Algo de cierto puede haber en todo esto; de hecho, es fácilmente comprobable.
Según uno de los postulados de la PNL (programción neurolingüística), la carga emocional negativa se aminora si nos vemos a nosotros mismos en tercera persona.
Cuando visualizamos en nuestra sesera algún evento de nuestro oscuro pasado que en su momento lo vivimos con un estado de angustia rayano el paroxismo (aquélla fatídica exposición oral, esa otra tragicómica entrevista laboral...), lo hacemos en un estado asociado, es decir, reproduciendo en nuestro vídeo particular el suceso tal y como acaeció, evocando asimismo unas sensaciones similares a las que nos atormentaron otrora.
En cambio, si procedemos al visionado del recuerdo de manera disociada (como si fuésemos privilegiados espectadores), el nerviosismo, la zozobra y demás bailes de San Vito, se reducen sobremanera.
Si aprendiésemos a hacer uso de este mecanismo en tiempo real, es probable que algunas situaciones sociales nos generasen menor grado de ansiedad.
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