Yo, de hecho, llegué a irme de la ciudad donde viví siempre, entre otras cosas, por eso, para poder salir a la calle sin miedo a que me reconocieran. Sin embargo, hace cuatro años volví y ahora procuro no comerme mucho la cabeza, aunque el miedo sigue presente. Han pasado muchos años, pero creo que sigo siendo reconocible, sobre todo por la altura. Y no me parece plan teñirme o algo así drástico, no me vería.
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