CUENTICOS
LOS MONSTRUOS EN LA OSCURIDAD
Carlitos ya no tenía miedo por las noches, ni quería que sus padres le dejaran la luz del pasillo encendida cuando lo acostaban. Sabía que los monstruos no podían ver en la oscuridad: ahora le resultaba incluso cómico el oírlos en mitad de la noche, tropezándose con los muebles o con el marco de la puerta. FIN Posdata: Me gustaría que, como ha hecho el compañero Davidven, escribieraís en este espacio microhistorias, propias o prestadas. Porque ya sabeís lo que dice el refrán: "Lo breve si breve, dos veces breve" :?: |
Memorias de Juan Charrasqueado
-Yo no lo maté:él solito se le atravesó a la bala. Un cuentico corto :arrow: El angel de la guarda le susurra a Fabián, por detrás del hombro: -¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto que mueras en cuanto pronuncies la palabra zangolotino. -¿Zangolotino? - pregunta Fabián azorado. Y muere. |
CUENTICO
EL LIBRO
Ahí está otra vez el libro , en la tercera estantería, al alcance de mi mano. Sólo un mínimo esfuerzo: cogerlo, pagarlo en la caja, meterlo en una bolsa y ya está. Pero ese título tan comprometedor: “Vencer la timidez” y la cajera tan atractiva… Hoy me llevaré un libro sobre la segunda guerra mundial, pero mañana lo intentaré de nuevo. FIN Posdata: Os animo a tod@s a que no os rindaís. El libro que protagoniza este cuentico ahora duerme en mi casa, y aunque no resultó ser tan efectivo como rezaba su título, fue una ayuda. :wink: |
... Después de la caída y la derrota viene la reconstrucción. Por supuesto, ya nada será igual. Afortunadamente, nada será igual...
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LA CASA ENCANTADA
Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero
campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín. Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano con una larga barba blanca. En el momento que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño en tres noches sucesivas. Y siempre se despertaba en el instante en que iba a empezar su conversación con el anciano. Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a Litchfield, donde se realizaba una fiesta de fín de semana. De pronto tironeó la manga del conductor y le pidió que detuviera el automóvil. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño. -Espéreme un momento -suplicó al conductor-, y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole alocadamente. Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondió a su impaciente llamada. -Digame -dijo ella-, ¿Se vende esta casa? -Sí -respondió el hombre-, pero no le aconsejo que la compre. ¡Esta casa, hija mía, está frecuentada por un fantasma! -Un fantasma -repitió la muchacha-. Santo Dios, ¿Y quién es? -Usted -dijo el anciano y cerró suavemente la puerta. FIN Anónimo, recogido por Edmundo Valadés La primera vez que leí este relato senti un escalofrío recorrer mi espalda, porque creí que el fantasma era yo. |
LA ESCALERA DE LOS 1001 ESCALONES:
Los peldaños de aquella extraña escalera iban, poco a poco, agrandándose: el primero podía recorrerse en un solo paso, el segundo, en cien; el tercero, tenía el tamaño de una ciudad (y, en verdad, contenía una ciudad); el cuarto, tenía el tamaño de un continente... |
ROSA:
Terminada la metamorfosis, aún se veían en su tallo las uñas del león |
EL JARDÍN DE VERSOS:
Goethe lo calificó como «el más grandioso poeta de la historia»; se encaramaba siempre al mismo árbol, el primer día de noviembre, y allí escribía sus versos sobre las hojas amarillentas. ****** Pronto el viento las arrancaba, desparramándolas por toda la comarca, más allá del diminuto jardín... |
DONDE NACEN MIS PESADILLAS:
Maté al cuervo de Poe ****** Ahora sueño sobre una almohada de plumas negras |
EN ALGÚN LUGAREJO DE IOWA:
El viejo campesino, a mediodía, abrió de par en par las puertas de su granero. El viento acunaba los campos de maíz. — ¡Eh, tú, Sol! —gritó el anciano— ¡te ordeno que entres aquí! Al punto, el astro abandonó los cielos y, en forma de ráfaga luminosa, penetró en el granero. El campesino fue llamando, una a una, a todas las cosas del universo: al océano, a las estrellas, a las bestias feroces que rondan el bosque, al viento, al sol... Todas entraban, sumisamente, en aquel desvencijado granero. El campesino entró también, cerrando las puertas tras de sí .................................................. .................................................. .................................................. .................................................. .................................................. .................................................. .................................................. .................................................. .................... .................................................. ............................................... Extasiado, el aldeano reabrió las puertas del granero, y las cosas volvieron de nuevo a su lugar: el Sol, al cielo; las bestias feroces, al bosque; las aguas, al lecho... y el viejo a su maíz que, ya amarillento, reclamaba la hozada |
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