Bueno, no os toméis al pie de la letra lo que aquí escribo, pues no va con propósito dogmático; no es más que un mero producto de esta cabecita que tengo:
De cómo vino la Muerte a hablar con un condenado:
- Mi guadaña te herirá, tu sangre verterá
y de ella beberé. Y de cáliz servirá
la tuya calavera. De las hienas será
tu cuerpo pasto y de quebrantahuesos quizá.
De ti sólo quedará nada más que ceniza
y en el tártaro sufrirás calor agostiza,
pues has sido persona mala y pecadoriza,
mas de Él hallarás consuelo sin ojeriza.
Traspasar no podrás del paraíso la puerta,
pues permiso no tendrás, tenlo por cosa cierta.
Mas bálsamo habrás de Satán cuando esto se invierta,
pues la puerta hallarás tras la batalla ya abierta.
Tus hermanos puros del paraíso gozaban
y sin pena cruelmente de ti ellos se olvidaban
o de tu fin infausto ufanos se alegraban
mientras que del infierno las llamas te abrasaban.
Tu Padre adoptivo de ti no se olvidará
y del Padre altivo sin duda se vengará.
El Padre compasivo que te faltó será
y con gran motivo venerado vivirá.