Historias para despertar los sueños, la esperanza, o alguna otra cosa.
 

Hoy, regresando del baño al aula, a la hora del recreo, vì en una de las mesas del salòn un voluminoso libro, me acerque a èl y pesaba como un gato muerto. Leì el titulo y me gustò, espere a que todos regresaran del recreo para ver de quièn era, pero nadie lo recogiò.

Una vez llegada la salida espere a que todos se fueran y lo cogì, le dì una ojeada y se veìa prometedor, "mas te vale ser bueno hijo de mil putas, si quieres que te cargue todo el camino, porque pesas mas que los cojones de un dinosaurio" pensè en mis adentros.

Una vez en casa, comence a leerlo en orden desordenado hasta que llegue a una hoja con sorpresa, pues encontre un billete de 50 euros y una tarjeta que decìa: "Los libros siempre valen mas de lo que cuestan, asi como los discos y otros vehiculos artisticos. El unico oro que no brilla es el tiempo, pero tambien es el mas valioso, aprovechalo. Estò lo aprendì leyendo este libro. Forma parte de aquello que es "Lo mas inmortal que puede hacer un mortal"

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Carajo, ¡que bueno!.
¡Que buena frase, que buen gesto!. Tengo que hacer eso. Dejar plata y una nota en un libro. Por que el que recoge un libro abandonado, muy probablemente se lo merezca.
Dime, ¿esa historia es real?. Bueno, realmente de igual. ¡Gracias por compartir la historia!

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:bien::bien::bien::bien:

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Gracias por tan afortunado comentario, amigo!

No es real pero facilmente podrìa serlo, y eso es lo bonito de vivir.

Pasa que de vez en cuando me encuentro en la calle buenos libros y eso me da que pensar y que soñar.

El ultimo que me encontrè (Compre Jupiter-Isaac Asimov) estaba en un lugar estrategico y curioso, camino a mi centro de estudios, como si fuese un bebè abandonado esperando que un curioso samaritano lo recogiese.

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Gracias por tan afortunado comentario, amigo.

No es real pero facilmente podrìa serlo.

Pasa que de vez en cuando me encuentro libros tirados en la calle que resultan ser muy buenos, y que me dan que pensar o soñar.

El ultimo que encontre estaba en un lugar estrategico y extraño por donde yo siempre paso para ir a mi centro de estudios, como si fuese un bebe abandonado esperando que un curioso projimo lo recoja. Se titula "Compre Jupiter" de Isaac Asimov.

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Una caricia al corazòn o al ego que esta al costado y con el que a veces se confunde.

Esa chica le parecìa mas lejana que el horizonte, pero resulto ser mas cercana que el chino del barrio. Le sonreìa con una luz que iluminaba su figura, que era como una guitarra que emanaba melodìas sublimes.

La chica era radiante como el Sol pero, !gracias a a Dios!, no estaba tan lejos como el astro.

Era super accesible y tenìa una sonrisa de modelo que no sabe que lo es, y un rostro esculpido por mi imaginaciòn. !Diablos!, si que era un angel.

Habia una frase que le gustaba y que le recordaba porque se le desvanecian las esperanzas respecto a su posible romance con ella. La frase resaba: "Toda la vida es un baile y te pueden bailar, aunque no quieras lo veras en una cancha (campo de futbol) o en un bar" Pero habìa un problema, èl no sabia bailar, aunque quizas era solo una cuestiòn de dejarse llevar o como alguna vez leyo en una novela de Mario V.LL: "no hace falta saber pelear (y bailar añadiria yo), es solo una cuestiòn de estomago.."

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Lo que le inspiraba a aspirar dioxido de ego.

El ego o la baja autoestima lo usaba(n) a èl para seguir involuncionando microgradualmente el mundo, pero èl usaba al ego para sacarle el jugo a sus neuronas creativas grandes como unas naranjas, que estaban en el lado izquierdo, en la columna del corazòn, que en este caso, no iba a ningun lado.

Se inventaba historias para que le besen los pies tan sucios que tenìa, de ir hacìa ninguna parte, en donde encontraba monedas falsas pero sonrientes.


Todo lo que tocaba se convertia en indec-oro-so y aunque sabìa que el dia despues de mañana es hoy, siempre veìa esa misma pelicula.

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Gracias por la honestidad.

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A veces pasa

A veces pasa que los zapatos siguen otras huellas, siguen huellas visibles para parecer invisibles, para no tener que decidir hacìa donde ir, por temor a no tomar el camino correcto. Quizàs el camino correcto no existe, quizàs solo existan caminos abiertos (abiertos a sorpresas y malesa) y caminos por abrir.

Los zapatos del viento son los mas comodos, y se adaptan a cualquier superficie y adoptan riesgos que otros no quisieron mantener ni conocer.

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Este era un chico de aquellos que no tenian casillero en la escuela de la vida, a la que faltaba casi siempre por quedarse en casa, esperando a que saliera el Sol, que nunca salìa porque era pleno invierno, le temìa a la lluvia, temìa que le moje el corazòn y coger un resfriado.

No salia ni a la ezquina solo porque no sabìa que habìa mas allà, quizàs vivia en una isla apartada de la humanidad y ni se hubiese enterado. Lo unico que creìa importarle era tener conexiòn a esa dimensiòn del agujero negro del internet que se tragaba todas las vidas que encontrara a su paso y los vomitaba enfermos y palidos.

Sacaba a pasear a su perro y le obigaba a hacer caca por todas partes, haciendole comer mucho mas de la cuenta con la esperanza de encontrarse con una bella chica paseando tambien a su mascota.