En estos momentos me encuentro muy solo. Con una madre alcohólica de la cual dependo económicamente, un padre que no sabe que existo, una hermana estúpida, sin amigos ni pareja.
Cada vez que alguien me sonríe, siento ganas de abrazarlo y pedirle que sea mi amigo, así de desesperado y desamparado me siento. He buscado en los chats de ambiente a ver si consigo a alguien interesante para una amistad, y, nunca, pero jamás aparece. Todos buscan placeres superfluos que no van conmigo. Son cosas que yo también disfruto, claro está, pero son aspectos banales de la vida, que, realmente no alimentan mi espíritu. Deseo tener al lado a alguien con alma poderosa, no a un pendejo, de los que un 95% de la población está formada, según me he de dar cuenta.
Aun así, hoy medité algo interesante: ¿para qué? ¿para qué esa eterna busca de otra persona? Me miré en el espejo y sentí algo nuevo, diferente, especial; vi frente a mi a mi mejor amigo, al cual debo admirar más que a nadie, con el que debo compartir solo lo mejor de sí. Y, ¿saben? Sentí una mejoría anímica instantánea! Me di cuenta, casi fugazmente, de cuándo me quiero, de cuánto me deseo, de cuánto me admiro!