En el tiempo que conviví con aquella octogenaria que parecía tan amorosa, a veces me venia a la mente la cuestión del amor, y me preguntaba si el amor es lo que pintan los más humanistas, entonces todo el amor de Montse, a dónde fue? Debería quedar allí al menos como desarrollo personal y parte de la característica de la persona y de su trato con los demás, aunque ahora que lo pienso, ella si se preocupaba por las personas, con mucho interés. Rasgo el cual siempre me causa algo raro dentro, porque contrata con mi indiferencia dramática o preocupación nerviosa o alterada o perturbación ante los accidentes de las personas que me rodean. También es curioso que ese mismo pensamiento del amor y el alzheimer (de que el primero desaparece cuando aparece el segundo) lo dijo un compañero conversativo en el grupo de skype en el cual pertenecía, lo cual podría querer decir que la relación entre los eslabones de ideas que arman una cadena argumentativa pueden ser las mismas entre un individuo y otro. Ideas que yo creía muy personales y que yo creía observaciones muy personales, fruto de mi propia elucubración.
Mis recuerdos se nublan justo ahora cuando quiero que afloren para poder plasmarlos en el papel virtual y así no perder la capacidad de sorpresa ante mis propios pensamientos al leerlos tiempo después. Deben ser que mis ideas o recuerdos, se saturan en la pantalla de mi película que quiere ser proyectada.
Otro tema sobre el que he estado pensando es en la emocionalidad que acompaña los dias de sol, y aquella frase: "Hay personas que esperan a que salga el Sol para salir y hay otras que hacen salir al Sol" Cuánto de cierto tendra esta frase, me pregunto. Si bien es cierto que un dia soleado despierta una especie de alegria mayor o invita a salir con mayor acuciamiento que un día nublado y obscuro
El chico le gustaba acariciar la idea que le surgía a veces, de sí propia, la de que tenia una gama más amplia de pensamientos encadenantes de argumentos que conformaban su concepción de la vida, su cosmovisión. Pensaba que leyendo y observando, experimentando, podía comparar todas las concepciones vitales que consideraba más coherentes y cercanas a la verdad, si es que existía. Creía, por ejemplo, tener mayor posibilidad de ser más consciente de la verdad, que eruditos que el admiraba de cierta forma, pero que, adolecían de ser demasiado abstractos y teóricos, y que mediante su abanico de cosmovisiones vería más claro los ángulos muertos de la existencia, las preguntas existenciales, o la realidad en sí misma, al tener más espejos traseros y laterales a su disposición observativa y asimilativa.
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Es curioso como a veces, nos dejamos influenciar por el estado de animo de una figura de autoridad, y nuestra alegría depende de la suya, puesto que sabe que el ambiente se distiende y la figura de autoridad condescendera toda la carga de responsabilidades que achaca a la otra parte. Recuerdo que cuando tenia 19 años o algo así, se lo dije a la figura de autoridad que tenía en ese entonces, le dije que el cese de sus quejas hacía mí y su consiguiente alivio por mi parte, no deberían depender de su metabolismo emocional, de su emoción de turno, porque para empezar, no debería quejarse de algo que yo no hago queriendo, sino que eran producto de mi ansiedad, y tampoco era el modo de enfrentarlo.
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A veces también cuando leía que tal o cual personaje histórico, adolecían de migrañas, gota, y otros padecimientos físicos y del alma, llegue a la conclusión de que los padecimientos siempre acompañan a los grandes, y por eso a veces pensaba que sería bueno adolecer también de algún padecimiento físico, porque eso me confirmaría que nací para ser grande, con esa esencia. Tiempo después leí en el libro "Los dolores del mundo" de Schopenhahuer que el sufrimiento es lo único que debemos envidiar de los otros, no la felicidad, porque el sufrimiento siempre es superior a la felicidad. Me pregunto si mi fobia social o ansiedad seria un padecimiento equiparable a los dolores físicos de los grandes, si serían de la misma naturaleza que acompaña a la genialidad, la grandeza o el don, como las de aquellos hombres.