Conviviendo con la fobia social, puedes hundirte o hacerte fuerte, o hundirte y hacerte fuerte en función del día, del la hora, del minuto. Porqué es una lucha constante hacia la "normalidad", no quiero decir con ello que seamos peores que la gente extrovertida, quizá incluso más fuertes, porqué para nosotros, cada pequeño detalle es un obstáculo dificilísimo de pasar. La gente entra en un bar y pide una cerveza sin plantearse nada más. La gente hace reclamaciones en los exámenes cuando no están de acuerdo con su nota. La gente cuenta mil historias que no importan a nadie delante de 7 o 8 personas sin preguntarse que estarán pensando de él, de qué manera está moviendo las manos, sin tener ganas de terminar rápidamente para dejar de ser el centro de atención. La gente es capaz de tener trabajos como guía turístico, profesor, incluso hay personas que se atreven a ser presentadores de televisión. Nosotros, (o algunos, depende de la gravedad de la enfermedad) tenemos suerte si pedimos la cerveza después de pasar 5 veces por delante del bar y dejar de lado el pensamiento incesante de qué no vale la pena hacerse el sociable si no lo somos. Nosotros tendremos suerte si la nota es un aprovado porqué si es un suspenso, aceptaremos antes presentarnos en septiembre que pasar por la tortura de hacer una reclamación, y tener que hacer valer nuestros derechos delante de un profesor. Nosotros, tendremos suerte si conseguimos decir hola y sonreír delante de 7 o 8 personas. Nosotros, tendremos suerte si conseguimos cualquier trabajo.
Y sin embargo, seguimos aquí, luchando cada día por aquellas pequeñas cosas que a los demás les viene regalado. Y aún nos sentimos culpables, diferentes, con la autoestima por los suelos. Tendríamos que creernos los mejores, porqué aunque tengamos una enfermedad mental, vivimos junto a nuestros miedos, formamos parte de ellos. Aunque nadie pueda entendre qué nos pasa, por qué somos tan raros, tan sosos, por qué resulta tan incómodo estar junto a nosotros y nuestro silencio. Quizá ayer sólo decimos hola y sonreímos al llegar al trabajo. Quizá hoy, hemos pedido la hora a un compañero. Quizá mañana, tomemos un café con este compañero. Seguiremos luchando, porqué la misma fobia que nos hace daño, nos ha hecho fuertes.