Las quejas de los consumidores
Tengo una aversión nata por quejarme cuando no he quedado satisfecho con un producto o un servicio. A menudo, tras comprar un producto y comprobar que tiene algún defecto(poco importante pero significativo), me lo he quedado sólo para no pasar por la tienda a exigir mis derechos de consumidor. Hace poco, en una ferretería, ví a una anciana quejándose porque la factura tenía unas letras muy pequeñas y no las veía. Era una cascarrabias, lo sé, pero sentí envidia. Ojalá yo tuviera la mitad de co:evil:ones que ella.
No te digo nada de las compañías de servicios(gas, teléfono, luz, etc...) y de sus facturas tan poco razonables, por no decir algo más gordo. Pago sin rechistar aunque algo me huela a chamusquina. Porque la sóla idea de coger el teléfono y plantear mis dudas hace que me llene de ansiedad y que me diga a mí mismo que todo son figuraciones mías, que la factura está bien y voy a hacer el ridículo quejándome. En resumen, que soy una presa fácil para el capitalismo. Si soy el único, burláos, lo merezco. Y si no lo soy, decidmelo... que las penas, en compañía pasan mejor. |
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