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Respuesta: Cuentos Zen
Cuando se es muy joven y se sabe un poco, las montañas son montañas, el agua es agua y los árboles son árboles. Cuando se ha estudiado y se es leido, las montañas ya no son montañas, el agua ya no es agua y los árboles ya no son árboles. Cuando se es sabio, nuevamente las montañas son montañas, el agua es agua y los árboles son árboles.
Antiguo refrán del Budismo Zen |
Respuesta: Cuentos Zen
La mente y el mundo son opuestos, y la visión se presenta donde se unifican. Cuando su mente no agita en su interior, el mundo no se presenta afuera. Cuando el mundo y la mente son ambos transparentes, ésta es visión verdadera. Y tal comprensión es comprensión verdadera.
Bodhidharma. |
Respuesta: Cuentos Zen
Es un hecho simple: a lo que te opones persistirá. Si te estás oponiendo al sufrimiento, sufres más. Si te estás oponiendo a la confusión, sigues estando confuso. Si estás buscando paz, te encuentras disturbado constantemente. Si buscas claridad, estás en un desorden. Si no deseas estar enojado, vas a caminar alrededor del enojo. Si no te importa estar enojado, nunca te incomodará la cólera, porque no te aferrarás a ella. No teniendo ninguna opinión para o contra, estando abierto a lo que viene, serás libre.
Dennis Genpo Merzel |
Respuesta: Cuentos Zen
Cita:
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Respuesta: Cuentos Zen
El Buda es a veces llamado 'El que es soberano de sí mismo'. Los eventos nos arrastran y nos perdemos. El meditar caminando nos ayuda a recuperar nuestra soberanía, nuestra libertad como ser humano. Caminamos con elegancia y dignidad, como un emperador, como un león. Cada paso es vida.
Thich Nhat Hanh. . |
Respuesta: Cuentos Zen
No odie la vida y la muerte o la vida y la muerte del amor. Mantenga cada pensamiento libre del delusión, y en vida usted atestiguará el principio del nirvana, y en muerte experimentará el aseguramiento de ningún renacimiento.
Bodhidharma |
Respuesta: Cuentos Zen
Para los estudiantes de Zen lo más importante es evitar el dualismo. La 'mente original' lo incluye todo en sí misma. Es siempre rica y suficiente por sí misma. No se debe perder esa autosuficiencia del estado mental. Esto no significa tener la mente cerrada, sino mantenerla vacía, pronta. Cuando la mente está vacía se encuentra siempre dispuesta para cualquier cosa, abierta a todo. A la mente del principiante se le presentan muchas posibilidades; a la del experto, pocas,
Shunryu Suzuki |
Respuesta: Cuentos Zen
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Uno de los tópicos que planean sobre el budismo es el que lo emparenta con el nihilismo. Si entendemos la felicidad como superación del sufrimiento, veremos que todo el interés de las enseñanzas de Buda va en esta dirección. Pero para quien entienda que la felicidad solo es posible asociada a la satisfacción de los deseos, el mensaje budista parecerá nihilista. Los deseos pueden llevar a resultados agradables o desagradables, pero la consecución de un estado agradable no tiene que ir obligatoriamente precedido de deseo. Encontrar sin buscar, solo es cuestión de practicar la atención, de receptividad, de disfrutar con lo que se descubre. La felicidad en ausencia de deseo, a primera vista parece una utopía para las mentes enfebrecidas por la especulación. Pero el gozo en la plenitud del ahora, es de lo más elemental, pero de tan original es también lo más escondido, soterrado entre vertidos tóxicos contaminantes. Jordi Vilanova |
Respuesta: Cuentos Zen
En un monasterio había un anciano monje ante el cual los jóvenes novicios se sentían intimidados; no porque fuera severo con ellos, si no porque nada parecía perturbarlo o afectarlo nunca.
Así, veían en él algo inquietante y le temían. Al fin sintiendo que no podían soportar más esa situación, decidieron ponerlo a prueba. Una oscura mañana e invierno, cuando era tarea del anciano llevar la ofrenda del té a la sala del Fundador, el grupo de novicios se oculto en un recodo del largo y sinuoso corredor que a ella llevaba. Al pasar le anciano, salieron de su escondite dando alaridos como una horda de demonios. Sin que su paso vacilará, el anciano siguió andando con calma, llevando cuidadosamente el té. En la siguiente vuelta del corredor, como él bien sabía, había una mesita. Se dirigió hacia ella en la oscuridad, depositó la taza, la cubrió para protegerla del polvo, y entonces, apoyándose sobre la pared, prorrumpió: - ¡Oh, oh, oh! – en exclamaciones de susto. Un maestro del Zen, al relatar esta anécdota, comentaba: - Se ve, pues, que nada tiene de malo las emociones. - Sólo que no debe dejarse que nos arrastren o perturben lo que estamos haciendo. |
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