Soy un hijo de la transición... ahora lo comprendo todo.
Nacimos en tiempos convulsos en los cuales España todavía tenía unas raíces fuertemente ancladas en los tiempos atávicos de la dictadura... Nuestros padres hicieron lo que buenamente pudieron por adaptar su mentalidad, conformada por los ritos religiosos y la moralidad sin fisuras ni matices, a un inimaginable paraiso de la libertad y el desarrollo de la voluntad individual. Y en muchos casos fallaron...
No, no dirigiré mi dedo acusador a los rostros de nuestros seres queridos... Ya lo hice, más de una vez, y no sirvió de nada. Principalmente porque se trata de un problema compartido. Los dogmáticos padres iniciaron el mecanismo y los apocados hijos se doblegaron a el.
Yo nací en la primera mitad de los años setenta. No hace falta seguir la, en mi opinion, espantosa serie "Cuentame" para poder entender aquella época... El escándalo Watergate, la rivalidad USA-URSS en la guerra fría, los últimos años de la guerra de Vietnam y, lo que más nos importa, el final de las dictaduras ibéricas. La muerte de Franco va a posibilitar el establecimiento de la democracia, la progresiva liberación de la mujer y otros logros en el campo de lo social, de los cuales seguimos beneficiandonos hoy en día.
Pero estas cosas las podeis ver en un anuario... Lo que quiero transmitiros es que mientras nosotros comenzabamos nuestra azarosa existencia, nuestros padres todavía seguian tan reprimidos y acobardados por una tiranía paternalista como la de Paco.
He podido contemplar en mi propia familia y en las de otros cómo los hermanos/as pequeños en un breve lapso de tiempo nos superaban y adquirían unas cotas de libertad y autonomía que a nosotros nos resultaba imposible alcanzar... y nos sigue resultando toda una odisea.
El cambiante grado de aperturismo y de tolerancia, la creciente laxitud en el seguimiento de "valores" nacidos de un catecismo obsoleto, la búsqueda de un culto al cuerpo y un hedonismo, a veces mal entendido, pero necesario por oposición a la represión y a la austeridad monacal, todo eso ha influido en nuestros padres y, de ellos, a sus hijos menores, que se han beneficiado de todo ello, sirviéndoles como preparación a un mundo libre que es el de hoy en día.
Por el contrario, nuestro caso es el de unos niños a medio camino entre dos formas de entender la vida, confundidos por las enseñanzas que adquirimos en los primeros años de nuestra existencia, que chocan frontalmente con una libertad que nos abruma y nos inhibe, dejandonos como los monos de un experimento de indefensión aprendida, encerrados en nuestras casas, temerosos de la tremenda libertad que se nos ofrece y escapando de cualquier toma de decisiones adulta y racional.
Estoy convencido de que muchos de los miembros de esta generación necesitamos/necesitaremos ayuda psicologica/psiquiatrica urgente. Si bien algunos hayan podido adaptarse a la nueva realidad, el caso es que es un hecho que personas como algunos amigos y yo, situados en una pequeña ciudad en la que los valores del antiguo regimen han sido antinaturalmente prolongados y resguardados, hemos sido afectados a perpetuidad por esta lacra de la fobia social, de la timidez, de la rigidez moral, de la no expresividad, de la no demostración de afectos, de la soledad, de la misoginia y del rechazo más absoluto a nuestros propios cuerpos, al más puro estilo aristotélico-medieval del predominio del alma inmortal sobre la vulgar y rastrera materia.
A continuación os ofrezco a modo de recuerdo algunos de los hallazgos culturales de aquella época. Vale aquella frase de: "No están todos los que son pero son todos los que están"
etc etc etc