HUMOS Y GRUMOS
Hace demasiadas olas
que tiré la toalla,
apenas quedan playas
en las que amerizar;
y ser es estar a solas
con la certidumbre
de que no habrá lumbre
que arda en nuestro hogar.
Exiliado en mi desierto,
postrado en la desidia
y, aunque sólo sea envidia,
condenado a sentir;
tan vivo como muerto,
aristócrata del verso zafio,
me pudro con mi epitafio:
"no se atrevió a vivir."
Tan cansado del hastío
de aburrir al tedio,
en mi mano el remedio
igual que humo se me esfuma.
Como nada doy, nada es mío,
únicamente este vacío
con geometría de cero.
Vida mía, que yo quiero
sólo zumo de tu espuma,
que como humo se me esfuma
entre arenas movedizas,
las palabras son cenizas
que me fumo con mi pluma
que se esfuma como el humo
de esta suma que consumo,
esperando el telón,
del reúma de este grumo
al que llamo corazón.
Y cómo explicar mis causas
cuando a la medianoche,
sin manos que me abrochen
contra una piel de mujer,
con la prisa de las pausas,
apuro un whisky barato
para soñar un rato
y poder dormir después.
Se me agarrotan los húmeros
marcado por el estigma
del universal enigma
de quién ser y a dónde ir;
el crucigrama de números
que va de la cuna al nicho
y se resume en el dicho
"sin pasión no hay porvenir."
Tan cansado del hastío
de aburrir al tedio,
en mi mano el remedio
igual que humo se me esfuma.
Como nada doy, nada es mío,
únicamente este vacío
con geometría de cero.
Vida mía, que yo quiero
sólo zumo de tu espuma,
que como humo se me esfuma
entre arenas movedizas,
las palabras son cenizas
que me fumo con mi pluma
que se esfuma como el humo
de esta suma que consumo,
esperando el telón,
del reúma de este grumo
al que llamo corazón.