Cita:
Iniciado por Neville
Éste no es como Dios: aunque no creas en él te va a joder la vida igualmente.
Por otro lado, si la corrupción es un mal orgánico y perpetuo en el ser humano lo ideal sería establecer controles que impidan o minimicen en lo posible cualquier enriquecimiento ilícito en lugar de simplemente confiar en la buena voluntad del gestor o, lo que más he leído por aquí, en que todos son más o menos igual de chorizos.
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Yo creo que hay lugares donde se es más proclive a la corrupción, por que la gente es más pasiva e indolente respecto a los asuntos públicos. Son aquellos lugares en los cuales durante demasiado tiempo "
lo público" ha estado representado por el "
señorito", el
cacique, el
rey, el
caudillo, la
autoridad religiosa... Lugares donde mediaba un abismo entre la voluntad de los gobernados y los gobernantes, y donde los primeros se resignaban a un papel de súbditos. Esto produce desentendimiento, abulia, escepticismo. Cuando después de tanto gobierno autoritario viene la posibilidad de cambiar las cosas, el pueblo está
tan acostumbrado al paradigma caciquil que no llega a percibir el estado
como algo propio, que exige participación. El estado siempre es algo ajeno en manos de "señoritos" que cuentan con la mansedumbre del acostumbrado al vasallaje.
En esos países hay tendencia a la picaresca y al vandalismo, por que no se percibe el
bien común ni la
idea de lo público.
Si uno rompe una farola o un banco del parque, o hace una pintada en un muro, está jodiendo la propiedad de "otros", ya que no se da cuenta de que eso sale también de su sueldo, acostumbrado como está a que lo público pertenezca al señor o al rey. Esa actitud facilita el dejar el gobierno "a los que gobiernan", y que cada uno se salve, si puede.
A nivel particular, la pobreza de espíritu también promueve la codicia y el afán acaparador. Una persona que apenas tiene intereses intelectuales o de conocimiento puro, es más proclive a buscar el sentido en ganar dinero, en acumular riquezas, en tener el coche más potente y el reloj más caro. Desgraciadamente somos una sociedad todavía poco acostumbrada al debate de ideas y al conocimiento que no esté directamente encaminado a ganar dinero.