La navidad es una celebración de masas, y como tal arrasa con aquellos que no queremos participar de ella. Es la dictadura de la navidad: o participas o se te jode.
Lo mismo pasa con los cumpleaños y demás celebraciones estúpidas; se tratan como si fuese obligatorio celebrarlas para todos, cuando en realidad son sólo opciones personales. Yo no quiero celebrar mi cumpleaños ni el de nadie, por lo tanto no felicito a nadie aunque sepa que es su cumpleaños, ni siquiera aunque me lo diga. Y nadie tiene por qué hacerme sentir culpable por no hacerlo. Tampoco admito que nadie me felicite.
Lo mismo pasa con la navidad: el que quiera celebrarla que lo celebre en su casa, pero que no dé por hecho que los demás también la celebramos sólo porque somos occidentales. Tampoco acepto que nadie me felicite las fiestas, porque con ello me hacen partícipe de la navidad a la fuerza.
La imposición de la **** navidad la siento cada año como si los musulmanes que viven en España me impusieran celebrar el ramadán.
Resumiendo, quien quiera celebrar esta maldita fiesta, que la celebre, pero que no crea que a todo el mundo nos gusta ni la queremos celebrar. Que no felicite a nadie si no está seguro de que esa persona también participa de su afición navideña. En otras palabras, a los que les gusta la navidad, que la celebren entre ellos y dejen a los demás en paz.