Cuando dos personas se conocen y logran confianza (y no importa si son pareja o son amigos o son familiares) suele ser porque tienen algún tipo de afinidad. Sin embargo, algunas veces me ocurre que cojo confianza con alguien y luego de la noche a la mañana la pierdo. Si un día tengo una discusión con alguien, muy dificilmente lograré recuperar mi relación con esa persona. A veces me da por pensar que es una cuestión de actitud, que la culpa la tengo yo o la tiene la otra persona, que sólo es dar un paso, pero ahora pienso diferente.
Si las dos personas llegaron espontáneamente a una situación de distanciamiento, inconscientemente la próxima vez que me dirija a esa persona voy a ser más precavido, trataré de agradarle y por tanto de adaptar mi carácter a esa persona. Pero en realidad es un arma de doble filo. Haciendo esto pierdo por otro lado: pierdo confianza en mí mismo y necesito recuperarla con otras cosas.
La situación en que estoy distanciado o enojado con alguien no es la situación natural de acuerdo con nuestra afinidad, pero tampoco la situación inicial en que me siento agusto y eufórico lo es. En los dos casos son estados transitorios, en donde la falta de conocimiento sobre la forma de ser del otro me lleva a comportarme como me imagino que esa persona me aceptará. Esto en algunos casos da lugar a errores, y esos errores son los responsables de estas inestabilidades. La situación se acaba corrigiendo cuando aprendo a conocer a alguien y nuestra relación deja de ser un infierno o un paraíso a ser una relación sin más.
Como ya mencioné, a veces cometo el error de creer que cuando estoy en un mal momento con una persona, todo va a arreglarse disculpándome o perdonando, pero no me doy cuenta de que nuestra discusión no fue una casualidad, que sólo fue la última de una serie de putadas mutuas, muchas veces hasta inconscientes por ambas partes (máxime al principio).
La primera vez que una persona se ve atacada (en la medida que sea, porque puede ser algo que la otra persona sabe que va a tolerar), la tendencia es atacar en la misma medida. Pero esa "misma medida" es de acuerdo con su percepción personal de qué es igualmente ofensivo que lo que ella ha soportado, y por tanto está basado en una estimación de cómo se lo va a tomar el otro. Si las dos personas son más sensibles a los ataques ajenos que a los ataques que cada una comete, por una parte se sentirán muy ofendidos y por otra considerarán que su respuesta a la ofensa es hasta tibia; pero la otra persona, al estar en el punto opuesto, sentirá lo mismo al revés. El resultado es que cada vez las ofensas son mayores hasta que la relación se jode.
Una vez que eso ocurre, pueden darse dos cosas:
- Que el distanciamiento haga pensar a esas dos personas y darse cuenta de sus propios fallos, haciéndolas más sensibles a la otra persona y cambiando su sensibilidad hacia el otro de tal forma que la próxima vez que se vean atacadas no respondan con tanta virulencia. Esto propiciará que las escaladas de tensión no crezcan indefinidamente.
- Que lo anterior no ocurra, sea por incapacidad de cambiar de ambos, por la cerrazón de ambos, o por lo que realmente estamos seguros que es: porque no.
A este último caso me estoy refiriendo. Ahí las dos partes podrían pensar que en realidad están en el caso bueno, y que la otra persona y/o uno mismo ya han cambiado suficientemente con el alejamiento como para que la relación funcione. Pero si no es así, al retomarla se manifiesta lo contrario. En esto estoy pensando ahora: si nada ha cambiado desde la última discusión, la relación va a llegar al mismo punto. Es inevitable aceptar que la expectativa que teníamos de la relación no se va a cumplir, y así cedemos en favor de la otra parte.
Hay que reconocer que esto es una simplificación, que lo que ocurre realmente es más complejo porque no sólo hay dos personas, sino una sociedad entera. Por ejemplo, si una de las personas tiene un importante apoyo social, es difícil que cambie su forma de actuar para ser más sensible a la persona con la que se ha distanciado, en primer lugar por el mayor apoyo emocional de los numerosos amigos que tiene; en segundo lugar porque no es tan dependiente de esa persona y puede buscar a más que le den lo que buscaba en la que perdió.
Con esto quiero decir que no es tan fácil decir que las relaciones se arreglen queriendo y listo. Querer es un factor, pero ni es independiente de los demás factores (querer depende de poder) ni todos los factores dependen de que quiera (no todo depende de que quiera). Podemos tomar decisiones sobre los factores más a mano pero no controlamos cómo estos influyen en otros y cómo lo que hacemos circula por la realidad hasta que nos es devuelto. Hace falta ser mucho más inteligente de lo que parece para superar este problema.
En fin, ya me he ido por las ramas como de costumbre. Me gustaría que alguien comentase sobre algún caso en que como yo se han dado de bruces con la realidad, sobre todo en lo que respecta a no perder las ganas de tener una buena relación con alguien, o qué opinan sobre todo esto.