Empecé a rechazar los abrazos de mi querida madre golpeadora, sobreprotectora que me robó el derecho a tallar mi propia cara, y que con su misandria denigró tanto a mi padre como a mí dejandome en un rol de niño impotente.
Solo siento los abrazos, esa energía linda, cuando estoy borracho.
Terminaba el secundario y no tenía idea de que seguir, se imaginarán, fui con una orientadora vocacional que detectó mis problemas emocionales, me dijo que ella me podía ayudar si así lo quería, acepté.
Hicimos ejercicios como mirarnos a los ojos, tomarnos de las manos, obviamente yo me sentía muy ansioso e incómodo, transpiraba, ponía excusas, llegaba exageradamente tarde a las "sesiones especiales". Pero lo que me llamó la atención fue una vez que me tocó el cuello y pegué un salto. Y
Era la persona más sociable por primera vez me saludaban muchas personas con una sonrisa, en su mayoría mujeres.