Cita:
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Iniciado por xoshuega
Si conociese lo que te hace sentir desgraciado, quizá podría ayudarte.
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Te agradezco enormemente que te ofrezcas a ayudarme
xoshuega.
(Este comentario es muy extenso, lo cual está bueno porque lo van a leer sólo aquellos a los que realmente les quede algún resto de interés por lo que yo tenga para decir.)
Como te imaginarás
xoshuega, una descripción completa de lo que me sucede me llevaría páginas y páginas y páginas... como supongo les pasa a todos. Pero si he de hacer el intento, he de hablarte de lo que considero lo más destacado de mi problemática: no me llevo bien con mi cuerpo, jamás me sentí cómodo con él, lo detesto.
Ya desde muy chico recuerdo desear que ciertos aspectos de mi estética fuesen diferentes.
Mi familia ya sabe, por ejemplo, que si hay una reunión en casa en la que se van a tomar fotografías (un cumpleaños por ejemplo), yo me presto para una o dos, no más; y cuando traen las fotos reveladas, yo no las veo ni por joda, puesto que sé que si las miro no voy a hacer más que deprimirme y detestarme y odiarme aún más. A veces voy por la casa volteando los cuadros en donde aparezco (se podría decir que soy "fotofóbico").
Cuando voy al baño en la facultad y para ir a los mingitorios tengo que pasar frente a un espejo, lo hago colocando mi mano al costado de mi
cara, para no verme ni de reojo.
Eventualmente hay algún que otro día o momento o espejo o foto incluso en la que me veo más o menos bien, y entonces cuando me veo mal trato de recordar estos otros momentos y de repetirme "no sos feo, estás feo", como dándome a entender que si me veo mal ese día es por cosas que se pueden remediar fácilmente, cosas propias de ese día en particular, como ser que ese día el pelo no me quedó bien, o que mi elección de la ropa que me puse no fue acertada, etc. Pero esa frase no surte mayores efectos, y así es como infinidad de veces he cancelado turnos, para el dentista por ejemplo, ya que al momento de prepararme para salir me desagradó tanto lo que me devolvió el espejo (me digo: "yo así no me puedo mostrar"), que entonces voy y llamo para cancelar el turno y pedir para otro día; me pasa muchas veces de faltar a la facultad por esto mismo. Así, es cuando tengo que salir de casa para estar entre la gente cuando me doy cuenta realmente de cuánto me desagrado; el espejo me hiere una y otra y otra vez, y me obliga a repreguntarme constantemente por el sentido de mi lucha.
Cuando reúno fuerzas para ir a comprarme algo de ropa, cada vez que me paro frente al espejo del vestidor del local me dan ganas de romper en llanto. Y encima nada me gusta cómo me queda, así que lo típico es que me compre apurado algo en ese local, como para que el esfuerzo de la salida no haya sido en vano (y para no tener que repetirla), y así es como después la mitad de las cosas que compro terminan archivadas en el placard sin ser estrenadas jamás. O a veces directamente pido algo de lo que está en la vidriera, le digo al vendedor el talle, y me lo llevo sin siquiera probármelo, diciendo que es para regalo. Salgo tan poco a comprarme ropa que, aunque me avergüence admitirlo, prácticamente todo lo que uso es de regalos que me ha hecho mi familia.
Jamás hasta el día de hoy he encontrado un peinado, una forma de peinarme con la que realmente me sienta cómodo. Lo peor es después de bañarme; tanto es así que JAMÁS me lavo la cabeza inmediatamente antes de tener que salir a algún lado.
Durante ocho años seguidos hice algo con mi cuerpo que me avergüenza tanto que es creo de lo único que no me atrevería a hablar acá, ni siquiera desde el anonimato.
Para colmo de males, ahora como "adulto" debo lidiar además con unos dotes sexuales que dejan mucho que desear (una cuestión de tamaño
, no sé si soy claro!). ¡La ****, ni una sola tengo a favor, UNA!
En fin... Realmente no me agrada hablar de todas estas cosas, pues temo con esto dar la impresión de ser aún menos agraciado todavía de lo que soy en realidad. (A veces me consuelo pensando que tal vez lo mío sea en gran medida sólo una especie de ilusión, como para los anoréxicos, que ven algo que no son. ¿Pero acaso si a ninguna chica le interesa tu compañía ni se digna siquiera a dirigirte la mirada, resulta ahora que si sentís que no valés una mierda es eso una fantasí*a, un invento de tu imaginación?) Pero si realmente
xoshuega querés saber qué hace que me odie y me deteste tanto a mí mismo, no puedo obviar hablarte de todas estas cosas. Además, ¿qué me tendría que andar importando ahora ventilar estas cuestiones o dar impresiones erróneas cuando en definitiva en este momento ya nada tiene sentido para mí, y por ende todo debería darme exactamente lo mismo?
¿Qué hay del resto te preguntarás, de lo que no tiene que ver con lo estético? Mi conversación es insignificante, y mi silencio degenera en estupidez; desconocido por las mujeres, siendo, como soy, alternativamente y en una misma hora, hombre y niño, idiota cuando callo, las espanto al procurar agradarles (me pregunto qué las espantará más, si mis falencias físicas, estéticas, o las actitudinales, mi torpeza para la conversación, mi falta de seguridad, de madurez). Y un larguísimo etcétera. En resumidas cuentas, soy un desastre. Quiero aceptar mi realidad y dejar de hacer intentos inútiles, pero sigo cediendo ante la tentación de hacerme de compañía, sólo para descubrir luego una vez más la sentencia de mi tristísima existencia.
¿Hace falta que diga yo más?
No encontrar miradas en que reposen las mías, corazón para mi corazón; estar seguro de morir desconocido, sin haber sido jamás el amante de la mujer con cuya posesión he soñado; no resistir prender la tele y ver a un chico abrazando a un chica, estrechándola entre sus brazos, rodeando con sus brazos su cintura, como en esa propaganda de que "lo verdaderamente bueno de la vida despeina", o las de Sprite con su "las cosas como son", y tantas, tantas otras. Todo eso me destroza...
A veces, cuando me encierro en mi cuarto y me pongo con la guitarra, me da la impresión de que podría lograr cosas importantes como músico, y entonces me dan una ganas locas de dedicarme a full a ir tras eso; pero al rato voy al baño y paso frente al espejo y entonces allí todos mis sueños y mis proyectos se derrumban, se desmoronan, todo esfuerzo pierde sentido; así me pasa con todo, y así es como me he vuelto el ser inconstante que soy, y realmente no lo puedo evitar. Estuve hace un par de años durante un mes en una banda tocando el bajo, y aún recuerdo cómo el cantante a veces se me reía en la cara mientras bromeaba con que cuando tocásemos en vivo las chicas iban a andar tras de mí.
Ahora tengo que estudiar, tengo un parcial el martes, pero no puedo evitar malgastar gran parte de mi tiempo sentado en el piso de mi cuarto, en un rincón, a oscuras, llorando, escuchando por ejemplo ese tema de Coldplay que dice "tu no sabes lo adorable que eres...".
Sólo hay una cosa que me mantiene con vida: el deseo de no hacerle aún más daño a mi familia, de no arruinarles con mi muerte a ellos la vida. Pero en realidad, mi estado actual también les hace sentir angustia y hasta culpa, les impide disfrutar de sus vidas a pleno, por lo que en vida también en cierta forma les estoy arruinando a ellos las suyas; muchas veces hasta se enojan conmigo por mi situación, me dicen mis viejos que vivo acunando las dolencias, que por qué no hago mi vida, que no hago ningún esfuerzo por cambiar, que mi problema es que soy un cómodo, que me dan todo y no agradezco nada, que a mi edad ellos tenían problemas más graves y los solucionaron sólos... También se ponen mal porque lo que saben de mi problema lo saben sólo por lo que observan, ya que contarles algo a ellos es el mayor de los sinsentidos; y suelo ser motivo de peleas entre ellos, que discuten por ver quién tiene más culpa de que las cosas estén así para conmigo, o se recriminan que por qué el otro no hace algo para ayudarme. Así es que no sé, ya no sé qué sería lo mejor hacer, si aguantar "por ellos", o...
Como comentaba antes, al salir a la calle o prender la tele, o la radio incluso, todo, todo lo que veo, lo que escucho, todo tiene algo para lastimarte. El ver cómo los demás son como uno quisiese ser y no puede lastima demasiado. Estas malditas inhibiciones, esa maldita inseguridad, este maldito cuerpo, ese sentirme ridículo, insignificante, repulsivo, inferior... realmente es difícil encontrar las palabras exactas con las cuales describir el odio que llego a sentir hacia mí mismo...
Sé que no seré original con esto, pero hay un balcón en la facu al que le tengo unas ganas...!
