Cita:
Iniciado por mutante_76
Ya he tomado medicación, antidepresivos que no me han echo nada, y un pscicodiagnostico que me ha costado un ojo de la cara, incluyendo dos analisis de sangre (que tuve que pagar a parte), y lo unico que me dijeron fue fobia social, medicación, terapia pscicologica y grupo de autoayuda, todo esto junto porque era un centro multidisciplinario. Al año ya no pude seguir costeando el tratamiento, pero te aseguro que no sirvio para nada, al contrario un año perdido de tiempo y dinero, y el que diga que el dinero no importa, importa cuando no lo tienes.
Nunca he podido relacionarme con una mujer; ¿que sentido tiene la vida?
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Veamos. Un ejercicio de objetividad... Léete intentando no implicarte emocionalmente en lo que lees, como si no fuera lo que te pasa lo que has escrito.
Bien. ¿A qué suena todo esto? Yo lo sé, pero no lo diré, por respeto hacia tí y para que te des cuenta por tí mismo.
Te pongo en antecedentes para que no pienses que no sé de lo que hablo. Si ese 76 es tu año de nacimiento, me llevas 2 años tan sólo. Yo nací en el 78. Jamás he pasado de tener amigas, nunca he besado siquiera a una chica. Cuanto más tengo en cuenta eso afectándome más me obsesiono, más me avergüenzo, más humillado me siento y más tensión y conflicto hay. No me refiero a tener en cuenta el hecho de que nunca me he relacionado, sino tener en cuenta solamente las consecuencias que yo pienso que esa carencia de relación conlleva, el creer que esa carencia significa tal o cual cosa. ¿Qué es no haber mantenido nunca relaciones sexuales con una mujer? ¿Nunca haber besado siquiera a una mujer? Es eso y ya está, todo lo demás lo has añadido tú porque crees que debes ser de una manera, crees que debes haber hecho tal o cual cosa, que debes haber llegado a cierto punto en el camino de tu vida. Entonces ahí viene la obsesión y la congoja continua. Aparte de quedar en el recuerdo, en la memoria como algo ya pasado, ese acto concreto, si lo ejecutaras finalmente, es un momento, y quedará en tu recuerdo como tantas y tantas otras experiencias pasadas, tú la desenterrarás y le insuflarás un significado con emociones añadidas, como tantos otros contenidos de nuestra conciencia.
¿Y el amar, el sentirse amado?
Yo, personalmente, nunca he amado. Ha sido tanto el miedo, tanta la tensión, que no he sido capaz de amar. Por ahí hay más motivos de sentir un vacío más permanente, más continuo y más profundo. Es frustrante porque no puedo obligarme a amar ni a que me amen, no puedo forzar ese sentimiento. He podido sentir atracción por un físico, por cualidades, por rasgos de personalidad, pero todo eso nunca me ha parecido que sea amar. Desde luego albergo una idea de lo que es amar. Amar a otra persona para mí es estar plenamente con ella. No acapararla, sino estar ahí, ahora, completamente. Amar a otra persona no es satisfacer un anhelo propio, querer seguridad, sentirse querido. Todo lo que nos satisface personalmente del amado si acaso viene añadido a esa relación, a ese estar, pero no son el fin a conseguir. Cuando no hay tensión, no hay barreras, no intento demostrar ni siento que me evalúan y mi atención está despierta y no se desarrolla a trompicones, a saltos frenéticos. Yo no creo que amar sea hacer un balance de lo que me gusta y lo que no me gusta de una persona, un balance más o menos consciente. Si el balance es positivo me puedo sentir atraído hacia esos aspectos positivos, pero para mí amar es estar con la totalidad de la otra persona ahora.
Ahora bien. ¿Yo soy únicamente ese anhelo, ese deseo de relacionarme, cada vez más conflictivo porque aumenta? Si en un momento dado todo el sentido de la vida lo reduzco a relacionarme con una mujer es lo más natural del mundo que aparte de no ver el sentido a nada te sientas humillado y desgraciado, ya que, efectivamente, no puedes relacionarte con las mujeres.
¿Qué hacer? ¿Me resisto a ese sentimiento de desamparo, de deseo? ¿Qué pasa cuando niego lo que hay? ¿Desaparece acaso o sigue ahí? Cuanto más lo quiero ocultar tanto más tenso estaré, más y más energía tendré que desviar a mantener eso oculto, enterrado.
En ese tratamiento que mencionas que seguiste, es posible que hayas intentado los dos extremos: aceptar lo que te sucede, o bien luchar contra ello. Pero mientras haya resistencia tanto al obligarte a aceptar como al obligarte a huir, el problema seguirá ahí me parece. Aceptar no es querer aceptar. Solucionar no es ocultar ni huir. Se nota en el esfuerzo, en ese obligarse hay esfuerzo, hay un movimiento, un querer ir a ese sitio, sea ese sitio el aceptar o el huir, como si te arrastraras a tí mismo hacia allá.
Más bien creo que lo que más libera y alivia es sencillamente sentirse muy, muy cansado de todo eso. No obsesionado, no hostigado ni constreñido. Cansado. Cansado de fingir, cansado de esforzarme para nada, cansado de querer esto o no querer lo otro. Entonces lo que tanto nos hace sufrir se muestra tal como es, al desnudo, sin añadiduras. Cuando finalmente uno ha desistido de verdad a querer controlar, domeñar, dirigir el problema, el problema se muestra tal como es. No es rendirse, no es huir. Te sientes cansado pero permaneces atento, no apartas la vista, pero ya no pretendes luchar, sea esa lucha para resistirte, controlar, o sea esa lucha para huir, para ocultar. Y entonces, ahí está el problema tal como es, sin más. Entonces el problema realmente ya no crea efectos afectivos añadidos. Uno dice entonces: "Ah, o sea que eres esto..." sin euforia pero sin desesperación, se da cuenta de lo que es el problema realmente.
En fin, no sé... es esta la sensación que me da ha de ser la actitud adecuada para enfrentar un problema. Por mucho que te digan haz esto o lo otro, en cuanto te obligues a tí mismo a hacer esto o lo otro, te alejas.