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¡Feliz día de la poesía! (21/03/13)
BOTELLA AL MAR
Pongo estos seis versos en mi botella al mar con el secreto designio de que algún día llegue a una playa casi desierta y un niño la encuentre y la destape y en lugar de versos extraiga piedritas y socorros y alertas y caracoles. Mario Benedetti http://3.bp.blogspot.com/-TqE0-fIiQj...27s+letter.jpg PD: La idea es que posteéis una poesía que os guste y la ilustréis con una imagen. :) |
Respuesta: ¡Feliz día de la poesía! (21/03/13)
http://www.abc.es/Media/201211/03/es...s--644x362.jpg
¡Qué lindo, vengan a ver qué lindo! En medio de la calle ha caído una estrella, y un hombre enmascarado por ver qué tiene adentro se está quemando en ella! Hay un montón de gente con la vista en el suelo, desde donde se eleva una gran luz azul que se apaga y enciende en un relampagueo, tal como si la estrella se estuviese muriendo. Vengan a ver qué lindo: en medio de la calle ha caído una estrella; y la gente asombrada ha formado una rueda para verla morir entre sus delumbrantes boqueadas celestes! Estoy frente a un prodigio. —A ver quien me lo niega:— en medio de la calle ha caído una estrella. Una Estrella. Fernán Silva Valdés. |
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ANNABEL LEE
Sucedió hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar. Allí vivía una doncella conocida por el nombre de Annabel Lee; y esa doncella no vivía con otro pensamiento que el de amarme y que yo la amara. Yo era un chiquillo y ella una chiquilla, en aquel reino junto al mar: Pero nos amábamos con un amor que era más que amor - mi Annabel Lee y yo -. Con un amor que los alados serafines del cielo envidiaban de nosotros. Y éste fue el motivo por el que, hace mucho tiempo, en aquel reino junto al mar, un viento llegó desde una nube, helando a mi hermosa Annabel Lee; entonces vino aquel hidalgo pariente suyo y la apartó de mi lado, para encerrarla en un sepulcro en aquel reino junto al mar. Los ángeles que no eran tan felices en el cielo, nos tenían envidia - ¡ Sí ! – éste fue el motivo ( como toda la gente sabe, en aquel reino junto al mar ) para que el viento viniera por la noche desde la nube, helando y matando a mi Annabel Lee. Pero nuestro amor era mucho más fuerte que el amor de aquellos que eran más viejos que nosotros - de muchos que sabían más que nosotros - y ni siquiera los ángeles allá arriba en cielo, ni los demonios en las profundidades del mar, podrán nunca separar mi alma del alma de la hermosa Annabel Lee. Jamás brilla la luna, sin que yo sueñe con la hermosa Annabel Lee; jamás salen las estrellas, sin que yo sienta los brillantes ojos de la hermosa Annabel Lee; y así, durante toda la noche, permanezco tendido al lado de mi querida, mi querida, mi vida y mi novia allá en el sepulcro junto al mar en su tumba junto al mar sonoro. Edgar Allan Poe http://3.bp.blogspot.com/-7KUdnOF6Xh...nabel-lee1.jpg |
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-La Tumba- ;
-- Mientras algunos sufren el sol, otros la sombra, Unos huyen a la ciudad, otros a la eremita; Sus objetivos son tantos como los caminos que toman En la jornada de la vida; y esta tarea es la mía: Pintar los sombríos horrores de la tumba; El lugar designado para la cita, Donde todos estos peregrinos se encuentran. ¡Tu socorro imploro, Rey Eterno! cuyo brazo Fuerte sostiene las llaves del infierno y la muerte, De aquella cosa temible, La Tumba. Los hombres tiemblan cuando Tú los convocas: La Naturaleza horrorizada se despoja de su firmeza ¡Ah, Cuán oscuros son tus extensos reinos, Creciendo largo tiempo en deshechos pesarosos! Donde sólo reina el silencio y la noche, la oscura noche, Oscura como lo era el caos antes de que el sol Comenzara a rodar, o de que sus rayos intentaran Azotar la penumbra de tu profundidad. La vela enferma, resplandeciendo tenuemente A través de las bajas y brumosas bóvedas, (Acariciando el lodo y la humedad mohosa) Deja escapar un horror inabarcable, Y sólo sirve para hacer tu noche más funesta. Bien te conozco en la forma del Tejo, ¡Árbol triste y maligno! Que adora habitar Entre los cráneos y ataúdes, epitafios y gusanos: Donde rápidos fantasmas y sombras visionarias, Bajo la pálida, fría luna (como es bien sabido) Encapuchados realizan sus siniestras rondas, ¡Ninguna otra alegría tienes, árbol embotado! Observad aquel santo templo, la piadosa labor De nombres una vez célebres, ahora dudosos u olvidados, Enterrados en la ruina de las cosas que fueron; Allí yace sepultado el muerto más ilustre. ¡Escuchad, el viento se alza! ¡Escuchad cómo aulla! Creo que nunca escuché un sonido tan triste: Puertas que crujen, ventanas agitadas, Y el pájaro hediondo de la noche, Estafado en las espinas, gritando en los pasos sombríos Su ronda negra y rígida, colgando Con los fragmentos de escudos y armas andrajosas, Enviando atrás sus sonidos, cargando el aire pesado De los nichos bajos, las Mansiones de los muertos. Despertados de sus sueños, las duras y severas filas De espantosos espectros se movilizan, Sonrisa horrible, obstinadamente malhumorados, Pasan y vuelven a pasar, veloces como el paso de la noche. ¡Otra vez los chillidos del búho! ¡Canto sin gracia! No escucharé más, pues hace que la sangre fluya helada. Alrededor del túmulo, una fila de venerables olmos Enseñan un espectáculo desigual, Azotados por los rudos vientos; algunos Desgarran sus grietas, sus troncos añejos, Otros pierden vigor en sus copas, tanto Que ni dos cuervos pueden habitar el mismo árbol. Cosas extrañas, afirman los vecinos, han pasado aquí; Gritos salvajes han brotado de las fosas huecas; Los muertos han venido, han caminado por aquí; Y la gran campana ha sonado: sorda, intacta. (Tales historias se aclaman en la vigilia, Cuando se acerca la encantada hora de la noche) A menudo, en la oscuridad, he visto en el camposanto, A través de la luz nocturna que se filtra por los árboles, Al muchacho de la escuela, con sus libros en la mano, Silbando fuerte para mantener el ánimo, Apenas inclinándose sobre las largas piedras planas, (Con el musgo creciendo apretado, con ortigas bordadas) Que hablan de las virtudes de quien yace debajo. Repentinamente él comienza, y escucha, o cree que escucha; El sonido de algo murmurando en sus talones; Rápido huye, sin atreverse a una mirada atrás, Hasta que, sin aliento, alcanza a sus compañeros, Que se reúnen para oír la maravillosa historia De aquella horrible aparición, alta y pavorosa, Que camina en la quietud de la noche, o se alza Sobre alguna nueva tumba abierta; y huye (¡cosa asombrosa!) Con la melodía evanescente del gallo. También a la nueva viuda, oculto, he vislumbrado, ¡Triste visión! Moviéndose lenta sobre el postrado muerto: Abatida, ella avanza enlutada en su pena negra, Mientras mares de dolor borbotean de sus ojos, Cayendo rápido por las mejillas frágiles, Nutriendo la humilde tumba del hombre amado, Mientras la atribulada memoria se atormenta, En bárbara sucesión, reuniendo las palabras, Las frases suaves de sus horas más cálidas, Tenaces en su recuerdo: Todavía, todavía ella piensa Que lo ve, y en la indulgencia de un pensamiento cariñoso Se aferra aún más al césped insensato, Sin observar a los caminantes que por allí pasan. ¡Tumba injusta! ¿cómo puedes separar, desgarrar A quienes se han amado, a quienes el amor hizo uno? Un lazo más obstinado que las cadenas de la Naturaleza. ¡Amistad! el cemento misterioso del alma, Endulzador de la vida, unificador de la sociedad, Grande es mi deuda. Tu me has otorgado Mucho más de lo que puedo pagar. A menudo he transitado los trabajos del amor, Y los cálidos esfuerzos de un corazón apacible, Ansioso por complacer. ¡Oh, cuándo mi amigo y yo, Sobre alguna gruesa madera vaguemos desatentos, Ocultos al ojo vulgar, sentados sobre el banco Inclinado cubierto de prímulas, Dónde la corriente límpida corre a lo largo De aquella grata marea bajo los árboles, Susurrando suave, se oye la voz aguda del tordo, Reparando su canción de amor; el delicado mirlo Endulza su flauta, ablandando cada nota: El escaramujo olía más dulce, y la rosa Asumía un tinte más profundo; mientras cada flor Competía con su vecina por la lujuria de sus ropas; ¡Ah, entonces el día más largo del verano Parece demasiado apresurado, y todavía el corazón pleno No había impartido su mitad: era aquella una felicidad Demasiado exquisita como para perdurar! ¡De las alegrías perdidas, aquellas que no volverán, Cuán doloroso es su recuerdo! Robert Blair http://3.bp.blogspot.com/-o-MDapiFMq...25281%2529.jpg |
Respuesta: ¡Feliz día de la poesía! (21/03/13)
El cuervo
Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es —dije musitando— un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más.” ¡Ah! aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre. Y el crujir triste, vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas llenábame de fantásticos terrores jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir: “Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar. Eso es todo, y nada más.” Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos: “Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón imploro, mas el caso es que, adormilado cuando vinisteis a tocar quedamente, tan quedo vinisteis a llamar, a llamar a la puerta de mi cuarto, que apenas pude creer que os oía.” Y entonces abrí de par en par la puerta: Oscuridad, y nada más. Escrutando hondo en aquella negrura permanecí largo rato, atónito, temeroso, dudando, soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar. Mas en el silencio insondable la quietud callaba, y la única palabra ahí proferida era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?” Lo pronuncié en un susurro, y el eco lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!” Apenas esto fue, y nada más. Vuelto a mi cuarto, mi alma toda, toda mi alma abrasándose dentro de mí, no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza. “Ciertamente —me dije—, ciertamente algo sucede en la reja de mi ventana. Dejad, pues, que vea lo que sucede allí, y así penetrar pueda en el misterio. Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio, y así penetrar pueda en el misterio.” ¡Es el viento, y nada más! De un golpe abrí la puerta, y con suave batir de alas, entró un majestuoso cuervo de los santos días idos. Sin asomos de reverencia, ni un instante quedo; y con aires de gran señor o de gran dama fue a posarse en el busto de Palas, sobre el dintel de mi puerta. Posado, inmóvil, y nada más. Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa con el grave y severo decoro del aspecto de que se revestía. “Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—, no serás un cobarde, hórrido cuervo vetusto y amenazador. Evadido de la ribera nocturna. ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado pudiera hablar tan claramente; aunque poco significaba su respuesta. Poco pertinente era. Pues no podemos sino concordar en que ningún ser humano ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro posado sobre el dintel de su puerta, pájaro o bestia, posado en el busto esculpido de Palas en el dintel de su puerta con semejante nombre: “Nunca más.” Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto. las palabras pronunció, como virtiendo su alma sólo en esas palabras. Nada más dijo entonces; no movió ni una pluma. Y entonces yo me dije, apenas murmurando: “Otros amigos se han ido antes; mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas.” Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.” Sobrecogido al romper el silencio tan idóneas palabras, “sin duda —pensé—, sin duda lo que dice es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido de un amo infortunado a quien desastre impío persiguió, acosó sin dar tregua hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido, hasta que las endechas de su esperanza llevaron sólo esa carga melancólica de ‘Nunca, nunca más’.” Mas el Cuervo arrancó todavía de mis tristes fantasías una sonrisa; acerqué un mullido asiento frente al pájaro, el busto y la puerta; y entonces, hundiéndome en el terciopelo, empecé a enlazar una fantasía con otra, pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño, lo que este torvo, desgarbado, hórrido, flaco y ominoso pájaro de antaño quería decir granzando: “Nunca más.” En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra, frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos, quemaban hasta el fondo de mi pecho. Esto y más, sentado, adivinaba, con la cabeza reclinada en el aterciopelado forro del cojín acariciado por la luz de la lámpara; en el forro de terciopelo violeta acariciado por la luz de la lámpara ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más! Entonces me pareció que el aire se tornaba más denso, perfumado por invisible incensario mecido por serafines cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado. “¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido, por estos ángeles te ha otorgado una tregua, tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora! ¡Apura, oh, apura este dulce nepente y olvida a tu ausente Leonora!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio enviado por el Tentador, o arrojado por la tempestad a este refugio desolado e impávido, a esta desértica tierra encantada, a este hogar hechizado por el horror! Profeta, dime, en verdad te lo imploro, ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad? ¡Dime, dime, te imploro!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio! ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas, ese Dios que adoramos tú y yo, dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén tendrá en sus brazos a una santa doncella llamada por los ángeles Leonora, tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen llamada por los ángeles Leonora!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Sea esa palabra nuestra señal de partida pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso. ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica. No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira que profirió tu espíritu! Deja mi soledad intacta. Abandona el busto del dintel de mi puerta. Aparta tu pico de mi corazón y tu figura del dintel de mi puerta. Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo. Aún sigue posado, aún sigue posado en el pálido busto de Palas. en el dintel de la puerta de mi cuarto. Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando. Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse. ¡Nunca más! Edgar Allan Poe http://qkantton.files.wordpress.com/...psonsraven.png |
Respuesta: ¡Feliz día de la poesía! (21/03/13)
Llega la primavera y el día de la poesía con ella : )
El Tigre ¡Tigre! ¡Tigre! luz llameante En los bosques de la noche, ¿Qué ojo o mano inmortal Pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué distantes abismos, en qué cielos, Ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Y que mano Osó tomar ese fuego? ¿Y que hombro y qué arte, Torció fibras de tu pecho? Y al comenzar a latir tu corazón ¿Qué mano terrible o pie? ¿Qué martillo, qué cadena? ¿Qué horno forjó tu seso? ¿Qué yunque? ¿Qué osado puño Ciñó su terror mortal? Cuando los astros lanzaron sus venablos, Y cubrieron sús lágrimas los cielos, ¿Sonrió al contemplar su obra? ¿Aquel que te creó, creó al Cordero? ¡Tigre! ¡Tigre! luz llameante En los bosques de la noche, ¿Qué ojo o mano inmortal Osó idear tu terrible simetría? William Blake Primer cantar de la Inocencia Soplaba mi flautín por valles silvestres, tocaba canciones de júbilo afable, en una nube distinguí a un niño, que con risas me dijo: "¡Sopla un cantar que hable del Cordero!" Y lo toqué con ánimo risueño. "Flautista, sopla de nuevo ese cantar". Volví a hacerlo: lloró al escucharlo. "Suelta tu flautín, tu flautín dichoso; canta tus canciones de acento feliz"; y otra vez entoné lo mismo, mientras regocijado él lloraba al oírlo. "Flautista, siéntate y escribe en un libro que todos puedan leer." luego se esfumó de mi vista. Y arranqué un junco hueco. E hice una pluma rústica y teñí el agua límpida y escribí mis felices cantares que todo niño disfrutará al oírlos. William Blake |
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Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte contemplando cómo se passa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el plazer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parescer, cualquiere tiempo passado fue mejor. II Pues si vemos lo presente cómo en un punto s'es ido e acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo non venido por passado. Non se engañe nadi, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio, pues que todo ha de passar por tal manera. III Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, qu'es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar e consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos e más chicos, allegados, son iguales los que viven por sus manos e los ricos. http://remi.uninet.edu/arte/Baldung.jpg Siempre me ha fascinado las Coplas por la muerte de su padre |
Respuesta: ¡Feliz día de la poesía! (21/03/13)
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Respuesta: ¡Feliz día de la poesía! (21/03/13)
Usted que es una persona adulta -y por lo tanto- sensata, madura, razonable, con una gran experiencia y que sabe muchas cosas, ¿qué quiere ser cuando sea niño? ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------- ¿Por qué soy tan sabio? ¿por qué soy tan inteligente? ¿por qué son tan grandes mi coche y mi cuenta corriente? tengo tengo tengo tengo y tú no tienes nada las mujeres y el dinero se amontonan en mi cama Vivo en cien ciudades con millones de habitantes y descanso en islas donde nadie ha llegado antes son tan altos mis contactos que no conozco apellidos y es un círculo exclusivo el forman mis amigos Pero esta vida es una mierda tiene el sello del fracaso esta vida es una mierda la depresión me ha derrotado esta vida es una mierda es el fango en que me arrastro esta vida es una mierda y yo soy un pobre infeliz Hermosas actrices y guapísimas modelos se fotografían a mi lado a cualquier precio en los mejores restaurantes en los mejores hoteles hay reverencias a mi paso hay halagos y parabienes Mis películas y discos mis trabajos manuales mis artículos y libros son el pasmo de los mortales soy un clásico en vida soy un Nobel soy un santo en el panteón de ilustres tengo sitio reservado |
Respuesta: ¡Feliz día de la poesía! (21/03/13)
¡Feliz no día de la poesía!
http://4.bp.blogspot.com/_9V5sTEpuJH...urrealista.jpg Cantar de la luna Recomendación ¡Oh los lirios de la noche, lirios de la marejada, permitidme que dibuje un plano sin montañas, para que la tiesta del oyente, se encuentre concentrada en estos surcos abiertos por el arado de mi alma; en las flores de la aurora, en la noche y en el mañana! ¡Oh los lirios de la noche, lirios de la marejada mostrad el nuevo Prometeo con la nueva llama! Revelación ¡Oíd, niños de viento, mi cantar disyuntivo y violeta pues ya no existen leyes en el galope ni leyendas de intimidad en la luna; la luna está en la selva del cielo cazando con silogismos las estrellas! Ya ni el gobierno resuelve los lindos problemas de mitología en la entraña de las veletas de los estatutos, obligatorios para todas las cornejas, arrollados por el grito estival de la primavera. Si no existen máquinas de falsas leyendas de la luna, yo os las iré formando con azucenas y halos de disciplina en el matraz de mi cabeza. ¡Niños, oíd el cantar de la luna desde la escuela! Tal como me lo contó mi prima la estrella, una noche de lagares, en las bodegas de un navío, en los mástiles altos, en las risas de las chimeneas. Allá arriba, la luna salía en bicicleta, navegando sin tregua en la nieve de sus velas, perseguíanle en galope cuatro tormentas; en un potro verde, con las orejas negras. ¡Oíd, niños, bien lo que os diga de su leyenda! nueva y vieja, como una rosa en una orquesta; la luna perseguida por las cuatro tormentas, bajaba al valle, en los tallos de una maceta, escondida la luna. En el reino, las tinieblas. Las tormentas ya sin ira en la cárcel se encadenan, de la mano del buen sol marchan por la vega. Aquí el recuerdo se me acaba y la fantasía comienza engalanada con sus tesoros de pureza, pero en verdad, mis oyentes, no tengáis creencia, todo lo que os digo lo inventó mi testa. Ya los látigos de los ganaderos estarán sonando. Por las praderas la luna llovía sus lágrimas, sus lágrimas de madera, con las que los herreros fabrican las reyertas de los luceros por los amores, perdidos de las estrellas. «Cantad mis siemprevivas, cantad mis siempremuertas, las oraciones fúnebres de las verdes estrellas». La luna, juez y tribunal, preside esta clase de fiestas, donde sale siempre con un regalo de cristales. En sus cacharros los lecheros han encerrado la luna sin mares; los ojos peculiares naufragan en las gafas de los miopes, que no ven huir a la luna a los sangrientos bosques, canales; donde la luna alumbra a los leñadores, aturdidos por los rifles de las parábolas, de las fuentes y atrincherados en los paralelos 5° y 33° de mis cantares. «Canten mis siemprevivas, canten mis siempremuertas, canten las oraciones fúnebres de los lirios en los valles». Mis oidores ¿habéis oído la música de las catedrales, bajar de sus sillones por las escaleras principales? y unidos en tensión de los cables de las imágenes dibujarse la luna en las olas de los mares, de esos mares cautelosos que tienen decisiones unánimes, pues yo os digo que no habéis oído estas verdades. Acompañantes, decid la verdad, acompañantes, míos, ocultos en esa selva de cortinajes, que el vulgo cree que son las nubes extendidas en el cielo por el vapor de agua y en verdad están ahí sostenidas por cables. ¡Decid la verdad auténtica, acompañantes! «Las nubes son cortinajes sostenidos por cables, que tienen los poetas y sus fantasías perdurables». ¡Suelta tus cabellos Luna, suelta tus cabellos para que mañana en la bahía las nubes den señales del semáforo que significa vientos! Vengan estos dulcemente a salirnos al encuentro ¡cantad mis tulipanes, cantad mis crisantemos las oraciones fúnebres de todos los luceros! El corazón de la Luna se lamenta por los oídos de la estepa y con su enlace inútil dibuja su belleza que por los árboles vaga recargada de tiernas realidades que surten al verde de la primavera, a la esmeralda trasparente de la quietud eterna. No, mentira la deslealtad franquea o los umbrales de los líquidos que de intimidad riega las platabandas enormes de los ojaranzos del planeta ¡Cantad mis siemprevivas, cantad mis siempremuertas, las oraciones fúnebres de las verdes estrellas! Cayetano Aparicio |
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Solo han pasado dos días. ¡Aún no es tarde para acordarse de la poesía!
Mina. Vicente Aleixandre. Calla, calla. No soy el mar, no soy el cielo, ni tampoco soy el mundo en que tú vives. Soy el calor que sin nombre avanza sobre las piedras frías, sobre las arenas donde quedó la huella de un pesar, sobre el rostro que duerme como duermen las flores cuando comprenden, soñando, que nunca fueron hierro. Soy el sol que bajo la tierra pugna por quebrantarla como un brazo solísimo que al fin entreabre su cárcel y se eleva clamando mientras las aves huyen. Soy esa amenaza a los cielos con el puño cerrado, sueño de un monte o mar que nadie ha transportado y que una noche escapa como un mar tan ligero. Soy el brillo de los peces que sobre el agua finge una red de deseos, un espejo donde la luna se contempla temblando, el brillo de unos ojos que pueden deshacerse cuando la noche o nube se cierran como mano. Dejadme entonces, comprendiendo que el hierro es la salud de vivir, que el hierro es el resplandor que de sí mismo nace y que no espera sino la única tierra blanda a que herir como muerte, dejadme que alce un pico y que hienda a la roca, a la inmutable faz que las aguas no tocan. Aquí a la orilla, mientras el azul profundo casi es negro, mientras pasan relámpagos o luto funeral, o ya espejos, dejadme que se quiebre la luz sobre el acero, ira que, amor o muerte, se hincará en esta piedra, en esta boca o dientes que saltarán sin luna. Dejadme, sí, dejadme cavar, cavar sin tregua, cavar hasta ese nido caliente o plumón tibio, hasta esa carne dulce donde duermen los pájaros, los amores de un día cuando el sol luce fuera. |
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Jaime Gil de Biedma
Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde -como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante. Dejar huella quería y marcharme entre aplausos -envejecer, morir, era tan sólo las dimensiones del teatro. Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra. Supervivencia. Michel Houellebecq El día se levanta y crece, recae sobre la ciudad Hemos atravesado la noche sin encontrar alivio Oigo los autobuses y el rumor sutil de los intercambios sociales. Accedo a la presencia. Hoy tendrá lugar. La superficie invisible que delimita en el aire nuestros seres sufrientes se forma y endurece a un ritmo terrible; El cuerpo, el cuerpo no obstante, es una pertenencia. Hemos atravesado fatigas y deseos sin reencontrar el sabor de los sueños de la infancia Ya no queda gran cosa al fondo de nuestra sonrisa Somos prisioneros de nuestra transparencia. |
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