Y ahora me toca a mí. Las expectativas generales hablaban de sólo cuatro o cinco asistentes. Hubo nada menos que catorce, sin contar a Luis, el papá de nuestra compañera
Tohru, que sabíamos que vendría con su hija, pero no qué clase de persona sería y que resultó ser un TIPAZO con mayúsculas, un excelente padre y alguien absolutamente solidario con nosotros y que hasta ofreció su casa para eventuales reuniones futuras. Lo contaré como a uno más de nosotros, entonces, porque demostró ser un compañero más.
He aquí, por orden alfabético, a las catorce personas que decidieron no ser esclavos de sociofobias, timideces, ni trastornos de ningún tipo:
ALCIDES
DAVID
ENRIQUE
FEDE
GONZALO
JOHANNA
LAURA
LUIS
MARIÁNGELES
MARICHUY
MARTÍN
MICAELA
NICOLÁS
TOMÁS
A todos y cada uno de ustedes, les aseguro: hice una reunión más que nada para ayudar, y resulté ser yo el ayudado, de mil maneras que no podría describir aquí. Un poco porque me di cuenta de lo que les costaba terminar de soltarse (¡Ojo, que también a mí, un poco!) y admiré ese coraje y esa lucha interior, otro poco porque ni yo mismo imaginaba el inmenso torrente de afecto que tenía para dar y que, por suerte, encontró por dónde canalizarse, y otro poco porque siempre es lindo ver ganar a los buenos sobre los malos. Y en este caso el malo, la sociofobia, realmente supo darnos con un caño. Llegó el momento de empezar a devolverle golpe por golpe, y éste fue un promisorio comienzo.
Gracias de nuevo, y espero volver a verlos, a todos ustedes y a todos los que en esta ocasión no se animaron, el 23 de septiembre. Fuerza, chicos, que estos catorce demostraron que sólo es cuestión de animarse.