escrito, de modo que el hemisferio que vio la imagen no lea la pregunta, el sujeto interrogado en el hemisferio que no vio la imagen sostiene que no hubo nada para ver.
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25-nov-2006
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Articulación entre neurociencia y psicoanálisis. A propósito de dos artículos
1.-Emotional Processing; The mind-body connection.
Pally, R. (199 International Journal of Psycho-Analysis, 79 (2), 349-362
2.-Biology and the Future of Psychoanalysis: A New Intellectual Framework for Psychiatry Revisited.
Kandel, E..R. (1999) American Journal of Psychiatry, 156 (4), 505-524
En el diálogo/confrontación entre el psicoanalisis y la neurociencia, las posiciones se ubican a lo largo de un espectro amplio que va desde los que consideran que el psicoanálisis es una disciplina "autocontenida", es decir delimitada en torno a un objeto de estudio y a una metodología de investigación que no requiere ni aportes ni validación desde el exterior, hasta aquellos que piensan que los descubrimientos sobre la biología del cerebro dejarían obsoleto al psicoanalisis como una disciplina no científica. Frente a estas polarizaciones extremas, resultan interesantes los trabajos que intentan elaborar un marco conceptual en el cual se puedan estudiar las articulaciones, las formas de interacción entre los sistemas de significación del psiquismo y los circuitos neurofisiológicos. En vez de plantearse la oposición, las preguntas que orientan esta línea de pensamiento son del tipo ¿cómo lo psíquico, lo representacional, las inscripciones que resultan de los intercambios intersubjetivos provocan modificaciones en los circuitos neurofisiológicos, y cómo la estructura y funcionamiento de éstos, junto a los niveles hormonales, repercuten sobre el mundo representacional? Preguntas que no pueden ser contestadas en general, sino que requieren de un trabajo sobre las formas específicas de articulación, en que cuestiones como la pulsión, la sexualidad, las modalidades de existencia de lo inconsciente, la represión y la escisión, los tipos de angustia –para mencionar unas pocas-, sean abordadas.
Preguntas sobre la articulación que no borran la separación entre dominios del saber -el del psicoanalisis y el de la neurociencia-, que no reducen el uno al otro y que permiten seguir progresando en las cuestiones que le son absolutamente propias.
Hemos elegido para comentar dos artículos que se enrolan dentro de esta última orientación: el de Regina Pally y el de Eric Kandel.
El trabajo de Regina Pally nos parece uno de los más interesantes aparecidos en los últimos tiempos en el campo de investigación que trata de establecer vínculos entre los últimos y sorprendentes avances en neurociencias con los conocimientos clásicos y más recientes del mundo psicoanalítico. La autora parte de considerar que la función de la emoción es coordinar el cuerpo y la mente organizando la percepción, el pensamiento, la memoria, la fisiología y el comportamiento, pero no sólo ayuda a conectar la mente y el cuerpo en un individuo, sino que, además, y éste es uno de los ejes que marcan el artículo, la emoción es fundamental para conectar las mentes y los cuerpos entre individuos. Así, gracias al conjunto de emociones que el bebé experimenta por la angustia de separación se activan respuestas consoladoras por parte de su cuidador.
El segundo gran eje teórico que trata de desarrollar el artículo es el de establecer el puente de unión entre la neurociencia de la emoción y el psicoanalisis a partir de un punto en común que puede parecer sorprendente en una primera aproximación al tema: ambos se centran en mecanismos inconscientes. Para la neurociencia la mayor parte de la emoción se procesa lejos del conocimiento consciente del sujeto y se podría aplicar aquí la conocida metáfora psicoanalítica de la punta del iceberg. Con todo, se trataría en este caso de un inconsciente biológico gobernado por los circuitos neurales y la neurofisiología en general. La autora señala los hallazgos fisiológicos, conductuales y tecnológicos (el PET, la resonancia magnética, etc.) como demostración de la existencia de circuitos cerebrales inconscientes.
Tras un somero repaso histórico de los primeros autores que intuyeron la existencia de esta corriente inconsciente, pasa a presentar un esquema general del procesamiento emocional. Basándose en los trabajos de LeDoux (1994, 1995, 1996), Damasio (1994, 1995) y Joseph (1996), afirma que la emoción puede considerarse como una constelación en la que intervienen:
(a) la valoración del estímulo en cuanto a su relevancia para el organismo, esto es, en cuanto a su significación integral para el organismo. Esta función de evaluación se realiza desde diversos centros cerebrales, unos dependientes de los sistemas subcorticales, especialmente la amígdala, y otros dependientes de la corteza cerebral. Parece que la amígdala elabora tipos de valoración "programadas de forma innata" más simples, mientras que la corteza orbitofrontal reacciona a la información más compleja y elabora valoraciones que se construyen a partir de la experiencia personal a lo largo de la vida. Ambas estructuras están estrechamente interconectadas tanto con las áreas corticales sensorial y motora, como con la región límbica subcortical, el mesencéfalo y el tronco cerebral.
(b) los cambios corporales y cerebrales resultan de esa valoración ya que, tras la misma, esos centros envían mensajes al tronco cerebral y al hipotálamo que, a su vez, son los responsables de los cambios cerebrales y corporales de la emoción: la producción endocrina regulada por el hipotálamo a través del fundamental "eje hipotalámico-hipofiso-adreno-cortical"; las respuestas del sistema nervioso neurovegetativo (autónomo), regulado tanto por el hipotálamo como por el tronco cerebral, y que es el responsable de la acción sobre las vísceras internas mediante los sistemas nerviosos simpático y parasimpático operando en tándem; y las conductas motoras gracias al control de la musculatura esquelética mediante los pares craneales y la médula espinal que provocan las "conductas emocionales". Se nos ofrece en el artículo una buena ejemplificación de los diferentes niveles en los que se desarrolla el proceso emocional, ya que si en general existe un buen control cortical sobre el movimiento de la musculatura esquelética, éste es menor sobre las cuerdas vocales y resulta mínimo sobre la inervación autónoma de las vísceras.
(c) la retroacción sobre el cerebro de esos cambios cerebrales y corporales que, al ser reenviados al cerebro, se representan como parte de la experiencia, ocurriendo todo esto sin conocimiento consciente. Cuando estos cambios son procesados por las regiones cerebrales implicadas en el conocimiento consciente, contribuyen a lo que experimentamos de manera subjetiva como nuestras emociones conscientes.
Como modo de ejemplificar el funcionamiento de los circuitos cerebrales de la emoción y afianzar su tesis de que el cuerpo juega un papel activo en la vida mental, la autora elige como modelo las investigaciones que se han realizado sobre el miedo. Parte de considerar que el miedo es un logro evolutivo para facilitar la detección y la respuesta al peligro, y que esto es común a todos los animales. Recalca un aspecto que nos parece fundamental a la hora de pensar en el trabajo psicoterapéutico y es que una vez establecido el condicionamiento al miedo, éste es relativamente permanente, no se elimina completamente, tan sólo se inhibe. Volveremos sobre este punto más adelante cuando hablemos de los trastornos de ansiedad.
En primer lugar considera el papel de la amígdala, que resulta esencial tanto en la recepción de los estímulos (inputs), como en la emisión de respuestas (outputs). La información llega por dos vías diferentes, una primera, más rápida, es subcortical; la segunda pasa por la corteza, es más lenta y responde a estímulos más complejos. El conocimiento consciente no es necesario para crear el miedo condicionado, esto es, la emoción puede desencadenarse por situaciones de las que la persona no tiene conciencia. Se sabe que la corteza no es necesaria para crear un miedo condicionado, pero que juega un papel regulador en el proceso, puede o no inhibir la respuesta subcortical y mejorar la discriminación sensorial. La conclusión de esto, también trascendente para la comprensión de determinados fenómenos observables en la psicoterapia, es que las respuestas de miedo tempranas, y probablemente de otras muchas emociones, quizás nunca desaparezcan del todo, aunque la conciencia puede contribuir a disminuir dichas respuestas. A esto contribuye que existen más conexiones de la amígdala a la corteza que a la inversa, por lo que es más fuerte la tendencia automática al miedo que nuestra capacidad para inhibirla de forma voluntaria.
El segundo gran elemento considerado en el circuito cerebral del miedo es el hipocampo, el cual juega un papel decisivo, ya que su participación en la memoria permite informar sobre la localización contextual, esto es, permite evitar el peligro antes de que ocurra, al relacionarse situaciones diferentes. Asimismo, puede activar el miedo en situaciones que fueron, pero que ya no son peligrosas. Finalmente, su daño en situaciones de gran estrés, puede llegar a deteriorar el recuerdo consciente de situaciones traumáticas. Esto implica que, a la vez que se "reprime" el recuerdo consciente de una experiencia traumática, se puede reforzar el recuerdo emocional inconsciente de dicha experiencia a través del circuito de la amígdala cerebral. Fenómeno que, explicado desde la teoría psicoanalítica, nos resulta muy familiar.
Se pone de manifiesto por lo tanto la existencia de un doble circuito del procesamiento emocional: por un lado, un circuito que pasa por la corteza, que involucra al hipocampo y por el otro, un circuito que pasa por la amígdala cerebral y que es capaz de producir las reacciones emocionales de miedo sin conciencia ni recuerdo consciente.
Posteriormente, y tomando en cuenta la cercanía que existe entre las expresiones de miedo y ansiedad, así como la comprobación de que las mismas regiones cerebrales intervienen en ambos fenómenos, la autora sigue haciendo hincapié en el importante tema del doble circuito cerebral, dado que si el condicionamiento puede tener lugar inconscientemente mediante los circuitos de la amígdala, la persona puede no ser consciente de cuál es el estímulo desencadenante actual. Además, durante el estrés puede dañarse el hipocampo a la vez que se facilita la actividad de la amígdala, lo que puede hacer que el aprendizaje se realice sin especificidad contextual, lo que lleva a que el individuo no tenga conciencia de la situación traumática originaria. Todo lo referido le sirve para concluir que el procesamiento emocional no resulta necesariamente adaptativo, debido a que los miedos, una vez establecidos, son casi imposibles de eliminar.
La parte final del artículo va a estar dedicado a la aplicación de todo lo descrito a fenómenos concretos, especialmente los trastornos psicosomáticos y, muy particularmente, el fenómeno del apego y la comunicación no verbal. Con respecto a los trastornos psicosomáticos, apartado que no siempre ha sido tratado de un modo riguroso desde el campo psicoanalítico, la conclusión parece clara, ya que la conexión referida entre la emoción y las respuestas corporales hormonales, viscerales y motoras, conduce a cambios físicos reales que pueden contribuir a producir trastornos psicosomáticos. Como nos dice Regina Pally, "los médicos ya no pueden decirle a sus pacientes "todo está en su cabeza", dado que cualquier cosa que esté "en la cabeza" también está en algún sentido "en todo el cuerpo". Ejemplos como que niveles crónicamente elevados de la activación autónoma (neurovegetativa) pueden causar síntomas físicos crónicos de ansiedad, o que niveles de cortisol elevados de forma crónica pueden deteriorar el sistema inmunológico o contribuir a la formación de úlceras, resultan suficientemente explicativos.
Los últimos apartados dedicados a la relación de la neurociencia con el apego y la comunicación no verbal son desde nuestro punto de vista, y a la vez, los más intensos y especulativos del artículo, ya que en ellos la autora quiere desarrollar la que nos parece es su idea angular: "el apego y la comunicación no verbal son ejemplos de cómo los individuos se regulan entre sí tanto en la biología como su psicología". La neurociencia aporta el descubrimiento de que el apego es también un fenómeno biológico, que implica un delicado lazo de retroacción en el cual la madre y el bebé se regulan psicobiológicamente de forma recíproca. Esto parece aplicable incluso en las diadas adulto-adulto. Se cree que los mecanismos biológicos de apego identificados en los animales son también aplicables al apego en los humanos. Tanto las respuestas de separación, como las de reunión, están mediatizadas por diferentes neurorreceptores, los benzodiacepínicos en las primeras y los opiáceos/endorfínicos en las segundas, todos ellos en la amígdala. Así, las endorfinas, por ejemplo, se liberan durante las conductas de reunión y sirven para reforzar el apego/reunión, en el sentido de hacernos adictos a las figuras de apego.
Con respecto a la comunicación no verbal se enfatiza de nuevo la neurorregulación entre individuos afirmando la influencia inconsciente que tiene sobre la biología, la emoción y la conversación verbal de un otro. Las comunicaciones no verbales pueden llevar información sobre los estados bioemocionales entre individuos, regulando así el funcionamiento biológico de ambas personas en una cadena que va desde la expresión facial (el músculo estriado), pasando por la modulación autónoma (del sistema neurovegetativo) de las funciones corporales (músculo visceral), hasta los sentimientos subjetivos asociados con la emoción. En experimentos realizados se ha podido comprobar que hay un alto porcentaje de sujetos que si son instruidos para contraer determinados grupos musculares asociados con una determinada emoción acaban sintiéndola realmente y mostrando los cambios autonómicos asociados con ella. La comunicación no verbal resulta fundamental para todas las formas de interacción social, son pistas que se utilizan para dirigir las relaciones sociales y activan respuestas en los otros (utilización de los otros como "autoreguladores"). Finalmente, señala cómo la comunicación no verbal estructura inconscientemente todas las formas de intercambio verbal.
La conclusión, en la que Regina Pally escoge como referente la obra de Damasio, pretende tener un alto contenido en cuanto a sus aplicaciones a la terapia psicoanalítica. Parte de considerar que la toma racional de decisiones no lo es tanto, que la corteza controla y modula una buena parte de la conducta del sujeto, pero que la memoria emocional, representada como cambios corporales, influye en las elecciones más allá de la conciencia. La neurociencia enfatiza que la emoción y su expresión están implicadas en todas las tareas humanas importantes, también las consideradas racionales. Por todo ello se debe concluir que, en el campo de la terapia psicoanalítica, el intercambio emocional no verbal puede ser al menos tan importante como lo es el intercambio verbal. Analista y paciente pueden influirse recíprocamente mediante pistas no verbales de emoción procesadas inconscientemente. Estas pistas son datos vitales del analista, así como del paciente. Cómo se siente el analista, tanto en lo referente al "cuerpo" como a la "mente" puede ser tan importante como indicador de lo que está pasando con el paciente como cualquier cosa que el analista esté pensando. Cómo se comunica, incluso como se comporta, puede ser tan importante como lo que dice.
Este artículo de Regina Pally puede ser considerado como uno de los más interesantes aparecidos en los últimos tiempos dentro del campo de investigación que trata de establecer vínculos entre los últimos y sorprendentes avances en neurociencias con los conocimientos clásicos y más recientes del mundo psicoanalítico.
Eric Kandel, neurobiólogo conocido por sus investigaciones en neurociencia y por el importante manual "Essentials of Neural Science and Behavior" (1995), en un artículo de abril de 1999, se ubica entre los que entienden que psicoanalisis y biología poseen importantes puntos de encuentro. Contrariamente a los que apuestan por el reemplazo del psicoanalisis por la biología, opina que el declive de la influencia del psicoanalisis "es lamentable, dado que el psicoanalisis todavía representa el más coherente e intelectualmente satisfactorio punto de vista sobre la mente. Si el psicoanalisis va a reconquistar su influencia y poder intelectual, requiere más que el estímulo que deriva de responder a sus críticos hostiles. Necesitará implicarse constructivamente [se refiere a la relación con la neurociencia] por parte de aquellos que se preocupan por él [el psicoanalisis] y que también se preocupan por una teoría realística y sofisticada de la motivación humana. Mi propósito en este artículo es sugerir un camino por el cual el psicoanálisis se pueda revitalizar a sí mismo y es mediante el desarrollo de una relación estrecha con la biología en general y con la neurociencia en particular" (pág. 505).
Para Kandel resulta prioritario establecer los puntos de intersección entre el psicoanálisis y la biología, así como presentar a aquél como un elemento necesario y enriquecedor no sólo para una mejor comprensión del funcionamiento psíquico sino para el propio avance de la investigación en neurociencias. Propone que si lo que se pretende es que el psicoanálisis continúe siendo un campo en desarrollo, contribuyendo de modo activo a la emergente ciencia de la mente, debería favorecerse el avance en el estudio de una fundamentación biológica significativa del psicoanálisis, incluyendo el estudio de las formas en que la biología puede reivindicar la exploración psicoanalítica de la mente. Si bien, según el autor, aún estamos lejos de una comprensión biológica satisfactoria de los procesas mentales complejos, apunta a que la memoria y el deseo se perfilan como los principales protagonistas de la investigación de los biólogos en el próximo siglo, y hace hincapié en que las respuestas que encuentren sólo podrán ser ricas y significativas si se forjan a partir de un esfuerzo sinérgico entre la biología y el psicoanálisis. El desarrollo de su trabajo parte de considerar que la biología puede realizar profundas contribuciones a la comprensión de los diversos procesos mentales inconscientes, al concepto de determinismo psíquico, al papel de los procesos mentales inconscientes en la psicopatología o a la comprensión del efecto terapéutico del psicoanálisis.
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26-nov-2006
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Gracias por toda la parrafada isaver, hacia tiempo que no leia cosas en el foro y por curiosidad me puse a leer esto, me has dejado alucinada. Absolutamente interesante.
Saludos.
CremerIgne2
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27-nov-2006
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Isaver,siempre es interesante que transcribas en palabras
cosas que la mayoria hemos experimentado,
pues asi nos ayudas a comprender.
Una vez mas,Gracias.
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27-nov-2006
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Como se suele decir el psicoanálisis como entretenimiento esta bien para ayudar al paciente sirve para bien poco, para leer es interesante.
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27-nov-2006
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Gracias por vuestras respuestas y por haber leído la parrafada... Me alegra mucho que te sirva Lariem, es una de las cosas que más satisfacción me dan para seguir buscando cosas..
Rubifen, una cosa es saber la base de una terapía y otra cosa hacerla. Cómo es muy distinto siempre el conocimiento de la praxis . Pero aún así, creo que si sirve sacar conclusiones que yo ya creo científicas (pq están basados en datos biológicos) de estos artículos. Ahora tiene esa base biológica (en la amigdala) el procesamiento emocional inconsciente y por tanto tiene base científica aquello de que se puede revivir una emoción con un estimulo externo que no tiene nada que ver con lo que lo produjo en un primer momento ...(si el hipotalamo no recuerda el contexto en que se produjo en un primer momento la emoción). Y tb se explica la interpretación incorrecta, cuando el lóbulo izdo interpretaba algo a ciegas, a partir de lo que se ve sintiendo u haciendo, cuando es producto de la percepción sólo del hemisferio derecho.
Tb es necesario que los terapeutas se den cuenta que no sólo es importante la simbolización y la interpretación sino también el clima emocional que crean en la terapia. No sé vosotros pero yo me he encontrado con terapeutas que no han aceptado que no hablara y me echara a llorar, por ejemplo. Tirándome de la sesión sin ninguna explicación, porque para ellos si no hablas estas perdiendo el tiempo. Cosas así, que no creo que sirvan para cambiar la emoción de sentirte desamparada o sola, vamos. Pues ahora sabiendo eso tendría argumentos para indicar al terapeuta que no me parece positiva su actuación.
Además tb sirve para cuando te enamoras, por ejemplo, y no conoces a la persona bien. Sabes que esa emoción nace de reminiscencias que te han surgido y que esa persona te las ha recordado. O por ejemplo si te cortas, pues es pq antes te sentiste culpable en una situación parecida y por no haberlo procesado ahora lo repites. Pues eso pasa con muchas emociones que han sido inconscientes, que luego se pegan a cualquier estimulo que vivas y que no ha tenido nada que ver con él y te equivocas y actúas como si fuera el estimulo previo inconsciente del cual surgió la emoción y no recuerdas.
O si haces un insight y ves que a ti te da miedo una cosa o vergüenza otra, y racionalmente no lo ves justificado, pues vas buscando situaciones que sean leves para conscientemente crear otros patrones de emoción e ir cambiándolos.
No sé las aplicaciones en psicoterapia de estos artículos son muchas. Para empezar ya no se tiene en pie eso de que primero es el pensamiento y luego la emoción. Los hallazgos neurofisiológicos lo niegan. Lo que si pasa es que el nivel cognitivo puede inhibir parcialmente una emoción dañina, y así funciona la psicología cognitiva...inhibiendo las cosas que salen. Pero para hacer una cura en profundidad y que salgan todas las emociones inconscientes en la transferencia, es necesario muchisimas sesiónes analítica. Eso es lo que pasa, que es lento. Pero lo de la transferencia tiene sentido, es mi opinión.
saludos
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03-dic-2006
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Estoy bastante de acuerdo con isaver, ademas esto refuerza mi teoría de que por lo menos a día de hoy es practicamente imposible curar la fs.
Esperémos que la cosa siga "pa lante".
Saludos.
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