Recuerdo cada edificio educativo en el que estuve… Y sólo en uno de ellos pude sentirme bien. En mi primer preescolar, ese fue. No me acuerdo de su nombre, pero sí de estar feliz allá. No estuve allá mucho tiempo porque nos fuimos a Santa Marta. Allá la relación de mis padres no fue lo único que comenzó a ir mal. También mi experiencia en las aulas. Me metieron a uno llamado Arco Iris. Sólo me acuerdo que dos de mis compañeros me la tenían montada. A veces también sentía que los profesores eran groseros conmigo sin razón. No puedo decir el por qué paso, pero creo que fue porque yo era de otra parte del país, y ese hecho fue por el que tal vez comenzaron los rechazos. Si en verdad fue por eso, entonces fueron unos ignorantes hijos de ****.
Al volver a Medellín me metieron a uno llamado Rousseau, no más porque una tía era la rectora. Allá había un niño que me jodia la vida y que más adelante seria mi amigo. Sólo estuve seis meses allá, ya que cerró a mitad de año.
Para finalizar el preescolar me metieron al Despertar de mi Talento, donde la pasé bien, incluso, me enamoré por primera vez. Ella se llamaba Camila e iba a participar en la obra donde un príncipe y una princesa se besaban. Yo escogí ser el príncipe. Pero el día de la obra ella no pudo venir, entonces me tocaba darle el beso a la princesa de reemplazo. Era una niña negrita que me pareció fea. Salí del escenario enojado por no haber podido besar a Camila. Para mí también tenían un reemplazo, así que la obra continuo sin ningún problema. Esa noche era la noche de mis grados, en la cual estaba toda mi familia, hasta mi papá.
Desde lo de Santa Marta, siempre quise que mis papas volvieran a estar juntos. Me di cuenta cuando me puse a ver unos trabajos de preescolar y primaria que mi mamá guardaba. En uno de ellos me preguntaban cual era mi mayor deseo en el mundo y yo conteste que quería ver a mi mamá y a mi papá juntos. Yo no era el único que deseaba esto. Mi mamá aun quería a mi papá a pesar de que él le había dicho en la cara que no la quería. En esa época mi mamá nos llevaba a Santa Marta para ver a mi papá. Ella trataba de arreglar las cosas… pero siempre terminaban discutiendo.
Cuando tenía 10 años mi papá me contó, que se había casado. No me afectó mucho, sólo era una metida quien tenía que ser sacada. Me lo dijo antes de irnos a Santa Marta que era disque mi regalo de primera comunión. Cuando mi mamá supo la noticia, lloró por última vez. Dijo que ya no lloraría por él. Yo accedí ir al viaje porque quería ver a su esposa. Pasé dos semanas allá en Santa Marta. No estaba ni tan enojado por lo de su mujer. Lo que me quitó las esperanzas fue cuando me contó que su mujer estaba embarazada. “Papi, vas a tener un hermanito con puedes jugar y enseñarle cosas…” así me lo dijo. Y ahí fue donde me quebré… ya no quería seguir escuchando. “¡No es mi hermano, es un bastardo!”, le conteste iniciando la discusión.
Mi hermana no estaba tan afectada como yo y mi mamá. Ella nunca se metió. Sólo ha presenciado las constantes peleas entre mi mamá, mi papá y yo. También ha visto las peleas que mi mamá tuvo con mis tías; ellas se creían dueñas de la casa donde vivían y trataban a mi mamá como una inquilina, cuando en ese testamento también aparece su nombre. Mis tías escondían algunas cosas de la concina y también del baño, como el papel higiénico, para que nosotros no las utilizáramos. Igual, teníamos nuestra propia comida, también escondida porque ellas nos robaban cuando no tenían (en vez de pedirnos, ya que éramos una familia ¿no?), pero aun así se sobreponía el orgullo y las diferencias. Odié cada momento en esa casa, a pesar de que nunca pelee con mis tías, mi mama si, y nos dejaban a mi hermana y a mí a un lado, como si no viviéramos bajo el mismo techo.
Y volviendo a mi vida escolar, entre al Colegio Pestalozzi. Era un colegio de garaje. Por curso había más o menos de 15 a 17 estudiantes. Aquí sufrí las peores humillaciones. De 1º hasta 3º todo iba bien. Pero llegó 4º y empeoro todo. De ahí en adelante ya solo tuve tres amigos con quienes estaría hasta 7º. Esteban era disque mi “mejor amigo”, él era otro rechazado del salón y quien ya conocía porque él era quien me jodia cuando estaba en Rousseau. Luego Juanes, no era tan rechazado, pero cuando lo jodian mucho venia con Esteban y conmigo a criticar y a burlarse de los demás. Por último Laura, la niña más juiciosa del salón y mi segundo amor.
El resto del salón eran disque mis enemigos. Así los consideraba yo. Eran quienes se reían de mí, se inventaban los sobrenombres y me pegaban los calbazos. Pero a pesar de esto nunca les respondí a golpes. Sentía que eran más fuerte que yo, e incluso a veces pensaba que eran mejores que yo y tenían mejor vida. Mi manera de defenderme era sapiarle al profesor, para que me dejaran en paz. Pero eso me hacia quedar peor, solo aumentaba el rechazo y que los demás me vieran más débil.
Tenía muchas inseguridades, sobre si podía o no hacer muchas cosas. Entre esas cosas me refiero a tareas que requerían fuerza, o también hablar en público. Me sentía sin fuerzas, a pesar de que yo era bien gordo.
Temía quedarme solo, sin mis amigos, en cualquier momento del día, aunque eso no fue excusa para no pelearme de vez en cuando con ellos. Siempre deseaba que algún día quienes me molestaban dependieran de mí para algo y yo les dijera que no… o a veces imaginaba su muerte en mis manos… torturándolos hasta morir.
Estaba teniendo diversas dudas acerca de mi mismo. No sabía para qué era bueno, porque a pesar de lo mucho que me esforzara nunca llegaba a ser el primero en ese cuadro de honor. Quedaba de segundas si me iba muy bien. Solo quería ser el mejor, para que fuese felicitado por mi mamá y mi papá. Como no tenia medallas, me sentía un perdedor. Y como dije antes, a veces sentía envidia de mis compañeros de clase, por la vida que llevaban y comparado con la mierda que vivía yo en ese entonces. Pero esa no era la única duda que tenia…
En 5º entro un profesor nuevo. Me daba clases de educación física. Por alguna razón, o por la presión de los demás comencé a pensar que yo era gay. Los demás lo decían por joder… pero como yo era tan inseguro, lo comencé a pensar, y cuando llego este profesor, sentí mucha atracción sexual. Me culpaba por ser así… de esa manera. Creía que era el único del salón que sentía eso. El hecho me llevo a aislarme un poco de mis amigos, para que no lo descubrieran. Aun así seguí enamorado de Laura. Las mujeres también me gustaban, así que era muy confuso definirse sexualmente para un niño.
Un día en 7º decidí contarle a Laura mi amor por ella. Dijo que lo pensaría, y me diría si sí o si no después de vacaciones de mitad de año. Cuando pasaron las vacaciones me dijo que no… que mejor fuéramos amigos. Con esta “decepción amorosa”, sin darme cuanta comencé a explorar el otro lado. Solo me gustaban los hombres de manera sexual, y las mujeres de manera afectiva. Pero nunca paso ni lo uno ni lo otro en ese colegio.
Al final de 7º dos de mis amigos se iban del colegio. Juanes decía que se iba porque ese colegio le parecía una mierda. Laura dijo que ella tenía que estar en el mismo colegio de la hermana porque así les gustaba a sus papas. Esteban no se iba, pero eso no fue un motivo para que yo no decidiera irme… sin Laura y sin Juanes me sentía desprotegido… me tenía que ir. Y me fui dejando a Esteban solo.
Me fui a otro colegio de garaje. Allá me ocurrirían otras cosas muy diferentes, incluso puedo decir que fue en donde me sentí bienvenido… En el presente estoy terminando 11º allá.
De mis amigos del Pestalozzi no se mucho. Sé que Esteban estudio allá hasta 9º, cuando se canso de que lo jodieran. Laura un día me contacto por Facebook y hable con ella, pero hace como dos años, y la verdad es que tampoco me importa recordar mis “buenos momentos” en Pestalozzi. De Juanes no se nada, ni siquiera tiene Facebook.
De los demás no sé nada. Algunos siguen estudiando ahí. Muchos se fueron. Cuando vi sus fotos en el Facebook recientemente solo me asombro una cosa: y es que mi odio sigue allí, latente.
Pensé que lo había olvidado… no, ¿Cómo voy a olvidar tantas humillaciones?, como olvidaría esos momentos en que me sentía impotente… no claro que no, porque ahora si los sigo odiando es porque ya no les tengo miedo, porque ya no siento impotencia, porque mi fuerza viene de los deseos de venganza, de la ira, de esta inmensa rabia que sobrepasa los límites de mi razón… convirtiéndose en una locura.