Le interesa su gato/a...
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Yo realmente creo que ese tipo de sensación no es más que una coraza que a uno a veces le gusta llevar encima, es imposible dejar de sentir -a menos claro que se sea un psicópata- si las emociones tienen la capacidad de llegar a ser abrumadoras ¿qué mejor -en teoría- que negarlas y/o racionalizarlas hasta el cansancio? Sacrificar según nosotros la capacidad de sentir con la ilusión de por fin ser prácticos...Pero es que ja,ja,ja esto lleva a una situación casi que cómica porque nunca podemos, porque todo es lo mismo, se siente dejando que lleguen sin más y se siente cuando pensamos y pensamos cómo dejar de hacerlo, jamás les hayamos justificación por eso aparecen los episodios de 'malparidez' repentina. En el peor de los casos, la posibilidad de que por andar en negación arremetan cada vez con más fuerza.
Por lo que comenta parece más bien que ese es el muro que usted ha levantado por experiencias pasadas no tan agradables, lo cuál no es malo, quiere decir que algo ha aprendido en su camino, siempre es recomendable ser prudente y conservar algo de distancia si se tiene más bien una naturaleza sensible, pero todo en extremo es malo, sobre todo si empieza a acostumbrarse a actuar de tal manera hasta llegar al punto en que no se reconoce o piensa como en su caso:
Me estoy convirtiendo en lo que precisamente no quería ser...
Se supone que lo que hay que hacer es aprender a cómo lidiar con ellos de maneras sanas, pero eso supone esfuerzo: esfuerzo para sobrepasar la rabia y la frustración.
Con el tiempo, diría que uno sí tiende a endurecerse un poco o tal vez a reaccionar de acuerdo a tal o cual situación, quizás porque las cosas que antes importaban ya no lo hacen tanto y viceversa.
Póngase a mirar bien y se dará cuenta que sí que siente.
«El dolor es extraño. Un gato que mata a un pájaro, un coche accidentado, un incendio…
Llega el dolor, BANG, y allí está, se introduce en ti. Es real.
Y a cualquiera que te vea le parecerás un imbécil. Como si te hubiera caído una idiotez repentina»