Iniciado por Aristarco
Un objetivo difícil, pero ¿no acaso el más importante de cualquiera de nuestras vidas? Cargamos un pesado fardo mental, nuestro cerebro está sobrecargado con pedruscos a los que cada día, como una ostra que fabrica una perla, vamos añadiendo una capita más. Al final esos pequeños granos en un principio se hacen enormes y la vida se ve totalmente atascada por ellos. Lo notamos en que estamos nerviosos, en que damos vueltas una y otra vez a lo mismo, en que tenemos déficits personales, dificultades, emociones negativas, problemas para pensar con claridad etc... Todo síntomas de una misma cosa: no ser libres. Una opción que siempre tenemos disponible, pero por la que no solemos optar. No tenemos la fuerza suficiente para hacer una limpieza a fondo a nuestra cabeza y en definitiva, a nuestra vida.
Estoy seguro de que algunos vais a reaccionar de este modo: ¡vaya, cuanto tiempo Aristarco, por lo que veo sigues con tus mensajes sacados de algún libro de autoayuda ! Yo no creo en el "si quieres, puedes" la cosa no es tan sencilla. Pero imposible no hay nada. Todos tenemos problemas, son problemas reales que quizás solo tú mism@ entiendes. Perfecto. Pero no son imposibles de eliminar. Había antes un mensaje publicado que decía algo parecido a: creemos ser libres pero no lo somos. Y es verdad. Muchos creen que tienen el "derecho" de mantener sus problemas y que viva la diferencia, lo cual es solo una justificación de su propia esclavitud personal.
Lo cierto es que ser libres no es nada tan extraordinario ni supremo (al menos tal como yo lo entiendo) y convertirlo en una elección es quizás lo mejor que podamos hacer. Y se pueden dar pasos hacia ella. Ultimamente me he dado cuenta de un paso muy importante, vital: apagar el pensamiento. Sí, las cosas que se hacen en respuesta directa a lo nuevo son las que más libres nos hacen. Nos hace unos seres capaces de reaccionar. No así aquello que hemos preparado. Por ejemplo, estás pensando en una conversación próxima, y pensando sobre lo que vas a decir. Luego te encuentras aturado porque no sabes cuál es el mejor momento para decir la brillante perla que habías hecho crecer en tu interior. O quizás haces una cosa por un compromiso y no porque realmente te interesa hacerla. En esos momentos pierdes libertad. En el momento en que te preguntas por qué esto o aquello, o incluso "todo" te va mal, estás dejando gotear la libertad a cada segundo. O cuando tienes una idea de lo que vas a ser en el futuro y eso te lleva a desaprovechar otras oportunidades más cercanas. Sí, nada de lo que pensemos nos puede hacer libres. Ni ganar un debate, ni una partida de ajedrez, ni una apuesta. ¿Qué es entonces, y dilo ya, lo que nos hace libres?
Libertad es conexión. Estar vinculados con nuestro entorno, con las personas, estar metidos en lo que hacemos, en lo que decimos, hacerlo con motivación e interés. Sí, eso que tantos pierden. El placer y la satisfacción de estar haciendo algo útil e interesante, al menos yo lo diría así no es la única forma. De estar participando, formando parte de algo más allá de ti mism@. ¿Qué es lo que hace que te sientas mal ahora, o en esos momentos de angustia, soledad y desesperación? No puede ser más simple: que algo falta o que algo sobra. Lo extraño, hay algo interrumpiendo tu existencia. ¿Cómo saber lo que hace falta? Primero apaga tu mente, por completo. Que no te distraiga, que no haya valoraciones, que no tenga ambiciones. Cuando lo hayas logrado, creerás que has bajado de escalón y que todo va peor. Pero lo cierto es que solo entonces te estarás observando de verdad a ti mism@. Si es más bajo, deja que lo sea. Mira todos tus defectos, tus fallos, tus presiones internas. Ahora estás tocando los barrotes que encierran tu libertad. Toma una lija y empieza a usarla para cortarlos. Trabaja desde dentro, no dejes que la mente te enturbie. Tus emociones van a empezar a sentirse con fuerza, quizás no puedes controlarlas. Sigue así y cuando te veas capaz intenta seguir la dirección que tu interior te está diciendo. Intenta llevar esas emociones a nuevas cotas haciendo algo nuevo, algo que no te atreviste antes, algo que te hubiera parecido raro o extraño.
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