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Iniciado por Rumplestiltskin
¿Qué ventajas tiene ser feo?
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Cita:
Iniciado por Rumplestiltskin
¿Saber que están contigo por tu interior? ¿Tener la ocasión de explotar al máximo tu individualidad?
Paparruchas.
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Dos disculpas. Primero, perdona que hubiera olvidado la discusión, no estoy pasando por un buen momento. Segundo, disculpas por la magnitud del mensaje; tenía que ser un
LHS (ladrillo hueco sencillo), que terminó siendo un
LDH (ladrillo doble hueco), casi un
supermaó (¿se nota que estoy con el proyecto?)
En cuanto a tus dos preguntas retóricas, más o menos va por ahí lo que yo quería decir, pero creo que lo enfocas mal, o almenos yo no lo diría de esa forma (entre otras cosas porque, en cuanto a lo primero, por tu interior quizá tampoco quieran estar, pues ser feo no implica tener un interior maravilloso; en referencia a la segunda, puedo intuir varias cosas, pero no sé a qué te refieres exactamente con "explotar al máximo tu individualidad").
Voy a explicarme a mi manera. Cuando hablo de ventajas no me refiero a ventajas absolutas. ¡Por supuesto que no ser feo te hace la vida más llevadera! Y ser guapo te la hace más fácil, si hablamos en términos absolutos. Lo que yo digo es que, puesto que nuestros rasgos físicos no los escogemos nosotros (aunque podamos hacer cosas al respecto), hay que aceptarlos, y ver qué se puede hacer
a partir de ahí. Lo mismo pasa con las otras cosas que no escogemos: la família, las condiciones económicas, o la salud. Por eso hay gente que se siente aliviada y ve la vida con clarividencia, cuando el médico le dice qué día se va a morir. Así, creo que, una vez aceptada nuestra condición real, todo tiene sus pros y sus contras. Verbigracia, si eres una tía buena tendrás la ventaja de poder seducir a quien quieras, pero tendrás que aprender a tolerar que todo el mundo te mire con ojos babosos (algo que a priori sigue siendo más fácil que ser una chica fea, pero que también afecta a muchos al igual que hay mucha gente fea a la que nunca le afecta su fealdad).
Aceptarlo no es tarea fácil, pues para empezar requiere de una buena dosis de realidad, de información veraz que nos quite las tonterías de la cabeza, pues ensimismados en nuestras neuras, somos incapaces de vernos desde fuera. Los amigos juegan un papel importante ahí (sí, ya sé que no tienes). Por eso conseguir una buena red afectiva es un gran logro, pues si no es uno será otro el que, cuando empezamos a hacer tonterías, nos dirá algo. Se dice que el buen amigo es aquél que te dice lo que no quieres oír (el refrán es "quien bien te quiere, te hará llorar", aunque personalmente no me gusta mucho porque también te puede hacer llorar alguien que no te quiere ningún bien, como todos sabemos). Un amigo que te dice "esta chica no está a tu alcance", está siendo un gran amigo: te está ahorrando tiempo y esfuerzos inútiles por tu parte. El que te deja ahí haciendo el ********** pues así te tienen ocupado como les conviene, fuera del mercado para que no seas competencia (como me hicieron a mí), quizá es un buen amigo, pero es egoísta de cojones (ergo no tan buen amigo). En otros ámbitos, laborales por ejemplo, siempre pongo el ejemplo del artista: ¿sabes cuál es el motivo principal por el que un artista abandona su "carrera"? Cuando no le cabe más obra en su casa, y ahí es cuando se da cuenta de que es hora de dejarlo, que es cuando todos los demás le están diciendo, implícitamente, que
no vale (por otra parte, la perseverancia también puede tener su premio: véase el caso del escritor
David Monteagudo, que tiene 10 libros escritos y hasta el décimo no consiguió que le publicaran ninguno). Lo mismo pasa con esos empresarios que en su autarquía abren una empresa y, hasta que no se arruinan, no ven lo mala idea que era y/o lo pardillos que son en realidad. No hubo nadie que se lo dijera, y entonces tienen que pagar ellos las deudas, pechugándolo. Peor es que te lo digan y no te lo quieras creer, entonces no queda más que decirle
massa poc (expresión catalana equivalente a "ya te está bien").
Una vez ahí (aceptándolo), la fealdad -como la belleza-, como constricción bastante fuerta que es, llevada bien, puede ayudarte a
focalizar tu vida. A eso me refería, con que es una ventaja. Por supuesto que no es una ventaja absoluta, si nos ponemos a comparar (práctica masoquista, compararse); pero reduce tu abanico de posibilidades de forma que sabes mejor lo que te conviene, lo que está a tu alcance. El hombre del famoso vídeo
que alguien linkeó hace poco tiene muy claras sus limitaciones: sólo tiene que hacer lo que tiene que hacer, que es vivir digna y consecuentemente con sus limitaciones. Así que sí, además de aceptarla -nuestra condición, la que sea-, lo importante es
saber llevarla: te sonará a paparruchas, pero personalmente me gusta mucho la expresión. Saber llevarla significa ser consciente de ello, actuar en consecuencia, aprender desde el posicionamiento consciente. Las chicas que saben más de belleza no son las guapas, sino las no tan guapas; a las guapas de verdad no les hace falta. Eres tú que tiene que dominar tu fealdad, y no tú fealdad la que te domine a ti, especialmente si no quieres adaptarte en un entorno donde ésta sea una condición irrelevante. Porque, por supuesto, si uno de los objetivos primordiales de tu vida es conseguir cosas que quedan fuera de tus constricciones, tu vida va a ser un sinvivir constante. Y eso es tu fealdad dominándote a ti, haciéndote querer cosas que ella misma no te va a dejar obtener. En la odiosamente joven jerga internáutica de los memes, podríamos decir que tu fealdad
te está trolleando
¿Ventajas de la fealdad, desde dentro? Es una pregunta que cada uno tiene que responderse. Sólo desde tu identidad podrás verlas, tampoco sé exactamente qué tipo de
feo eres, que tanto te condena. Hay gente muy orgullosa, de su fealdad. Al igual que con la raza, encuentran en ella un motivo de reivindiación. Siempre pongo el ejemplo de los enanos. ¡Qué carrera la de
Warwick Davis! Claro que él llegó primero y se comió la cuota de mercado :P
Pero algo que a priori está claro, para empezar, es saber que nadie que se rija exclusivamente por el banal cánon de la belleza (como haces tú,
¡sorpresa!), se va a relacionar contigo. Menos sitios en los que buscar y menos imbéciles a tu alrededor, ¿no eso una ventaja?. Pero como dije de entrada, eso no significa que te vayan a
querer por tu interior (que igual tienes igual de feo
), sino que en principio no vas a estar rodeado de las chicas que salen en
Greenshines. Como la mayoría de nosotros, vamos
Y eso es bueno, total, hay quién dice que el secreto de la felicidad son las
bajas expectativas. Qué mejor que olvidarse de tratar con el asqueroso puñado de gente que tiene las cosas fáciles y cuales principales problemas consisten en trivialidades (últimamente veo en el foro mucho intruso, por cierto). Piensa que si fueras perfecto te exigirían llevarte bien con todo el mundo, ¡incluídos enanos rabiosos de ti por ser más alto!
Por supuesto -y creo que ahí está el tema de verdad- todo este poner los pies en la tierra choca con renunciar o no a las esencias de la identidad personal. En el caso que tu identidad o tu pasión tuviera que ver exclusivamente con vencer esa fealdad -consiguiendo lo inconseguible, algo que tú has mencionado alguna vez-, hay que pensar si se quiere ir o no hasta el final con esas; de momento, ya has perdido las ganas de vivir, a ver hasta donde llegas aferrado a ello. El cuerpo casi siempre avisa, somos nosotros que no le hacemos caso. Por tu suerte o desgracia, lo que nos diferencia del perro que muere de tristeza en el portal del hospital, esperando que vuelva su ya fallecido compañero humano, es que tenemos la capacidad de pensar, conocer, y actuar en consecuencia. Está claro que la posición del perro es más cómoda y, fuera de nuestra condición humana, mucho más auténtica. Así que lo que tienes que pensar es, simplemente, si quieres o no llegar a la vejez. A lo mejor no se quiere, por ser más fiel a esa autenticidad, a tu propia lucha o tu individual verdad. Por eso algunos artistas se suicidan, cuando ven que viene la bajada (y se los idolatra por ello, pero ellos están criando malvas...). A lo mejor te quieres hundir con el barco, y es legítimo. Eso es lo que hay que escoger: si dejarlo ir -y continuar con la vida- o seguir aferrado hasta que nos ahogue. Personalmente (y dudo de poner este ejemplo, ya que me evidencia como el pardillo que soy, sin mayores referencias que las de la cultura popular), encuentro en la serie Lost y en las historias de cada uno de sus personajes y su controvertido final, un gran ejemplo práctico sobre el tema de desaferrarse de aquello que nos hace la vida imposible.
En este sentido -el de la identidad, el de la pasión-, me gusta siempre poner como paralelismo el mundo del deporte, pues ahí, al igual que pasa con la belleza, todo se cobra en la juventud: con ésta se va también el estado físico que a los deportistas les da el único objetivo de su vida, que es competir. Muchos deportistas pasan por depresiones al perder la juventud y, con ella, la última oportunidad de competir para ganar lo que nunca ganaron. Muchos se suicidan y otros tantos terminan drogadictos: toda la juventud tirada en el esfuerzo y no llegar a ganar ninguna medalla porque no se era lo bastante malo como para abandonarlo a tiempo, ni lo bastante bueno para llegar a la cima. No hay mayor frustración que la de las medias tintas. Así, tarde o temprano llega un momento en que todo es insostenible y hay que cambiar, a lo que lo normal es que sin ayuda, la persona, despojada de lo que hasta ahora definía su vida, se derrumbe. No en vano tantos
coachs personales son exdeportistas, pues han tenido que aplicarse todo lo que predican ellos mismos para tirar adelante.
Resumiendo, que es normal que sientas ese sinvivir, si has llegado también a ése punto en el que ya lo ves como imposible. Yo, almenos, te comprendo perfectamente. Y para charlatería, la mía, sin ir más lejos; no creas que no lo veo. Pero por eso mismo lo digo, porque yo también sufro de un mal parecido -por esto me meto en esos temas-, y me da por el culo cuando tengo que afrontarlo. Por esto te lo digo, por compañerismo y para ver si, de tanto repetirlo, soy capaz de acabar creyéndomelo hasta yo. Sé que no resulta nada fácil, ni yo mismo sé como hacerlo.
Anda, un saludo.