Somos como notas discordantes de una melodía alterada desde un absurdo origen, por eso no compite con nivel de vibración de los demás; no derrochen su tiempo en los látigos de sentirse mal por no encajar, quiéranse más a sí y no a quienes nunca se dan cuenta de todo lo que hacen (además que nunca se los van a agradecer), quítense las máscaras y la actuación, las risas y sonrisas falsas, emito la propuesta no de curar las llagas de la timidéz extrema, que en un plano superior le sigue la del pensamiento sobre el absurdo; sólo para minificar un poco la carga del dolor.
Aveces la melancolía es placentera, una pequeña batalla se gana con lágrimas cuando el vacío nos ilumina en pequeños centellos oscuros; el quejarse catártico e interminable es a veces irónicamente agradable para nuestras legiones interiores, inclusive, cuando no hay razón objetiva para agachar la mirada y refugiarnos en el lecho, ansiamos el poder de la tristeza o de la ira para hacer la carga algo existente y con sentido.
Cuando no hay infamía exterior, nuestra propia necesidad de sentirse vivo crea desde nuestras legiones la necesidad de la amargura. Es cierto que el rechazo es desde fuera de nuestras órbitas, pero esa no es toda la realidad, mas que la que nosotros le damos.
Habitan dentro de nosotros miles de yoes, y el yo dominante es el que se ha creado con nuestra vida, nuestras sensaciones, nuestra educación en casa, y el nivel de sensibilidad emocional que cargamos desde nuestros genes; pero el MI, está aún dormido y dominado por un mayático velo.
Jamás se termina con la terrible legión, pero el Mi minimiza la afección de los yoes, y aún el Yo dominante que también es tan irreal como el todo.
Nuestro combate es sin pelear, la dominación ulterior es una pacífica quietud desde el Mi, poco a poco saldrá a flote la verdad y te defenderás de los demás; no muestres la máscara, muchas veces no hace falta.
Nos aflige el afligido y nos da consejos el desamparado...
Todo afuera carece de sentido, el reloj, el sistema solar, y la misma tierra son redondas, todo es un samsara que jamás termina, pero podemos elevarnos hacia una espiral ascendente, y para ese cambio se necesita la transmutación ulterior, un darse cuenta y una ráfaga de comprensión.
En la oscuridad hay pequeñas luces; estando abajo puedes levantarte, una alquimia psicólógica se da en el crisol de la amargura y la desesperación; siempre es el mejor comienzo del experimento del trabajo al que venimos verdaderamente, y la aurora resplandecerá aún en nuestro vacío.
No usen máscaras por quienes no lo merecen ni comprenderán, muchos normales usan más máscaras, es su maquillaje entre sus fiestas.
Ellos mismos no se soportan a sí mismos, porque están huecos, deben de buscar el rebaño para sentirse cómodos y no ver más hacia dentro su propia nadidad que se produce con escasos minutos de soledad.
Su hipocrecía es el resultado definitivo que usan convencionalismos bajo sus máscaras. Conózcanse a sí mismos, aviéntense al vacío para nadar después en las aguas del Nepente, volver a la esencia y serán los maestros.
Cuando los químicos cerebrales no es la causa, y las terapias tardan en dar resultado, la opción es ayudarse a sí mismos sólo a base de la razón objetiva y lógica. Conquista tu propia provincia para gobernar la legión, ese es el verdadero significado de estar pisando ésta frontera límbica llamada tierra.