¿Porqué? ¿Porqué? ¿Porqué? ¿Porqué? ¿Porqué? ¿Porqué? ¿Porqué?
Ya estoy hasta las narices!
No me da la gana seguir comportándome de esta manera... sabiendo que no hay nadie fuera de mí que me haga tanto daño como el que me estoy haciendo yo mismo. ¿Pero cómo no soy capaz de darme cuenta de lo que me hago?
Es absurdo! Sentirse humillado por gentes embrutecidas por el alcohol o las drogas, por chulangas de discoteca cuya única virtud a ojos vista es moverse como peces en el agua entre la gente.
Buscaré la manera. Me enfrentaré una y mil veces a mis temores hasta que desaparezcan. No viviré eternamente ni creo en otras vidas de repuesto; no puedo pasar abotargado los años que me queden.
Tengo derecho a sentirme pleno. Mis años de introversión me han hecho más observador, paciente, prudente y sabio que muchos.
Y esto tiene que saberlo el mundo.