Prisionero |
05-abr-2005 20:51 |
Re: El ideal de un fóbico social
Cita:
Iniciado por Liandrope
Aunque a mi me gustaría saber la clave para ello. Se tienen momentos de "felicidad" pero muchas veces creo que son momentos de "alegría" no sé.
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En estos casos lo mejor es recurrir al diccionario (por ejemplo el de la RAE) y ver qué nos dice. Alegría: "Sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores". Felicidad: "Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien". El término alegría, por tanto, hace referencia a una manifestación exterior mientras que el término felicidad se refiere a la posesión. Yo no soy nada alegre en general, porque no suelo manifestarlo exteriormente, y sin embargo sí me siento feliz porque me complazco de la posesión de un bien (que puede ser material y/o inmaterial).
La clave, para mí, fue aprender a reconocer las necesidades artificiales que nos hacen infelices. En un mundo materialista la normalidad consiste en no estar satisfecho la mayor parte del tiempo con las posesiones materiales o inmateriales. De esta forma, creando insatisfacciones, envidias, y ambiciones, se logran mercados y funciona el ciclo de la economía. El ser humano ha perdido la perspectiva de la naturaleza. Todos aquellos que dicen aspirar a una "vida normal" no nos están hablando de otra cosa que de subir peldaños en el sistema materialista para satisfacer las necesidades que el propio sistema les crea. Incluso lo inmaterial (la amistad, el amor, la espiritualidad) ha sido absorbido por el materialismo y desvirtuado de su esencia más pura. En el principio el hombre luchaba por vivir en armonía con la naturaleza, ser su dominador, y ya lograda una cierta estabilidad conseguir encontrar a personas con quienes compartir esa felicidad. Sin embargo otros que no lo lograban sentían envidia y comenzaron las guerras entre clanes, las conspiraciones, las luchas, el mal en definitiva, donde todos empezamos a perder. Guardábamos cada vez más posesiones y nos protegíamos mejor del exterior debido al miedo, aumentando las desigualdades y potenciando nuevas envidias y ambiciones. Ahora, cuando ya ha pasado tanto tiempo y tenemos el miedo acumulado en los genes, hemos perdido totalmente la perspectiva de esa felicidad que suponía ver el sol cada mañana, alimentarse de lo que la naturaleza nos proporcionaba con abundancia, sentirse protegido y disfrutar de la exploración del entorno con nuestro clan. Vivimos más, tenemos médicos y diversiones por todas partes, pero estamos perdidos en una vorágine de sinsentidos y necesidades contradictorias, y lo que es peor, sin haber aprendido casi nada de los errores de antaño.
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