Gracias por contestarme richardkimbel y anonimus, al menos sé que podré desahogarme.
Me regitré, el nick es parecido lo de matu obviamente viene de Matías
Soy un tipo torturado, siempre, si no tengo un motivo real, tengo mucho talento para fabricarme uno. No sé, si hubo un día entero en toda mi vida, que haya disfrutado completamente. Además que disfrutar a fondo de algo es como imposible para mí. Mi cabeza no se detiene nunca, así que tengo que hacer enormes esfuezos, para concentrarme hasta en una simple lectura; voy "corrigiendo" al autor, imaginando otras continuaciones, otros desenlaces.
Con el sexo me pasa igual, eso es lo peor; en un cierto momento comienzo a criticarme, no puedo dejarme fluír, siempre pendiente de lo bien o mal que lo estoy haciendo. Así mi compañera se esté quedando afónica y la conozca lo suficiente como para no tener que pensar que ella exagera, "la duda" (aunque después la rechace) aparecerá en algún momento y además, el enorme esfuerzo que significa que todo esto no se note, para que ella, al menos, lo pase bien.
Soy además de torturado, un increíble maniático de los detalles y un esclavo de mi sensualidad; siempre repito como un moralista que no debemos fijarnos en lo exterior, que lo importante: bla, bla, bla. ¿Cómo puedo ser tan hipócrita? (aunque mientras lo repito, de algún modo me lo crea) Si desde que era niño, me obsesiono con cada detalle del cuerpo de las mujeres. En especial sus labios, sus nalgas, su piel y SUS PIES (obsesión de mis obsesiones).
Ahora retomaré esta particular fijación, principal motor de mi desasociego. Siempre determinó mis elecciones, salvo la primera vez. Mi primera novia no tenía unos pies bonitos, más bien todo lo contrario, para explicarme mejor: yo sentía lo mismo que un chico apasionado por pechos enormes, que saliera con una mujer que no los tuviera, no poco, ni casi nada, que fuera absolutamente plana. Como una niña.
Esa vez fue muy duro, porque yo la quería. Era mi primera chica, era muy dulce y en todo lo demás hermosa; pero no podía ni mirar sus enormes y nudosos pies, con esos dedos tan largos que me recordaban a los pies de un pájaro.
No he vuelto a cometer el mismo error, no podría permitírmelo, por ella y por mí.
Luego está mi "todavía no curada" vergonzosa culpa; la que me llena de temor ¿de que sutil manera, en que momento, podré permitirme gozar de "su joya sagrada" sin que se sobresalte, sin que me vea como un enfermo, o la peor pesadilla que me diga que no le gusta, o que es terriblemente cosquillosa. ¡Dios es mucho más complicado de lo que puedo transmitir!
Además que muchas se dan cuenta sin que yo diga nada, de lo que me pasa; porque de la misma manera en que existimos los fetichistas, también existe nuestra chica ideal, la que le encantaría que le rindieran culto a esa parte de su anatomía; y si no porqué algunas chicas, cuidan sus pies con tanto esmero, le dan brillo o color a las uñas de sus deditos, usan tobilleras, anillos de pie, sandalias todo el verano.En una palabra los lucen como una poderosa arma de seducción ( que es lo que son).
Pero (ay!) sólo tuve una noche mágica en toda mi vida
¡pero ella era recién casada! y obviamente no pudo prosperar.
Porque cada vez que una chica da inequívocos mensajes de ser complementaria y tener hermosos pies, la más estúpida timidez se apodera de mí... y todo lo hago mal, o peor que mal. Actúo como un imbécil, no me puedo dominar. Es que de inmediato, cuando nos identificamos intuitivamente. Eso ocurre muy rara vez porque fetichistas somos muchos, pero contrafetichistas (el término es mío y ni siquiera sé si semánticamente aporta algo) son pocas. Es así.
Otro día seguiré, estoy muy cansado. Y deseo dar una clara idea del mundo al que pertenezco, colaborar a sacarlo del oscurantismo en que los prejuicios lo han arrojado. Somos muchos más de lo que cualquier mujer imagina. Quizás hasta fue pareja de alguno y el no llegó a manifestarse.