Los suprimiría. No los soporto, y menos si vienen acompañados del puñetero fútbol por la radio. No me vale la explicación de que “el domingo no le gusta a nadie porque al día siguiente viene el lunes y hay que trabajar”. A mí, aunque el domingo me pille de vacaciones, me deprime. ¿Y los festivos? Si un festivo cae en miércoles, ¿Qué sentido tiene que me deprima? ¿Que al día siguiente tengo que trabajar? No me cuadra. Hay algo más. ¿Será la necesidad de encontrar gente por la calle? Pero si los domingos también hay gente! ¿Será la necesidad de sentir que el mundo está activo por si tengo que recurrir a él? Lo digo porque si un día soy yo solamente el que libra, por cualquier motivo, la sensación no es la misma. Sé que le pasa a mucha gente, pero sospecho que a mí me afecta mucho más de lo normal, que hasta me pasan cosas terribles por la cabeza en esos días. Por la tarde es cuando más intenso es, pero al llegar la noche y la cena, va mitigándose, como una especie de alivio. Mi teoría es que de pequeño no soportaba la convivencia familiar de los festivos, que es cuando mis progenitores más discutían y se peleaban. Si alguien con nociones de psicología puede darme una explicación plausible, soy todo ojos...