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Antiguo 09-nov-2012  

Otro dia lo leo.
 
Antiguo 09-nov-2012  

Cita:
Iniciado por matilde83 Ver Mensaje
la vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan.
Esto me recordo a "Siente el pensamiento, piensa el sentmiento" de Miguel de Unamuno.

Tan contadas respuestas en un post tan bueno.

Me encanto el detalle de los ratones, es una historia que vale la pena recordar.

Nunca sabes cuan fuerte eres, hasta que ser fuerte es la única opción.
 
Antiguo 09-nov-2012  

Mejor luchar siempre si es posible tener fuerzas y la mente no queda cegada del todo,lo digo porque a mi personalmente a veces me parece complicado luchar.Siempre y sin duda alguna,será lo mejor.
Me gustó mucho.
saludos.
 
Antiguo 09-nov-2012  

no se ahogo, pero tampoco consiguio salir del cubo.. se queda estancado, vivo pero sin salida, no se si la metafora de mi vida cuadraria mas con dejarse ahogar (renuncia) o con quedarse en la nata (conformismo, sobre algo que pocos llamarian 'nata')
 
Antiguo 09-nov-2012  

Al margen de la lucha extrema por la supervivencia, yo creo que el optimismo como estilo de vida quizá sea más importante que los propios objetivos a cumplir. El optimismo como objetivo en sí mismo (llámese alegría de vivir)...

Última edición por Auto-Obstáculo; 09-nov-2012 a las 19:29. Razón: Detalles...
 
Antiguo 11-nov-2012  

Antes se oía con frecuencia, con demasiada frecuencia, que la gente tenía complejos, sufría sentimientos de inferioridad en determinadas capacidades. Eran las inutilidades físicas, las secuelas de una enfermedad, la estatura, la fealdad, la obesidad o la extrema delgadez las causas que, conscientemente, hacían a una persona sentirse en dificultad para resolver la convivencia con los demás y alcanzar los objetivos de su vida.

Era frecuente que esas personas en un esfuerzo, en un gran esfuerzo, utilizando recuersos que todos los seres humanos tienen en reserva, consiguieran obtener metas muy superiores a otros más sanos, más favorecidos por la naturaleza e incluso con superiores niveles intelectuales y mejores facultades físicas.

Todo hay que atribuirlo a un fenómeno conocido de siempre que es que las capacidades y las aptitudes de los seres humanos sólo son usadas en muy pequeñas proporciones, dejando en reserva, a veces toda la vida, una serie de recursos importantes para enfrentarse y resolver las dificultades de la vida.

Ahora, por el contrario, lo que a diario se oye es que estamos en, bajo, sobre, con el estrés, queriendo dar a entender que estamos bajo la fuerte losa de una carga de situaciones que nos hacen sufrir, nos dañan y peor aún que nos sentimos incapacitados de salir de ello. Es muy frecuente oír repetir una y otra vez, con el rostro inmóvil, la mirada fija, los hombros y los brazos caídos, las manos temblorosas y húmedas, y el cuerpo encorvado, que no podemos seguir adelante. Nos sumergimos en la depresión, nos empapamos y ensopamos de pastillas, y navegamos por los campos de la indiferencia sin poner los medios para salir de tan deprimente situación. Es una clara aceptación de no poder con todo lo que nos rodea porque nuestras escasas fuerzas están agotadas.

Olvidamos o ignoramos lo que antes se sabía y ahora se conoce mejor: las amplias posibilidades que tiene el ser humano para reaccionar a lo que quiere arrinconarlo y precipitarlo por la pendiente del abandono. Es la inteligente interpretación de la dificultad como un reto que engendra nuevas conexiones en nuestra mente, que permiten utilizar zonas inéditas capaces de resolver los problemas mas difíciles; de movilizar nuestras reservas físicas para hacer frente a las limitaciones corporales, y de agudizar nuestros sentidos para compensar las disminuciones y las desviaciones.

Lo que no buscan la superación no quieren vencer el reto; no oyen o no quieren oír los gritos de la tempestad que en el alma se produce buscando una salida de libertad, de salvar las dificultades. Insensibles a la sacudida interior de seguir buscando sentido a la vida, tapan el ojo interior, el de las vergüenzas internas y el de los propios reconocimientos, y, sin superar las dificultades, se refugian en el alcohol, las drogas, en aislamientos o esperan pacientemente que llegue la grave y liberadora enfermedad; pasan por la vida arrastrando el pesado saco lleno de conflictos que no saben vaciar, escondidos en el pánico, los miedos, las ansiedades y las depresiones, porque prefieren ignorarse a sí mismos o, simplemente, no desean luchar por la vida.

Nos admiramos cuando leemos las dificultades que han podido superar los internados en los campos de concentración, los náufragos, los que han sido sometidos a encarcelamientos injustos. Hay que ver lo que han rebasado los perseguidos por cuestiones económicas, los insultados, los desprestigiados por la envidia, los maltratados por la sociedad. Los que han estudiado estas cuestiones afirman qeu en el alma humana dormitan poderosas energías psíquicas, y que los pensamientos y los deseos de los hombres sobre el mundo que los rodea tienen una fuerza superior a todas las potencias que podemos suponer.

Últimamente he leído en una revista las posibilidades de trabajo que tienen muchos enfermos o minusválidos para desarrollar actividades importantes, aunque lo hagan con las limitaciones de sus propios defectos; pero con la utilización de las reservas físicas y psíquicas consiguen plena productividad. Es buen ejemplo para muchos que con pequeñas enfermedades o escasos defectos no trabajan, y una gran llamada para las empresas para que utilicen a hombres que, aun con dificultades, pueden ser grandes productores. El gran Ford contrataba en sus empresas a trabajadores con defectos y obtenía unos resultados muy buenos.

Lo importante es reconocer el reto que es la vida y buscar ante las dificultades de esta soluciones; intentar salvar las barreras que nos rodean, que nos ponen todos los días y conseguir caminar por senderos abiertos con un gran esfuerzo diario para conquistar un clima interior compatible con un gran deseo de vivir, de continuar la vida, porque superados los muros de la dificultad detrás encontraremos muchas posibilidades de felicidad. Es un reto que hay que resolver a diario y que cada uno de nosotros tenemos que vencer por las rutas interiores de su propia personalidad.

Las dificultades son retos que nos ponen a prueba, no podemos quedar aplastados por ellas ni convertirlas en sufrimiento continuado, sino que por el contrario hay que superar porque poseemos muchos recursos y herramientas para ello. Cada uno que utilice sus propias posibilidades y busque sus soluciones antes de abandonarse a la indiferencia.

Última edición por matilde83; 11-nov-2012 a las 02:32.
 
Antiguo 12-nov-2012  

Cita:
Iniciado por matilde83 Ver Mensaje
Antes se oía con frecuencia, con demasiada frecuencia, que la gente tenía complejos, sufría sentimientos de inferioridad en determinadas capacidades. Eran las inutilidades físicas, las secuelas de una enfermedad, la estatura, la fealdad, la obesidad o la extrema delgadez las causas que, conscientemente, hacían a una persona sentirse en dificultad para resolver la convivencia con los demás y alcanzar los objetivos de su vida.

Era frecuente que esas personas en un esfuerzo, en un gran esfuerzo, utilizando recuersos que todos los seres humanos tienen en reserva, consiguieran obtener metas muy superiores a otros más sanos, más favorecidos por la naturaleza e incluso con superiores niveles intelectuales y mejores facultades físicas.

Todo hay que atribuirlo a un fenómeno conocido de siempre que es que las capacidades y las aptitudes de los seres humanos sólo son usadas en muy pequeñas proporciones, dejando en reserva, a veces toda la vida, una serie de recursos importantes para enfrentarse y resolver las dificultades de la vida.

Ahora, por el contrario, lo que a diario se oye es que estamos en, bajo, sobre, con el estrés, queriendo dar a entender que estamos bajo la fuerte losa de una carga de situaciones que nos hacen sufrir, nos dañan y peor aún que nos sentimos incapacitados de salir de ello. Es muy frecuente oír repetir una y otra vez, con el rostro inmóvil, la mirada fija, los hombros y los brazos caídos, las manos temblorosas y húmedas, y el cuerpo encorvado, que no podemos seguir adelante. Nos sumergimos en la depresión, nos empapamos y ensopamos de pastillas, y navegamos por los campos de la indiferencia sin poner los medios para salir de tan deprimente situación. Es una clara aceptación de no poder con todo lo que nos rodea porque nuestras escasas fuerzas están agotadas.

Olvidamos o ignoramos lo que antes se sabía y ahora se conoce mejor: las amplias posibilidades que tiene el ser humano para reaccionar a lo que quiere arrinconarlo y precipitarlo por la pendiente del abandono. Es la inteligente interpretación de la dificultad como un reto que engendra nuevas conexiones en nuestra mente, que permiten utilizar zonas inéditas capaces de resolver los problemas mas difíciles; de movilizar nuestras reservas físicas para hacer frente a las limitaciones corporales, y de agudizar nuestros sentidos para compensar las disminuciones y las desviaciones.

Lo que no buscan la superación no quieren vencer el reto; no oyen o no quieren oír los gritos de la tempestad que en el alma se produce buscando una salida de libertad, de salvar las dificultades. Insensibles a la sacudida interior de seguir buscando sentido a la vida, tapan el ojo interior, el de las vergüenzas internas y el de los propios reconocimientos, y, sin superar las dificultades, se refugian en el alcohol, las drogas, en aislamientos o esperan pacientemente que llegue la grave y liberadora enfermedad; pasan por la vida arrastrando el pesado saco lleno de conflictos que no saben vaciar, escondidos en el pánico, los miedos, las ansiedades y las depresiones, porque prefieren ignorarse a sí mismos o, simplemente, no desean luchar por la vida.

Nos admiramos cuando leemos las dificultades que han podido superar los internados en los campos de concentración, los náufragos, los que han sido sometidos a encarcelamientos injustos. Hay que ver lo que han rebasado los perseguidos por cuestiones económicas, los insultados, los desprestigiados por la envidia, los maltratados por la sociedad. Los que han estudiado estas cuestiones afirman qeu en el alma humana dormitan poderosas energías psíquicas, y que los pensamientos y los deseos de los hombres sobre el mundo que los rodea tienen una fuerza superior a todas las potencias que podemos suponer.

Últimamente he leído en una revista las posibilidades de trabajo que tienen muchos enfermos o minusválidos para desarrollar actividades importantes, aunque lo hagan con las limitaciones de sus propios defectos; pero con la utilización de las reservas físicas y psíquicas consiguen plena productividad. Es buen ejemplo para muchos que con pequeñas enfermedades o escasos defectos no trabajan, y una gran llamada para las empresas para que utilicen a hombres que, aun con dificultades, pueden ser grandes productores. El gran Ford contrataba en sus empresas a trabajadores con defectos y obtenía unos resultados muy buenos.

Lo importante es reconocer el reto que es la vida y buscar ante las dificultades de esta soluciones; intentar salvar las barreras que nos rodean, que nos ponen todos los días y conseguir caminar por senderos abiertos con un gran esfuerzo diario para conquistar un clima interior compatible con un gran deseo de vivir, de continuar la vida, porque superados los muros de la dificultad detrás encontraremos muchas posibilidades de felicidad. Es un reto que hay que resolver a diario y que cada uno de nosotros tenemos que vencer por las rutas interiores de su propia personalidad.

Las dificultades son retos que nos ponen a prueba, no podemos quedar aplastados por ellas ni convertirlas en sufrimiento continuado, sino que por el contrario hay que superar porque poseemos muchos recursos y herramientas para ello. Cada uno que utilice sus propias posibilidades y busque sus soluciones antes de abandonarse a la indiferencia.
Cuando cambias la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma

Vivir en estado de víctima nos atrasa. Mientras nos lamentamos, no vemos alternativas y mucho menos logramos avanzar.

Convertir el dolor en valor, porque el valor cambia la visión de la vida y aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.

Nunca sabes cuan fuerte eres, hasta que ser fuerte es la única opción.
 
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