Soy un chico de Bilbao de 21 años. Me llamo Julen. No se por donde empezar, así que iré directamente al grano. No me importa realmente si me leéis o no, esto lo escribo para mi mas que nada, vosotros no podéis ayudarme a mi, sois solo como un espejo donde mirarme y sentirme identificado, pero nada mas, estoy solo y mi problema solamente yo puedo solucionarlo.
Tengo "fobia social", para que se me entienda, desde hace mas o menos cuatro años. Empecé a sentirme un extraño con la gente al empezar el segundo curso de Bachiller. A partir de entonces todo cambió, olvidé completamente quien era o quien había sido y me encerré en mi mismo. Si recuerdo que yo siempre había sido una persona alegre, algo ingenua también, no voy a entrar en detalles, pero podría contaros algunas experiencias malas que tuve debido a mi inocencia e impulsividad.
Antes de la explosión final (en segundo curso) ya se iban notando los síntomas, como por ejemplo tartamudeos y a veces ponerme rojo por fallar al hablar en una simple conversación. Pero yo seguía con mi inocencia sin pararme a pensar en los cambios que estaba sufriendo desde los 12 años. A pesar de mi ingenuidad e inocencia, conocí una chica del instituto de mi mismo curso y empezamos a formar una buena amistad, especialmente en las redes sociales, en aquellos tiempos el Messenger.
Eran épocas de grandes cambios, quizás excesivos, a los trece años cambió completamente mi aspecto físico, pase de tener un pelo rubio y perfectamente ondulado a tener pelo de negro y engorde bastante. Yo me sentía bastante confuso con todo lo que me estaba sucediendo, estaba naciendo en mi interior un monstruo que no era capaz de dominar.
Como yo era el ingenuo y el inocente y el mas débil, todos me tomaban por un idiota, nadie me tomaba en serio la palabra, pero yo tenía cosas que decir. Existen varios episodios de abuso de mi persona en esta época, de aquellos a los que yo consideraba mis amigos, experiencias que me han hecho sentirme muy culpable de mi mismo. Si, quizás os resulte paradójico esto, que la victima se sienta la culpable, tranquilos esto no lo entiende ni mi psicólogo, ya veis. Quizás debería darle yo unas cuentas lecciones sobre el infierno. Por cierto, por lo que veo aquí, parece ser que no son de gran ayuda las psicoterapias, yo la verdad no se que pensar, llega un punto en el que tengo que hacer tantos esfuerzos por mejorar como por seguir convenciéndome a mi mismo de que la terapia me va a ayudar.
Bueno, el caso es que al final logramos ir mas allá en la relación y acabamos saliendo los dos, duramos dos años. Pero cuando pase a segundo de bachiller la cosa cambió completamente, dejé de ser yo y ella me dejó. De esto hace tres años. Me dejó en el verano de acabar bachiller. Después dejé de salir y a encerrarme en mi mismo y en internet. Después de bachiller empecé un curso de cocina muy caro, pero lo dejé, no iba a las clases, después empecé un curso de audiovisuales y también lo dejé, también muy caro. Mi única opción era y es estudiar pagando, ya que mis notas no ayudan en nada. El próximo año me propuse sacar la selectividad, lo hice con una media de 7,5. Y ahora estoy en la universidad, también privada pagando un pastón. Lo sé, soy un desastre.
Después de cuatro años sigo con los mismos problemas, aunque los llevo mejor. Un miedo intenso a fallar que a veces me deja completamente bloqueado a la hora de hablar. Tengo altibajos eso es cierto, pero no pasa ningún momento en la universidad en el que no me sienta completamente intimidado por las personas de mi alrededor. Para mi, hablar resulta siempre un reto, las veces que estoy tranquilo es un verdadero placer amar a los de mi alrededor, pero el próximo día soy una persona completamente diferente. Es cierto que cuando estoy yo solo con otra persona o como mucho con otra mas, me siento muy bien y libre para amarlos a los dos o a él. Pero en grupos grandes la cosa cambia, no solo para mi, eso es cierto, porque esas dos personas con las que me llevo tan bien en una circunstancia cambian completamente en otra distinta. Ellos saben actuar en grupos grandes (para mi, un grupo grande es a partir de cinco o cuatro personas) pero yo no. Y ha llegado un punto en el que empiezo a aceptar esto.
No le deseo este mal a nadie, si no podemos amar, ¿qué nos queda? si no amamos no nos amarán, eso es así. Por experiencia propia sé que no te queda nada, nada salvo un dolor y una desesperanza terribles que dan ganas de quitarse de en medio.
Por último, cabe señalar que yo nunca he tenido padre, y también sé que tener una figura paterna en casa es símbolo de orden. El padre podría decirse que es el primer amigo que tienes, con el padre es con quien aprendes realmente a relacionarte con los demás y a ser fuerte. Pero sobre todo impone en tu joven mente orden y cordura y carácter. El no tenerlo ha hecho que mi sentido de la responsabilidad y el orden, o sea la madurez, no se hayan ido afincando en mi poco a poco, si no que han aparecido de repente, precisamente cuando empecé a sentirme un completo extraño con las personas a mi alrededor, con dieciocho años. Cuando pienso en cómo hubiera sido tener un padre, pienso en un dios, tener un dios en mi casa, un dios que juega contigo y te enseña a vivir. Además, lo poco que se de mi padre, supongo que lo habré absorbido en mi en esas primeras etapas tan importantes de aprendizaje, y ahora están saliendo a luz para crearme un padre en mi. Esto es un tema delicado que he aprendido en el psicólogo, pero realmente pienso que eso que vi y supe de mi padre a temprana edad (y que ya no volví a saber nada mas de él) de alguna forma es un espejo donde realmente no eres tu el que se mueve y da forma al espejo, si no que es el espejo el que se mueve y te da forma a ti.
Y no creo que sea el único, precisamente el mal que padezco y supongo que padecemos todos los de aquí, es el mal que ha azotado a la mente humana "normal" desde su misma creación, la falta de un dios, y por eso tanta religión. La diferencia es que nosotros lo aceptamos y no sobre-actuamos para ocultar nuestro mal en las situaciones sociales. Quizá, es cierto, lo aceptamos porque lo sentimos mas que ellos. Además, todo el mundo reconoce la verdadera dificultad de la socialización, solo que nosotros lo admitimos.
Si os puedo dar un consejo, pienso que todos vosotros debéis, como yo, no esforzaros demasiado por no fallar. ¡Debemos fallar! Así aprenderemos a fluir realmente, aprendiendo a fallar, pues somos nosotros mismos los que nos reprimimos, nada tienen que ver esos trozos de carne que están enfrente de ti. Debemos suavizar esa represión, debemos fallar. Y sobretodo, debemos ser pacientes.
Os deseo mucha suerte a todos.