"Las deformidades le impedían sonreir o expresar ningún tipo de emoción (aunque su único ojo al descubierto tenía la muy humana capacidad del llanto); se movía con grandes dificultades y sólo con la ayuda de un bastón, y apenas si se le entendía cuando hablaba."
"...El médico se lo llevó al hospital y le hizo un reconocimiento. No habló con John en todo el rato que duró la primera visita: Treves pensaba que el Hombre Elefante era subnormal. Y el pobre Merrick estaba tan acostumbrado a que lo consideraran un pedazo de carne sin sentimientos ni razón que no hizo nada por sacar al médico de su error."
"...Fué luego, al descubrir que poseía una gran inteligencia, una aguda sensibilidad y una imaginación romántica, cuando comprendió la espantosa tragedia de su vida".
"...Quienes lo trataron dijeron, en efecto, que era un hombre dulce y encantador."
"...Instalado en su refugio del hospital, y espantado ante la idea de verse obligado a salir de nuevo al mundo exterior, pedía que, de ser trasladado a alguna parte, lo internaran en un recóndito faro o en un asilo de ciegos."
"...Vivió sus seis últimos años en el London Hospital bajo la tutela del doctor Treves, convertido en un especimen digno de estudio; y ésos fueron sin duda los mejores años de su vida, quizá incluso los únicos tolerables, porque Treves le trataba con respeto y cariño."
Merrick y el dolor
Rosa montero