El año pasado comencé el profesorado de Lengua y Literatura. Al principio no estaba muy convencida. Con el tiempo fuí engañandome y hasta llege a creer q podía, q con el tiempo mis problemas se iban a solucionar. Pero algunas cosas q me sucedieron hace poco me hicieron abrir los ojos:
1)Una charla imprevista (nos avisaron a último momento) a la q teniamos q asistir. Entre bastante relajada a la escuela, pero todo cambió cuando vi la cantidad de personas q había en el lugar. Empece a ponerme muy tensa, no podía darme vuelta para mirar a la cara a las personas q estaban opininando, junto con el miedo de q me preguntaran algo a mí y no saber q decir y quedarme en blanco. Tenía ganas de escaparme; aguante más de una hora así hasta q llegó mi salvación: un pequeño descanso porq los demás siguieron con su charla pero yo aproveche para huir.
2)El viernes la profesora de teoría literaria repartió distintos poemas entre las q estabamos para despúes pedirnos nuestra opinión. Como en el curso no somos más q seis alumnas y algunas faltaron; de esta no pude zafar. Entonces cuando llegó mi turno comenzó a preguntarme por la metrica. Yo miraba la hoja, intentaba contar pero lo único q veía era un monton de letras, no podía contar. Le respondí q el verso era de 7 sílabas, no me corrigió así q asumí q no me había equivocado. Siguió con otras cuestiones del dichoso poema y, al fin me dejó en paz... en paz aunq no dejaron de temblarme las piernas hasta q terminó la hora.
Tendría q haber previsto q esto no se iba a solucionar con el tiempo cuando en el la primera exposición oral el año pasado casi me desmayo.
Con todo este anecdotario es difícil creer q algún día pueda llegar a ser docente. Ahora me encuentro como cuando recién terminaba la secundaria: no se q hacer conmigo y no se q futuro me espera.