Las multinacionales españolas de la energía, líderes mundiales en sostenibilidad
Pedro Ramiro
El Índice Dow Jones de Sostenibilidad trata de seleccionar a las grandes compañías que son socialmente más responsables, atendiendo, en términos generales, a criterios sociales, legales, laborales, de actividad económica, así como de respeto y defensa del medio ambiente. Este ranking se viene publicando desde hace siete años y, en la actualidad, incluye a 318 empresas, seleccionadas entre las que pertenecen al Dow Jones World Index, en el que están representadas 2.500 corporaciones de todo el mundo [1]. Para su elaboración, los expertos de Dow Jones tienen en cuenta la dimensión económica, la medioambiental y la social, que a su vez se desglosan en una serie de criterios específicos para cada sector.
En 2006, cinco empresas españolas se han sumado a este índice de sostenibilidad: Iberia, Indra, Red Eléctrica, Repsol YPF y Unión Fenosa. Así, teniendo en cuenta a las multinacionales que ya estaban presentes (Abertis, BBVA, Santander, Endesa, Gas Natural, Ferrovial, Iberdrola, Inditex y Telefónica), el mercado español tiene un total de catorce corporaciones en la lista de las más sostenibles del mundo [2].
Si hiciéramos caso a esta clasificación, en la que Repsol YPF es la petrolera con una gestión más transparente, Endesa es la primera eléctrica del mundo en cuanto a sostenibilidad y Gas Natural es la gasista con mejor puntuación medioambiental, la conclusión tendría que ser evidente: las empresas multinacionales españolas de la energía son las más sostenibles del mundo.
Sin embargo, echando un vistazo al currículum de estas compañías en América Latina se puede ver que sus formas de actuar son de todo menos sostenibles.
En este sentido, Repsol YPF, que ha obtenido la máxima puntuación del sector petrolero en “transparencia, ecoeficiencia y desarrollo del capital humano” y “un sobresaliente por su relación con las comunidades de los países en los que desarrolla su actividad”, se caracteriza por acumular una enorme deuda ecológica y social por todo el continente [3]. En países como Argentina y Bolivia, entre otros, se han producido fuertes movilizaciones y protestas contra la transnacional española que, además, actualmente se enfrenta a una campaña internacional en su contra [4].
Según se indica en el informe, Unión Fenosa, que -al igual que Repsol- se incorpora este año al ranking, “tiene un comportamiento muy destacado en la política y el informe ambiental, las actuaciones en biodiversidad, los proyectos de infraestructuras en renovables, el desarrollo del capital humano y la responsabilidad y las acciones sociales, así como la gestión de riesgos”. Mientras tanto, la multinacional eléctrica española acumula denuncias en su contra y -de nuevo como la petrolera Repsol- es objeto de acciones de movimientos sociales de varios países contra ella [5].
Finalmente, tenemos el caso de Endesa, que por sexto año consecutivo ha sido considerada como la mejor compañía eléctrica de todas las que pertenecen al Índice Dow Jones de Sostenibilidad. Entre los factores en los que Endesa ha alcanzado sus valoraciones más elevadas destacan “los relativos a códigos de conducta, relaciones con clientes, política medioambiental, estrategia de cambio climático, seguridad y salud laboral y acción social”. Sin embargo, hay otras versiones menos dulcificadas de los efectos que ha supuesto la implantación de la empresa en diferentes territorios indígenas y parques naturales [6].
En cualquier caso, más allá de lo discutible que pueda resultar el calificar como sostenibles a empresas generadoras de graves impactos sociales, ambientales y culturales, lo que está fuera de discusión es que las propias compañías le han sacado una gran rentabilidad mediática a este hecho. Sirva como prueba el anuncio que insertó Endesa en la prensa unos días después de conocerse su posición en el ranking de las multinacionales más sostenibles, en el que se vanagloriaba de su condición de líder mundial en respeto y cuidado medioambiental
En contraposición al marketing que hace esta multinacional eléctrica dirigido a los consumidores españoles, tenemos la campaña publicitaria que la misma empresa ha lanzado en Chile, a través de su filial Chilectra. Como queda patente, los anuncios publicitarios no defienden valores, sólo buscan atraer a clientes y aumentar los beneficios de la compañía. Por eso, una misma transnacional juega al discurso verde en nuestro país mientras en Chile, al mismo tiempo, anima a la población a que gaste toda la energía que quiera y pueda.
Pedro Ramiro
Observatorio de Multinacionales en América Latina
Asociación Paz con Dignidad