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Antiguo 29-oct-2011  

Lo he pensado mucho. Igual mañana no pensaré lo mismo porque es duro reconocerlo...

Voy a pasar a hablar las fases del duelo, según la doctora Elizabeth Kübler-Ross, gran experta en el tema de la muerte, tan de actualidad en estos días. Yo no me estoy muriendo pero he percibido similitudes entre el proceso de aceptación de una muerte y el de una noticia dramática pero no letal.

En primer lugar, la negación y el aislamiento. Tengo 37 años y he vivido todo este tiempo tratando de negar mi situación. Ya va siendo hora de que deje de esconderme y reconozca lo que me sucede, para así poder exigir un mínimo respeto a los demás y ayudar a que descubran que no soy ni idiota, ni raro, ni difícil de tratar.

Tengo un problema hormonal serio y crónico que ha afectado mi vida drásticamente. Siempre me he considerado una persona perfectamente normal y así me lo han recalcado mis padres siempre. Pero jugaba en desventaja con competidores fuera de mi alcance.

De pequeño era un niño mono, agradable y muy querido. Con problemas de salud, aceptación por mis iguales y también de cierto aislamiento buscado. Cuando llegó la adolescencia, un acontecimiento barrió lo poco que había logrado hasta entonces. El descubrimiento de la sexualidad supuso un cambio tan drástico que literalmente me volvió loco (si bien gradualmente).

Hasta entonces yo había tenido relaciones con niños y (pocas) niñas en total igualdad. Pero ahora esto sería distinto. Me había convertido (como todos los adolescentes) en poco menos que un zombie sediento de afectos, cariño y, como no, sexo. Pero, por más que lo intentaba, nunca lo conseguía... porque carecía de las herramientas necesarias. Esto se ha perpetuado hasta la actualidad.

Debo aceptar que, por mi exceso de sudoración, la eritrofobia, los sofocos, tan visibles por todos, que me hacen TAN vulnerable al escrutinio ajeno, no puedo reunir una compostura y una seguridad TAN trascendental para poder aparentar ser algo ante una mujer.

Del mismo modo que el ser humano ha descubierto no ser el centro del universo a lo largo de estos últimos 500 años, yo también he tenido un viaje de descubrimiento y de constatación de que ni era tan guapo como yo creía (cada vez menos, es evidente), ni tan inteligente, ni tan normal. La enfermedad, si bien controlada medicamente, ha contribuido a moldear una personalidad tambaleante, insegura, humilde y modesta. No podía ser de otra manera.

Y aquí llega la segunda etapa, la de la ira. No puedo tragar la idea de que no soy una persona digna de respeto entre mis congéneres, me crispa el hecho de que haya personas a mi alrededor que piensen que soy un imbécil. Que mi estatus social sea equivalente al de un muñeco dummy. Que me vea totalmente impotente a la hora de luchar por mis ambiciones y mis intereses.

Tengo un mundo interior, una lucidez tan patente (al menos para mí), una consciencia tan demoledora... todo juega en mi contra... porque con la consciencia no se come ni se demuestra la valía y sí con la inteligencia, cuyo pilar fundamental es la memoria, que es lo que me falla. He podido aprender como cualquier persona toda una serie de conocimientos técnicos, no tengo un sindrome de Down (soy consciente de mis limitaciones, lo cual es una tortura), poseo un raciocinio más o menos normal, pero cuando he de recuperar esa información, a veces la confundo, o no la rescato a tiempo, dando una malísima impresión, principalmente en casos críticos. Por ejemplo, hace unos años una chica pensó que no había estado nunca en Bilbao (cinco años) porque me pidió unos detalles sobre el puente de Portugalete que no pude recuperar a tiempo... pensó que era un mentiroso.

¡NEXT!

¿No es humano tener rabia de dar una imagen totalmente equivocada a los demás? ¿No es natural que una persona inteligente se enfade cuando es intervenida y manipulada como si fuese un niño de 3 años? ¿No es acaso comprensible que todo esto que trato de explicar en tan poco espacio (toda esta frustración) cause un grave caso de depresión que para los profesionales tan sólo es una distimia ligerita? Ese es el cuarto paso, aunque podría ser el tercero.

En mi caso, el cuarto punto, la negociación, es lo que falta y de lo que trato de hablar en este post. Debo, me va la vida en ello, ser más consciente de mis limitaciones y poder tolerarlas de manera no autocomplaciente sino con una ambición a medida, que me permita cumplir unas metas pero no otras. Y que no pase nada porque no llegue a esos para mí insalvables límites.

Si quiero llegar a la aceptación, tendré que tener clara mi misión en esta vida. Igual no es la misma que la de los demás. Tal vez, y ahora me dirijo a vosotros, el error sea que queréis lo que todos. Quizás deberíais aprender a deciros NO pero no con dolor, ni con amargura sino sabiendo que se puede cumplir una vida plena sin satisfacer todas las necesidades que se nos han planteado.

Sublimar las limitaciones es un logro que no es apto para todos los públicos. El personaje tímido que, gracias al tesón, el esfuerzo y la sobreexposición a estímulos dolorosos, termina convirtiéndose en una estrella del rock, en un seductor profesional o en un general del ejército, a esos los contamos con los dedos de las manos. Pero y el resto, ¿qué?.

Cada uno conoce sus vocaciones ocultas. A mi, por ejemplo, me gusta escribir, es evidente. Desempeño un trabajo oculto al público. He superado muchos desafíos pero al final uno se cansa de saltar siempre por debajo de la barra. Y por eso me planto. Desarrollar mi trabajo hasta cuando dure, fomentar mi segunda vocación, descubrir nuevas aficiones como la fotografía, viajar, leer, ver cine, pasear por el campo, jugar con el ordenador, tomar unas cervezas de vez en cuando en compañía de mis escasos amigos...

Tengo bastantes planes para hacer, muchos propósitos de enmienda y perfección. No voy a cumplirlos todos y uno de los más importantes, el que suele dar sentido a muchas personas, pues parece que ha de quedar relegado. Aceptar eso lleva mucho tiempo pero debe ser así. Por mi bien. Sufro mucho tratando de alcanzar algo que no está hecho para mí. ¿Es justo ese desvelo?

No puedo competir, lo veo día tras día. Así que recojo lo ganado y pienso disfrutar de lo que me pueda dar la vida. Cuando vea fotos de bebés sabré (siempre lo he sabido, de alguna manera) que precisamente una de las personas más aptas para dar cariño y comprensión en vez de golpes y malos tratos, a un hijo, se perderá para siempre esa oportunidad... como lágrimas en la lluvia (parafraseando a cierto personaje de ficción).

La aceptación de la muerte es la aceptación de una serie de pérdidas graduales (no sé donde lo leí) y, si esto es cierto, estoy preparándome para la muerte en un proceso natural y fluido. No es casualidad que haya tenido intentos de suicidio y creo saber cómo sucedió. Mi inteligencia, vulnerada pero relativamente intacta para sacar conclusiones lógicas, me brindó la solución de todo esto mucho tiempo atrás.

Yo ya sabía que no iba a poder tener descendencia. El cuerpo humano, habiendo aceptado esto, sabe de algún modo que el imperativo biológico no se va a ver cumplido y cae en barrena, produciéndose depresión, rechazo de nuestra imagen corporal, apatía y conductas suicidas. No es ninguna sorpresa si digo que el envejecimiento comienza justo cuando hemos tenido la oportunidad de procrear (en torno a la treintena ya ha habido MUCHAS posibilidades). Afortunadamente el ser humano es más que sus instintos y sobre todo a partir del siglo XX, que ha podido cruzar la barrera de la mortalidad y llegar a edades antes inconcebibles, lo cual muchas veces puede convertirse en una putada.

Mi desafío, e imagino que el de algunos (la mayoría sois jóvenes pero eventualmente llegará también) de los miembros de este foro, es el de conseguir pasar la madurez y la vejez en las mejores condiciones mentales y físicas posibles, asumiendo que voy a estar sólo. ¿Merece la pena? Si hago caso a mis células, sigo el ejemplo de Kurt Cobain. Sin embargo, he nacido en un entorno en el cual eso es, aparte de reprochable moralmente, totalmente inviable porque sé que mi familia me quiere y no puedo dejarles.

Espero no haber aburrido al personal con este monólogo pero tenía que compartir mis pensamientos con vosotros. Es una decisión importante y me tengo que autoconvencer de que hago lo correcto. De todas formas, uno siempre puede volver atrás aunque mi intención es "quemar los barcos" para cimentar una disciplina mental que me ayude a sobrevivir en este estado. No, debo estar seguro de que es una decisión irrevocable, aunque cueste.

El otoño, la carencia de luz solar, el frío... siempre pasa igual. Octubre es un mes inquietante y todo se junta para crear esa sensación única. La festividad de todos los santos o su sustituto cómico-festivo de Halloween no está ahí por nada. Surgen de manera espontánea en el hombre reflexiones sobre la propia mortalidad y sobre un sentido de trascendencia, ambos temas generalmente ocultados por el rumor del trasiego cotidiano pero en verdad son más reales que la vida misma.

Todos nos vamos a morir, es un hecho. Buen momento es para admitirlo y para replantear nuestras vidas en función de ese momento omega. Os animo no a deprimiros (esa no era mi intención) sino a pensar y a cuidar de los vivos. Los muertos ya no necesitan ayuda, aparte de oraciones, claro.

PD: a quién haya llegado hasta aquí, sin hacer trampas, le regalo un buñuelo, virtual, claro. ¡A vuestra salud!

Última edición por Verandris; 29-oct-2011 a las 01:31.
 
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Interesante adaptación de las fases clásicas del duelo a la digamos pequeña muerte que supone en nuestras vidas tener alterada o disminuida la capacidad para relacionarse con otras personas.

En mi caso, no hubo fase de negación. Cuando mi vida social 'se murió', el bloqueo y sus consecuencias eran tan globales y evidentes.. pasé directamente al desconcierto, la depresión y la ira y ahí pasé años y años. La aceptación consistió en readaptarme a lo que había.. estaba completamente solo y no era capaz de cambiarlo, asumirlo y tratar de convivir conmigo mismo en esas condiciones.

La aceptación trajo paz.. la depresión y la ira se fueron, aunque daban alguna punzada de vez en cuando pero de forma sostenible. Mi paz se basaba también en carecer de metas y espectativas, y al no haber ansiedad por conseguir cosas o presión por hacerlas bien, mi habilidad social se fue recuperando en parte, a su ritmo.. cuando la suerte proporcionaba un entorno no hostil.

Y ahí estamos.. mi entorno social es básicamente el trabajo, donde me llevo bastante bien con casi todo el mundo. En lo personal sigo bastante aislado, sin amigos ni pareja pero también sin ansiedad por volver a tenerlos. Digamos que no estoy 'despierto' del todo pero tampoco en coma, un estado parcial intermedio
 
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Interesantes reflexiones... pero pienso que no todos tenemos que ceder ante una situación que nos hace sufrir, cada persona será un mundo...
 
Antiguo 29-oct-2011  

Evidentemente has llegado al ecuador de tu vida. Lo se porque a mi tambien me ha pasado.

Ahora nos quedan dos opciones : una, que por ley natural , nos ha de llegar, ( me refiero a la opción del camino con el piloto automático puesto, que llevará nuestras vidas a un destino, si , ese que aunque no está escrito, esta vivo y va por si solo, lo mismo que vuela un pájaro o respira un ratón ) y otra que es en la que se supone que debemos hacer hincapié para no tener remordimientos : esa en la que ya sabes lo que te espera si no mueves ficha.
 
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Cita:
Iniciado por Verandris Ver Mensaje
hace unos años una chica pensó que no había estado nunca en Bilbao (cinco años) porque me pidió unos detalles sobre el puente de Portugalete que no pude recuperar a tiempo... pensó que era un mentiroso.
Eso solo demuestra que la chica no servía para detective ni para fiscal en un juicio. Llevo mis 41 años de vida en Barcelona y creo que conozco mejor los detalles del Segundo Templo de Jerusalén que los de Plaça Catalunya. Cuestión de intereses.
Me parece que deberías bajar el nivel de autoexigencia. Es un pecado torturarse en base a impresiones de tí mismo y de los demás que tu crees razonables y que en realidad no tienen fundamento.
 
Antiguo 29-oct-2011  

No quería ponerme excesivamente melodramático pero es la estación que acompaña. ¡Gracias por los comentarios!

Danimotero: tu opción es lo que busco ahora, tratar de no obsesionarme con metas y "hojas de ruta" totalmente artificiales y exigentes. Dejar pasar las cosas a su ritmo y no preocuparme por unos objetivos que quizá no estén hechos para mí.

Nenita25: evidentemente eres más joven que yo. Está fuera de toda mi intención tratar de imponer mis decisiones personales a los demás. Sin embargo, creo que llegarás (espero que no) a un punto en el cual veas que ya has luchado mucho y es necesario darte un descanso. ¿Será la edad? Tal vez. Ya te digo que ojalá puedas satisfacer todas tus metas y hagas cierta esa frase de "el cielo es el límite".

Esto me recuerda una frase de Konstantin Eduardovich Tsiolkowski:

"Si de noche lloras porque de día no has podido ver el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas"

Existen otras pequeñas recompensas que quizá no veamos, tratando de buscar afanosamente la grande y luminosa victoria del amor. Eso es lo que trato de decir. Sin embargo, si tú puedes llegar al sol y casi tocarlo con tus manos, adelante. Por mi parte, he de reconocer que, como Icaro, tengo las alas quemadas.

Eksdargo: pienso que la clave es no hacerse demasiadas preguntas sobre el destino, las decisiones vitales, el qué fue y qué pudo ser. Sin embargo, a mí me sale solo. Creo que es eso de la autoconsciencia a lo que hacía referencia antes. Es toda una maldición.

Ojalá fuese como los pajaritos o como el entrañable Sam de la maravillosa película "Yo soy Sam", interpretada por Sean Penn, que sólo en contadas ocasiones era consciente de la oposición tan férrea que esta sociedad pone a que un discapacitado intelectual pueda ser padre de sus propios hijos. La mayor parte del tiempo vivía en una nube que le impedía distinguir los matices y la complejidad de la vida social y natural pero también le protegía en una especie de semi-inconsciencia infantil que yo muchas veces he envidiado. Aprovecho para recomendar esta película encarecidamente. Creo acertar si digo que no hay ser humano en este planeta al que no se le conmueva el corazón viendo esta gran obra.

Garaitezin: buen consejo ese de bajar el nivel de autoexigencia. Eso es lo que trato de hacer. !Un saludo!

Última edición por Verandris; 29-oct-2011 a las 14:55.
 
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Iniciado por Verandris Ver Mensaje
No quería ponerme excesivamente melodramático pero es la estación que acompaña. ¡Gracias por los comentarios!

Danimotero: tu opción es lo que busco ahora, tratar de no obsesionarme con metas y "hojas de ruta" totalmente artificiales y exigentes. Dejar pasar las cosas a su ritmo y no preocuparme por unos objetivos que quizá no estén hechos para mí.
Peligro. No lo mencioné esta vez pero si lo he comentado otras.. estancamiento. Mi vida es relativamente cómoda y llevadera, pero no se mueve no evoluciona. El día que viene la punzada de tristeza casi lo agradezco porque supone una ruptura de rutina, con su puntito de melancolía romanticismo y tal
 
Antiguo 29-oct-2011  

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Iniciado por Verandris Ver Mensaje
Lo he pensado mucho. Igual mañana no pensaré lo mismo porque es duro reconocerlo...

Tengo 37 años y he vivido todo este tiempo tratando de negar mi situación. Ya va siendo hora de que deje de esconderme y reconozca lo que me sucede, para así poder exigir un mínimo respeto a los demás y ayudar a que descubran que no soy ni idiota, ni raro, ni difícil de tratar.

Tengo un problema hormonal serio y crónico que ha afectado mi vida drásticamente. Siempre me he considerado una persona perfectamente normal y así me lo han recalcado mis padres siempre. Pero jugaba en desventaja con competidores fuera de mi alcance.

De pequeño era un niño mono, agradable y muy querido. Con problemas de salud, aceptación por mis iguales y también de cierto aislamiento buscado. Cuando llegó la adolescencia, un acontecimiento barrió lo poco que había logrado hasta entonces. El descubrimiento de la sexualidad supuso un cambio tan drástico que literalmente me volvió loco (si bien gradualmente).

Hasta entonces yo había tenido relaciones con niños y (pocas) niñas en total igualdad. Pero ahora esto sería distinto. Me había convertido (como todos los adolescentes) en poco menos que un zombie sediento de afectos, cariño y, como no, sexo. Pero, por más que lo intentaba, nunca lo conseguía... porque carecía de las herramientas necesarias. Esto se ha perpetuado hasta la actualidad.

Debo aceptar que, por mi exceso de sudoración, la eritrofobia, los sofocos, tan visibles por todos, que me hacen TAN vulnerable al escrutinio ajeno, no puedo reunir una compostura y una seguridad TAN trascendental para poder aparentar ser algo ante una mujer.

Del mismo modo que el ser humano ha descubierto no ser el centro del universo a lo largo de estos últimos 500 años, yo también he tenido un viaje de descubrimiento y de constatación de que ni era tan guapo como yo creía (cada vez menos, es evidente), ni tan inteligente, ni tan normal. La enfermedad, si bien controlada medicamente, ha contribuido a moldear una personalidad tambaleante, insegura, humilde y modesta. No podía ser de otra manera.

Y aquí llega la segunda etapa, la de la ira. No puedo tragar la idea de que no soy una persona digna de respeto entre mis congéneres, me crispa el hecho de que haya personas a mi alrededor que piensen que soy un imbécil. Que mi estatus social sea equivalente al de un muñeco dummy. Que me vea totalmente impotente a la hora de luchar por mis ambiciones y mis intereses.

En mi caso, el cuarto punto, la negociación, es lo que falta y de lo que trato de hablar en este post. Debo, me va la vida en ello, ser más consciente de mis limitaciones y poder tolerarlas de manera no autocomplaciente sino con una ambición a medida, que me permita cumplir unas metas pero no otras. Y que no pase nada porque no llegue a esos para mí insalvables límites.


Tengo bastantes planes para hacer, muchos propósitos de enmienda y perfección. No voy a cumplirlos todos y uno de los más importantes, el que suele dar sentido a muchas personas, pues parece que ha de quedar relegado. Aceptar eso lleva mucho tiempo pero debe ser así. Por mi bien. Sufro mucho tratando de alcanzar algo que no está hecho para mí. ¿Es justo ese desvelo?

No puedo competir, lo veo día tras día. Así que recojo lo ganado y pienso disfrutar de lo que me pueda dar la vida. Cuando vea fotos de bebés sabré (siempre lo he sabido, de alguna manera) que precisamente una de las personas más aptas para dar cariño y comprensión en vez de golpes y malos tratos, a un hijo, se perderá para siempre esa oportunidad... como lágrimas en la lluvia (parafraseando a cierto personaje de ficción).


Yo ya sabía que no iba a poder tener descendencia. El cuerpo humano, habiendo aceptado esto, sabe de algún modo que el imperativo biológico no se va a ver cumplido y cae en barrena, produciéndose depresión, rechazo de nuestra imagen corporal, apatía y conductas suicidas. No es ninguna sorpresa si digo que el envejecimiento comienza justo cuando hemos tenido la oportunidad de procrear (en torno a la treintena ya ha habido MUCHAS posibilidades). Afortunadamente el ser humano es más que sus instintos y sobre todo a partir del siglo XX, que ha podido cruzar la barrera de la mortalidad y llegar a edades antes inconcebibles, lo cual muchas veces puede convertirse en una putada.


El otoño, la carencia de luz solar, el frío... siempre pasa igual.
Yo personalmente NO quiero tener hijos. A mis 40 años todavía no he podido criarme a mi mismo. Criar dos, en mi caso, sería ponerme a disposición de las fauces del lobo. Sería una tarea por partida doble, y puede que esa personita me trate incluso peor que mi ascendente.

Todos mis sueños de juventud , de mejora, de intentar llegar "a", no se han cumplido. Solo el pasar de los años me ha hecho mas maduro, y mas consciente de quien soy y de a dónde no iba. Llegado a este punto ya no espero grandes éxitos sociales y personales. Solo me queda atisbar un horizonte, plano e inclinado hacia abajo, y con mi frente ya arrugada.

Y te voy a decir cual es : enamorarme de una mujer. Solo si ella me llegase a querer en la misma proporción que yo la quisiera a ella, y por que ella me lo pidiese, y no hubiera manera de hacerla cambiar, solo, y digo solo, accedería a tener un hijo.

Desrgraciadamente, me han robado muchos años de mi vida. La que me quede quiero que sea mejor, sin muchos problemas y con muchísimos ratos de alegría. Ya solo me mueve esto. Rozar algun tipo de felicidad. Y dejarme llevar ; pero acompañado, nunca mas solo.

No aspiro a aquello que debió llegar en su día, refiriéndome a la mujer, su atractivo y todo aquello que conllevaba la juventud. Pero sí tengo una meta.

Hazte un favor, y ponte metas.

Supongo que ahora sí me habrás entendido. Estoy en el ecuador.
 
Antiguo 30-oct-2011  

Lo que planteas es interesante, y dependiendo del momento en el que estés, también puede tener su base sólida y su razón.

No obstante, yo creo que nunca hay que renunciar a la felicidad. Prefiero vivir en una lucha continua conmigo mismo antes que claudicar a estar muerto en vida. No quiero vivir en un estado de no tener sentimientos, de que me dé igual si voy o vengo. Jamás volveré a pasar por la situación de pensar en ir a ver algún partido y no hacerlo porque me da igual. Ya he pasado por eso, y sé que no voy a volver a esa etapa. Aunque vaya cumpliendo años.

Seguiré buscando gente de confianza, aunque cada vez las cosas se vayan complicando más. Seguiré poniendo buena cara y ayundando a quien merezca ser ayudado. Aceptaré mis limitaciones, pero lucharé por intentar, sino eliminarlas, si minimizarlas. Cada golpe que me dan me hace más grande.

Estoy en un punto de no retorno. He evolucionado de una manera diferente a la gente que debería ser mi entorno. Hoy he tenido una cena con mis "amigos" de la infancia y me he dado cuenta de que el tiempo no ha pasado para ellos. Hacen su vida, pero realmente, es esa la vida que yo querría vivir? No. Quiero otra cosa y la sigo buscando. Y me quito complejos y miedos, a pesar de que sea consciente de mis limitaciones. Y sigo buscando estímulos, y sigo tratando de conocer gente a pesar de no tener una vida social muy activa (sobre todo los fines de semana a la noche).

Aunque haya pasado tiempo, me he dado cuenta de muchas cosas. Debemos canalizar el paso del tiempo para intentar eliminar caminos y encontrar lo que realmente nos gusta. Encontrar metas y objetivos es lo que nos mantiene vivos. Mi objetivo es ser feliz. Y aunque no lo sea plenamente, si que soy mucho más feliz que hace 4 o 5 años. Me he dado cuenta de muchas cosas. De cómo estaba "acomplejado" por una gente, precisamente algunos de mis "amigos" de la infancia que no me llegan a la suela de los zapatos. De acuerdo, he perdido oportunidad de hacer muchas cosas, he perdido parte de mi vida, pero realmente, es dónde están ellos donde a mí me gustaría estar? La respuesta es rotunda. NO. Yo quiero otras cosas y sé que tengo que seguir buscándolas. Tengo que seguir buscando mi felicidad. Vivir mi vida. Tal vez, cuando era pequeño pensaba que mi vida iba a ser de una determinada forma, y cómo la vida nos ha llevado por caminos diferentes a cada uno, he tenido que reinvertarme. He conocido a gente de un sitio, de otro, relaciones tal vez sueltas, pero que trato de mantenerlas a pesar de que me cueste mucho. Porque son gente que me interesa.

No he tenido el entorno que quería, ni la vida que quería, pero eso no quiere decir que haya nacido para ser infeliz de por vida. Es más tengo derecho a ser feliz. EXIGO SER FELIZ, y no voy a parar de luchar hasta conseguirlo. Creo que he encontrado el camino y voy a muerte por él. Aunque me tenga que llevar casi toda la vida que he vivido por delante (imposible renunciar a mi familia y eso me impide ir todo lo rápido que quisiera, pero estoy intentando hacerles entender cómo soy (no es nada relacionado con la sexualidad) y qué es lo que necesito para ser feliz).

Tu argumentación Verandris es interesante, pero no hay que rendirse nunca. Tú hablas cómo si estuvieras derrotado. La vida te ha podido. Mejor dicho, las personas que no merecen la pena (y que no te merecen) te han vencido. No dejes que pase. Yo no dejo de hacerlo. Voy a muerte. Es una manera de decir a la gente que no me ha tratado como yo merezco que les voy a ganar. Y eso me estimula y me da fuerzas para seguir adelante.
 
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