No sabía que otras personas tuvieran este tipo de costumbres. Yo más de una vez vuelvo a mi departamento sólo para comprobar que había cerrado el gas o que había echado llave a la puerta. Creo que estas costumbres empeoraron desde que trabajo con equipos muy delicados: para no quemarlos debo asegurarme de seguir un procedimiento estricto y, por supuesto, nunca debo dejarlos encendidos más de lo necesario. Creo que estas normas laborales se extendieron gradualmente a todo lo que hago.