Siempre lo digo. Las personas no se ven especialmente influenciadas por momentos cortos, por intensos que sean, sino que lo que las hace son toda una vida, que, a lo sumo, hace ver ese momento de determinada manera, tal vez, estallando una burbuja. Pero la culpa no es solo de la aguja, es de la burbuja. Por eso, es imposible por ejemplo explicar lo que es sufrir un abuso, de cualquier tipo, por eso quienes son abusados rara vez lo explican, porque la verdad es, que nadie va a entenderlo si no se toma su tiempo. Y para cualquiera que por el motivo que sea dedique tiempo a eso, sabe que dedicar tiempo a pensar en los demás es tan raro hoy día que está etiquetado como enfermedad mental.
El niño tiene 10 años y observa a sus compañeros. Trata de comprenderlos, instintivamente, trata de que ellos le comprendan también. Pero ellos están ciegos, poseídos por una euforia extraña que al mismo tiempo los tranquiliza.
Una de las niñas le pega una colleja “eres fato, mírate, tienes cara de fato ¿por qué tienes cara de fato?” sin embargo la niña no es sádica, se siente bien al hacerlo, pero es porque tiene miedo. El niño lo sabe, lo entiende perfectamente, puede ver la debilidad que la conforma y a menudo queda patente. Se aleja de ella, pero todos los compañeros son iguales, al acercarse a su sitio alguien le pone una zancadilla… él sonríe, con una sonrisa triste, como respuesta al que se la puso. Se trata de un tipo con una manera de hablar que solo se puede definir como entonación de gay “o sea, ¿me estás entendiendo? Super fuerte tía”. Es raro que el protagonista solo sienta dolor por los demás. Llega el director, alguien ha escrito en una pared con unos colores y está hecho una furia, la pared pone el nombre del prota, no lo ha escrito él, pero el director está hecho una furia, colorado. El prota se siente tranquilo al oír esos gritos, se nota que el tipo se está conteniendo, le resulta gracioso que los demás parezcan asustados, desde luego los demás no conocen a su padre.
Acaba en ese sitio, sube al coche, conduce su madre. En algún momento de su infancia madre era sinónimo de protección, ahora es solo sinónimo de dolor. Prota es… abrumadoramente bueno, ¿debido al dolor de haber sido convencido de ser algo malo?, acusado de pensar cosas malas, desde muy temprano, nunca es bueno que unos padres traten a su hijo como a un monstruo. El prota sin embargo nunca ha hecho nada travieso, a no ser, pegarse siempre por defensa. Pero su madre no confía en él, no lo comprende, siempre lo ha llamado “demasiado orgulloso” y lo ha condenado por ello y aunque él diga que no lo ha escrito, ella sigue diciendo que “confiese”… y duele, es como alejarse de algo que se rogaba para que fuese verdad. El prota llora “pero es que yo no fui” pero las acusaciones nunca paran. Y al llegar a casa, con el padre, es peor, da más miedo, no tiene autocontrol, llega la violencia. Finalmente el prota confiesa un acto que no ha cometido, entonces, toda la hostilidad cesa por parte de sus padres de manera automática y le dan un abrazo. Ese abrazo produce una sensación que el prota solo recordará años más tarde, muchos años… cuando vuelve a sentir… algo parecido al amor y se da cuenta de algo horrible. Peor que las nauseas. Las hostias dolían menos. Una vez confesado el crimen no cometido, todo se disculpa ¿no es raro? ¿acaso es que mentir era mayor crimen? Pero no, no es así, no solo es eso, algo hay de naturaleza desconocida en ese asunto.
Al día siguiente va al colegio, no era el sitio del día anterior, eso era una academia de inglés. Ahí hay otros niños, los saluda… son menos agresivos, solo a veces, en grupo, cuando les llega la euforia tonta… y siempre el prota trata de forjar lazos, les da otra oportunidad, perdona. Se siente solo. Es un sitio más grande, es relativamente fácil alejarse de los demás y así pasa la mayor parte del tiempo. Envidia a su “amigo” porque se lleva bien con todos. ¿Por qué a él suelen odiarle? Se dirige a sus “amigos” (que también le hacen bulling, pero menos) y pregunta ¿es impresión mía o la gente se mete más conmigo que con los demás? Hasta ellos lo admiten. Por algún motivo que desconoce, es medio famoso en el colegio, le conoce gente de todas las clases. Y eso que él no quiere llamar la atención. Y siempre que está a solas con algún grupo, siempre, le atacan. Día tras día los comentarios le meten en la cabeza que es diferente, lo cual sin duda lo va volviendo algo diferente.
Hubo un tiempo, recuerda, en el que lo pasaba mal en el colegio pero llegar a casa era una liberación, ahora es peor.
Hay una ley de vida, que es que si recibes, o te haces resistente a lo que recibes, o desapareces. Así que en cierto sentido, el prota se va haciendo más “resistente” que los demás. Esas cosas no van consigo. En realidad el Universo no va consigo, nunca nadie le ha ayudado a nada, no hay nadie “como él” allá afuera. Piensa en salir a la calle con un cartel buscando a alguien “como él”, porque… no son como él, todos lo ven, todos lo entienden, llora por las noches, porque sabe que le pegarán si lo hace. Llora también dudando. Pues los ataques a los demás, siempre son para nublar su concepto de si mismos. Y así comienza a autoanalizarse a un nivel superior al de la media, a si y a los demás, siempre en busca de ataques.
Y se va generando también un pequeño monstruo, ¿quién no fantasea a veces con partirle la cara a alguien cuando está en un pronto? Pero los “prontos” han sido erradicados de la vida del niño, amputados desde pequeño. No quedan prontos. Y las fantasías no son torturas siquiera. Son poner su pie sobre la cabeza de alguien y crear el maravilloso silencio que esos seres subdesarrollados necesitan para ver lo que tienen delante… al apretar el gatillo, diciendo “¿lo entiendes ahora? Entiendes que esto podía suceder en cualquier momento?”. Pero ¿de qué serviría? ¿cambiaría eso el hecho de estar solo? ¿de qué sirve matar a un imbécil, en un mundo en que solo hay imbéciles o imbéciles por omisión? En un mundo que habla de educación, de reinserción, de igual da… precisamente para evitar el mirar a la cara a los demás, el tratar de comprender su mente, de redireccionarlos como se debe. ¿cambiaría matar un idiota la naturaleza humana?
La experiencia cambia el modo de ver las cosas y la mete naturalmente empieza a desarrollarse más que lo posible en un niño de 10 años. Y el prota aprende a buscar rápidamente el lado oscuro de los demás y a darse cuenta de que los mayores hijos de **** del mundo no sienten realmente haber hecho algo malo y duermen bastante bien, mientras controlan todo… y de que nadie habla del lado oscuro de los demás.
La opinión generalizada es esta: Si unos individuos son más hijos de **** que otros, es por puro puto azar, por contexto. Y todos están en una nube gris sin distinción salvo los freaks. Y los freaks, los asesinos en serie y cosas así, que son los únicos realmente malos, son muy pocos y o no se quiere saber de donde sale, o salieron de algún trauma muy grande, algo muy poco posible.
Nadie nace “malvado” porque el concepto de malvado solo se alcanza para la utilización de la palabra, cuando en determinado contexto el individuo pasa cierto umbral de acción. Pero se necesita el contexto para llegar a ser malvado. Sin embargo la inmensa mayoría si nace con capacidad para ser malvado, la misma que los más malvados. La gente no mira lo que tiene delante, nunca lo ha mirado mucho. Siempre ha habido y siempre habrá esclavos mientras sigan naciendo esas cosas. Y los conceptos de lo que está bien o mal de la gente siempre han sido asquerosamente absurdos y sobre todo algo de cara a la galería.
Los años pasan, el niño se pregunta ¿Por qué soy así? ¿Por qué todos son capaces de ser felices mientras se relacionan con lo que se relacionan y siendo lo que son y yo no? Nada recibe con más odio que los de “no seas tan orgulloso”, la noción de que él es diferente. “No eres tan importante”, denunciar la maldad, es narcisismo, “hay cosas peores”. “Hay cosas peores…” ¿con qué conocimiento dicen eso? ¿acaso tú has vivido lo que es sentir que no hay seres razonables sobre la faz de la tierra? ¿te han golpeado grupos de 20 personas? Oh, siempre hay cosas peores, desde luego. Pero lo mismo le dirían a alguien que haya pasado por un campo de concentración, “no te quejes”.
Es así, siempre ha sido así, si te unes al grupo, si aceptas como son las cosas, si tú también jodes a alguien, no serás tan seleccionado como víctima, si no, cualquier intento de honestidad o de justicia es visto como injusto, como ridículo, como “no suficiente”… lo que sea, el caso es que condenar una maldad está mal visto: “¿y qué haces tú, hablar de ello? ¿Y qué propones, matarlos a todos? ¿qué pasa, que eres un santo? No sabes nada de la vida, nunca te has enfrentado a… X” lo que sea. Probablemente porque no les harás sentir que son diferentes a los demás, que no son peores. No hay culpa en la mayoría de corazones humanos, o no mucha.
La noción de que el mal campa a sus anchas, el hecho de que la mayoría de la gente es injusta, puede hacer de tu vida un infierno, porque seas bueno o malo, serás siempre identificado como “tóxico” por ver la naturaleza humana. Esas ideas son peligrosas, contagiosas, hacen sentir mal, así que son una enfermedad. Si tratas de hablar de la maldad en el hombre, si muestras las atrocidades y lo que funciona mal en todas partes, eres un enfermo, alguien que se “revuelca en el dolor”, no importa si es para eliminarlo. Lo que pasa, claro, es que ese “tóxico” es aquello de lo que más huyen todos, autoanálisis. La noción de verse a uno mismo como errada, de que es más necesario reflexionar antes de actuar. Esa enfermedad transmites, a seres que pasan por su vida haciéndose daño, pero entendiéndolo como algo a lo que no hay que darle muchas vueltas, algo “natural”. Y se preguntan, si insistes en preguntar ¿por qué lo cuestionas todo? ¿Acaso insinúas que no soy natural? La verdad es que es así, es “natural” tan natural como lo contrario, pues sucede ¿Cómo negar que es natural algo mucho más común que el estar realmente preocupado por ser justo? Tú eres el raro, tú eres el freak. Y te lo dirán, a menudo directamente: es así por los daños que has recibido. Estás roto, ser justo, juzgar, es estar roto, lo “natural” es “perdonar”, o no dar mucha importancia a las cosas, es decir, hacer como si la injusticia nunca hubiera pasado, tratar igual al que la ha cometido que al que no, mantener tu mente en un estado inconexo, sin principios ni nada que se les parezca, de forma que puedas joder a alguien pero no darle muchas vueltas porque es “lo natural” y ¿Quién eres tú para juzgar?
No, los "acosadores" no son unos pocos, los malvados tampoco. Simplemente la mayoría de personas no se atreve a ver lo que hace demasiado bien. ¿Ha cambiado la naturaleza humana tan desmedidamente en poco más de 200 años cuando se discutía de si los negros tenían alma y comenzó a abolirse la esclavitud, o a llamarla de otra manera, o a no ser bien vista? Mira alrededor y se honesto, si hubiese esclavitud ¿cuántos no esclavos se quejarían? la hay aunque sin látigo así que ya ves. Busca y pregunta ¿es inteligencia, "madurez" (conocimiento, experiencias...), o es otra cosa lo que hace que sean solo unos pocos los que piensan que el ejército y cosas así son instituciones cuyo fin es rotundamente se mire como se mire "malvado"? ¿y cuántos tratan de cambiar eso con ahínco? ¿Las tribus caníbales no son humanas? ¿Los negociantes que aprovechan la situación tampoco? Mira esta página ¿qué anuncios ves? ¿te parecen honestos? ¿te llega poco spam al correo? ¿cuántos le dan más importancia que a conseguir una casa, un polvo, un trabajo... aunque sea de manera injusta y tratando con injustos? ¿Son tus conocidos o amigos si los tienes, tus familiares, justos? "lo que importa es que están dentro de los estándares de justicia comunes"... en la guerra y el amor todo se vale ¿verdad?
La realidad es que la maldad, tiende a aparecer, si a eso lo llamas ser natural, es más natural que el ser justo. Y especialmente en quien ha sido mimado ¡Naturaleza humana! quien recibe más amor "inmerecido", menos se cuida de averiguar cuanto merece cada cual.
Y como he dicho, no todos somos iguales.
Ahora, sigamos con las asociaciones de palabras.
