Iniciado por Fujitiva-Diurna (Mensaje 374863)

Jajajajajajaja qué he escrito en otro hilo?
No soy fea, pero tampoco estoy como un tren, ni de lejos.

A quién no le dan miedo/repulsión los payasos? xDDD

Iniciado por StyH (Mensaje 374894)

Ah! Lo de payaso es por mí? Pero si te daba la razón. Soy un incomprendido en mi arte visceral y espontáneo.

Iniciado por Fujitiva-Diurna (Mensaje 373045)

La cosa es así:
Yo siempre he tenido encontronazos raros con los hombres. Por ejemplo, a los 12 años un hombre mayor, muy serio, se me acercó en pleno invierno, mientras yo jugaba en el parque con un par de amigas, para ofrecerme el ir a su casa para que yo no pasara frió. Lo dijo en voz baja, para que nadie le oyera. Tuvo que repetírmelo tres veces porque no lo entendía, pero cuando lo entendí, salí por patas.
Años más tarde (dos o así), mientras yo paseaba a mi perro, dos hombres me siguieron hasta mi casa diciéndome obscenidades.
Luego un francés cachas y más salido que el palo de una escoba, me propuso hacer el amor con él en medio del parque (también estaba sacando a mi perro a pasear). Quería que le tocara el paquete... y no sé cuántas cosas más me dijo.
Otra vez, mientras estaba comiendo patatas en una plaza junto a una amiga, un hombre se nos acercó y nos pidió una patata. Yo se la dí y el hombre se quedó asombrado de que se la diera. Me dijo que no la quería, que él iba con la intención de pegarnos por no dársela, que es lo que suelen hacer todos los jóvenes, y como le caímos bien, fue a un supermercado que estaba al lado para comprarnos unas coca-colas. Tiempo que aprovechamos para salir pitando de ahí.
Ha habido más, pero para que os hagáis una idea es suficiente. Cabe destacar que todas estas han sido mientras yo era menor de edad.

El caso es que aún así, yo siempre he sido bastante confiada. O he querido creer que todo esto son anécdotas y que como no ha pasado nada grave, pues tampoco hay que echarle hierro al asunto. Si un mendigo se me acercaba y me pedía dinero o simplemente quería hablar, yo lo hacía. Si cualquiera me venía a preguntar cualquier cosa, yo lo escuchaba. Al fin y al cabo me lleva pasando tantos años que ya no lo veía raro, simplemente anecdótico.

Pero al final ocurrió algo:

Hace un año, creo, no estoy segura, mientras paseaba a mi perro, como no, un mendigo se me acercó y vino directo a pegarme un puñetazo.
Me agarró de un brazo y con el otro me intentó dar en la cara. Yo solo pude gritar un ¡No! mientras tiraba de mi perro que estaba en la hierba, y, como el pobre es ciego, tarda un poco en venir. Huir corriendo también es complicado cuando tienes que tirar literalmente del perro para hacerlo porque él no ve por donde vamos. En cuanto vino me largué de ahí temblando. Crucé la acera y me quedé mirando a mi agresor, uno: porque no entendía lo que había pasado y dos: porque me temblaba todo el cuerpo de los nervios y casi no podía moverme.
Un hombre que había visto la escena se acercó al mendigo y le escuché que decía algo como que si le había molestado que hiciera "eso" que me lo debería haber dicho en lugar de ir a pegarme. Pensé en que le había molestado que estuviera el perro en la hierba, pero al final, escuchando un poco más, resultó que lo que le había molestado es que me le quedara mirando. Claro que me lo quedé mirando. Como le veía con intenciones de acercárseme, pensaba que iba a pedirme dinero o cualquier otra cosa. Nunca pensé que quisiera pegarme.

Llegué a casa y me puse a gritar y a llorar para deshacerme de los nervios. También di unos cuantos golpes al lavabo, a una silla, a la mesa... me miré en el espejo y tenía unos cuantos arañazos en la cara. Me lavé de inmediato mientras me decía a mí misma que nadie iba a meterme el miedo en el cuerpo. Que ese ********** no iba a hacer que yo tuviera miedo. Llamé a mis padres y durante unos días estuvieron haciendo patrulla por los alrededores a ver si lo veían, pero nada. Durante esos días también, cambié de ruta de sacar al perro, lo sacaba a una hora diferente e iba con mil ojos. Cuando pensé que ya me había tranquilizado, volví a la rutina de siempre.
Pero ahora, no soporto ver a los mendigos (sobretodo porque uno se jacta de conocerme y de llevar años viéndome sacar al perro por esa misma zona). Por mi casa suele haber muchos. En menor medida tampoco me fío un pelo de ningún hombre. A veces, sobretodo cuando voy sola con mi perro, si veo a un hombre con intenciones de acercarseme, ya pienso en lo peor. Siempre me pregunto qué es lo que va a querer y que si quiere agredirme, podrá hacerlo porque estoy indefensa. Si van a preguntarme algo, hago que no los escucho. Ya no me fío ni de mi propia sombra.
Me resulta desagradable la situación.

Iniciado por Fujitiva-Diurna (Mensaje 373045)

La cosa es así:
Yo siempre he tenido encontronazos raros con los hombres. Por ejemplo, a los 12 años un hombre mayor, muy serio, se me acercó en pleno invierno, mientras yo jugaba en el parque con un par de amigas, para ofrecerme el ir a su casa para que yo no pasara frió. Lo dijo en voz baja, para que nadie le oyera. Tuvo que repetírmelo tres veces porque no lo entendía, pero cuando lo entendí, salí por patas.
Años más tarde (dos o así), mientras yo paseaba a mi perro, dos hombres me siguieron hasta mi casa diciéndome obscenidades.
Luego un francés cachas y más salido que el palo de una escoba, me propuso hacer el amor con él en medio del parque (también estaba sacando a mi perro a pasear). Quería que le tocara el paquete... y no sé cuántas cosas más me dijo.
Otra vez, mientras estaba comiendo patatas en una plaza junto a una amiga, un hombre se nos acercó y nos pidió una patata. Yo se la dí y el hombre se quedó asombrado de que se la diera. Me dijo que no la quería, que él iba con la intención de pegarnos por no dársela, que es lo que suelen hacer todos los jóvenes, y como le caímos bien, fue a un supermercado que estaba al lado para comprarnos unas coca-colas. Tiempo que aprovechamos para salir pitando de ahí.
Ha habido más, pero para que os hagáis una idea es suficiente. Cabe destacar que todas estas han sido mientras yo era menor de edad.

El caso es que aún así, yo siempre he sido bastante confiada. O he querido creer que todo esto son anécdotas y que como no ha pasado nada grave, pues tampoco hay que echarle hierro al asunto. Si un mendigo se me acercaba y me pedía dinero o simplemente quería hablar, yo lo hacía. Si cualquiera me venía a preguntar cualquier cosa, yo lo escuchaba. Al fin y al cabo me lleva pasando tantos años que ya no lo veía raro, simplemente anecdótico.

Pero al final ocurrió algo:

Hace un año, creo, no estoy segura, mientras paseaba a mi perro, como no, un mendigo se me acercó y vino directo a pegarme un puñetazo.
Me agarró de un brazo y con el otro me intentó dar en la cara. Yo solo pude gritar un ¡No! mientras tiraba de mi perro que estaba en la hierba, y, como el pobre es ciego, tarda un poco en venir. Huir corriendo también es complicado cuando tienes que tirar literalmente del perro para hacerlo porque él no ve por donde vamos. En cuanto vino me largué de ahí temblando. Crucé la acera y me quedé mirando a mi agresor, uno: porque no entendía lo que había pasado y dos: porque me temblaba todo el cuerpo de los nervios y casi no podía moverme.
Un hombre que había visto la escena se acercó al mendigo y le escuché que decía algo como que si le había molestado que hiciera "eso" que me lo debería haber dicho en lugar de ir a pegarme. Pensé en que le había molestado que estuviera el perro en la hierba, pero al final, escuchando un poco más, resultó que lo que le había molestado es que me le quedara mirando. Claro que me lo quedé mirando. Como le veía con intenciones de acercárseme, pensaba que iba a pedirme dinero o cualquier otra cosa. Nunca pensé que quisiera pegarme.

Llegué a casa y me puse a gritar y a llorar para deshacerme de los nervios. También di unos cuantos golpes al lavabo, a una silla, a la mesa... me miré en el espejo y tenía unos cuantos arañazos en la cara. Me lavé de inmediato mientras me decía a mí misma que nadie iba a meterme el miedo en el cuerpo. Que ese ********** no iba a hacer que yo tuviera miedo. Llamé a mis padres y durante unos días estuvieron haciendo patrulla por los alrededores a ver si lo veían, pero nada. Durante esos días también, cambié de ruta de sacar al perro, lo sacaba a una hora diferente e iba con mil ojos. Cuando pensé que ya me había tranquilizado, volví a la rutina de siempre.
Pero ahora, no soporto ver a los mendigos (sobretodo porque uno se jacta de conocerme y de llevar años viéndome sacar al perro por esa misma zona). Por mi casa suele haber muchos. En menor medida tampoco me fío un pelo de ningún hombre. A veces, sobretodo cuando voy sola con mi perro, si veo a un hombre con intenciones de acercarseme, ya pienso en lo peor. Siempre me pregunto qué es lo que va a querer y que si quiere agredirme, podrá hacerlo porque estoy indefensa. Si van a preguntarme algo, hago que no los escucho. Ya no me fío ni de mi propia sombra.
Me resulta desagradable la situación.