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"En el sendero de la evolución de la conciencia, la madurez interior y la integración psíquica, la mente puede ser un gran escollo. De hecho, por lo general lo es. Como durante años no hemos cultiva*do, atendido y cuidado la mente, ésta se ha ido dispersando, dete*riorando y neurotizando. La mente ha enfermado, se ha cristaliza*do, ha entrado en un circuito viciado de reactividades que se retroalimentan creando confusión, desorden, insatisfacción y caos. Una mente así genera sufrimiento, tensión, división y conflicto. Es la mente de la gran mayoría de los seres humanos, que engendra avidez, ira, celos, envidia, vanidad, agresividad y otras trabas. Esta mente se nos impone, nos limita, esclaviza y embota. Esta es preci*samente la mente que hay que cambiar, modificar, transformar. Porque:
— La misma mente que es enemiga, puede ser amiga.
— La misma mente que es un obstáculo, puede convertirse en aliada.
— La misma mente que ata, es la que libera.
— La misma mente que es un impedimento, es una preciosa herramienta para la autorrealización.
Todo se vive, se piensa, se siente y se hace con la mente. Luego, ¡cuan importante es la mente! Pero todo depende de qué enfoque, alimento y atención concedemos a la mente. Para bien o para mal, es una energía poderosa. No nos puede extrañar que los antiguos maestros de Oriente, y especialmente de la India, concibieran y en*sayaran numerosísimos métodos y técnicas para la purificación, con*trol, desarrollo y expansión de la mente. Hay un adagio que reza:
«Si pierdes la mente, te conviertes en un loco o en el Divino».
Si pierdes la mente, sin control; sin voluntad, sin lucidez, por*que la mente entra en el caos total y se extravía, te conviertes en un loco, un esquizofrénico. Pero si pierdes la mente vieja, con to*dos sus venenos y obstrucciones, sus adoctrinamientos e incorrectos enfoques, sus acumulaciones y condicionamientos, te conviertes en lo Inmenso, lo incondicionado. Hay muchas cosas que desalojar de la mente, para que pueda sobrevenir el espacio de quietud perfecta y silencio revelador. A menudo la mente es una pesadilla, un far*do, un cementerio doloroso. Ni siquiera permite el verdadero senti*miento de amor y compasión. Es una mente contraída, egocéntrica y falta de creatividad, frescura y vitalidad. Es un obstáculo en la búsqueda de nosotros mismos y en la búsqueda de los demás. So*bre esa mente confusa y caótica hay que trabajar. La alquimia se tiene que celebrar en su escenario. Hay muchas cosas que limpiar en la mente y mucho que drenar en su subconsciente."
RAMIRO A. CALLE
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