Eso que has conseguido tómatelo como cebador para comenzar un juego. Quiero decir, que puedes emplear la experimentación con la trivialidad para probarte a ti mismo y para estudiar las reacciones de los demás, que siempre es algo curioso. Es interesante comprobar cómo al hablar sobre temas cotidianos la gente te responde de forma empática, se interesa más por ti y te tiene más en cuenta. La sencillez temática no tiene por qué implicar necedad, sino que es algo que está relacionado más con la parcela sentimental, y es ahí donde se generan los nexos de unión entre las personas. Sentir que uno es escuchado y considerado como uno más de la manada es una experiencia satisfactoria, menos en casos de anti-sociabilidad, qué duda cabe. Pero para ello es necesario “humanizarse” ante los demás, incluso que vean tus defectos, y mostrar interés por el prójimo, aunque sea falso. Precisamente una de las diferencias que tenemos con los extravertidos es que nos cuesta ser falsos, pero en muchas situaciones puede ser necesario. También nos cuesta ser sinceros cuando tenemos que serlo. Es decir, conjugar falsedad con sinceridad de forma hábil, para inducir las emociones que crean vínculos.
Otro problema es que los fs corremos el peligro de la adicción al calor humano conseguido, que es subjetivamente muy superior a las personas que están acostumbradas al trato informal, pudiendo convertir la experiencia a largo plazo en algo empalagoso e irreal, discordante con nosotros mismos. Quizá todo provoque el regreso al caparazón…
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