Habíamos ido a comer unas pizzas con tres de mis amigos. Todo iba bastante bien, a pesar de estar muy cansado porque hacían ya más de 30 hs que no dormía (salvo por algunos pequeños descansos intermitentes). Charlábamos de todo un poco, a veces la conversación se tornaba interesante -para mi sorpresa, más que lo de costumbre- y podía aportar sin necesidad de estar fingiendo el entusiasmo. Tartamudeaba un poco, supongo que por el cansancio y por el hecho de estar comiendo rodeados de gente (aunque el restaurante no estaba demasiado lleno).
Cuando ya hacía un tiempo que nos habíamos saciado, uno de ellos me recordó que tenía la intención de salir a un bar-discoteca a tomar unos tragos junto con otro chico que no estaba presente (al que conozco pero no soy muy allegado) y a otro de los presentes que se sumó en el momento a la iniciativa. La semana anterior yo le había dicho que contara conmigo, pero... Ahora tocaba darle la negativa.
Grande es el esfuerzo que me demandaría algo así, ya sé yo muy bien a esta altura lo que implican exactamente ese tipo de salidas: aburrimiento e incomodidad en gran medida. Música a todo volumen, luces, humo, alcohol... genial. Yo no digo que me desagrade
en sí todo eso, no. Pero todo tiene un fin concreto, las discotecas y ese tipo de antros están hechos con un propósito específico. ¿Para qué ir si no voy a buscar eso, entonces?
Ir un grupo de cuatro varones a un discoteca a "tomar unos tragos y mirar chicas" se me hace de lo más inútil, aburrido y triste. Esos lugares están hechos para levantar, "ligar" o "buscar rollo" como dicen en otros países. ¿Pretenden que me entusiasme la idea de tomar tragos en una barra, forzando estúpidas risas en respuesta a inaudibles comentarios -que si se oyen son insoportablemente insulsos, dicho sea de paso- de mis amigos, sintiendome miserable observando la belleza de chicas que no me animo a abordar? No sé como pretenden que se los explique, pero no; ya he cometido mil veces antes el error de decir "si" para conformarlos y luego tener que arrepentirme de mi decisión.
No tiene caso, si no me siento capáz de encarar a una chica para seducirla, no tiene ningún sentido ir a uno de esos lugares. "Para ver gente, salir un poco", dicen. ¿Para qué quiero ver a esa gente?, ¿para qué quiero salir a ese lugar precisamente? Que duros son; que las discotecas son para ligar. Si yo, que conozco bien (o relativamente bien) mi estado emocional y psíquico,
sé que no me voy a atrever a eso, que no me siento capáz
ahora de hacerlo.. ¡No tiene caso que vaya allí a perder el tiempo!
Y no sería tanto si solo se tratara de perder el tiempo. Lo grave es que la situación me pone vulnerable, es propicia la pérdida de la compostura y la aparición de las depresiones. Que: "¿cómo es posible que no te animes a hacercartele a una mina?", "¿Cómo es posible que seas tan inseguro?", "Que ya a esta edad.. ¿y para cuando entonces?", "¿Cómo lo vas a solucionar?", "¿En verdad tiene solución?", "¿Cuándo te vas a deshacer de tantos complejos?", bla bla bla. Así empieza a bombardearme mi mente, y anda a pararla una vez que empieza...
Para colmo se añaden relatos de las conquistas y seducciones del "winner" del grupo. Ahora está de novio, y no va a participar de la salida. Pero no por eso se priva de hacer gala de sus vivencias. Está muy bien, él no lo hace de mala intención. Hasta me alegro de tenerle como influencia, siempre se puede aprender de cualquiera. Pero en este momento no me hace gracia, porque mi mente aprovecha todo para querer atacarme. No es culpa de nadie más que de mi mismo.
Los otros no van a ir de ligue, porque ellos en cambio no son ningunos "winner". Por eso decía yo: ¿con qué fin ir allá? Así que no cuenten conmigo.
Ahora lo complicado es mantener la compostura. Eso basicamente significa no empezar de nuevo con lo de sentirme inferior.
Yo tengo un plan, una serie de objetivos que sé que me van a sacar del pozo en el que me encuentro. La compostura sirve para no desesperar por la lejanía de la meta ni por lo largo del proceso; para mantenerse firme y avanzar con decisión y tranquilidad; para no caer en la miseria y el llanto.
La compostura sirve para no creerme menos digno por estar dentro del pozo.
El orgullo debe brillar cual sol en el firmamento de mi alma, es el lucero que me guía por el sendero de la vida. No soy menos por tener mis dificultades, las asumo sin verguenza. Lo que queda por hacer es luchar pacientemente sin perder la compostura. Nada más.
Ojalá que la vida me sorprenda, y llegue algún día a encontrar a aquella verdadera compañera sin necesidad de ir de "ligue" a ninguna estúpida discoteca. ¿Pero y si la vida no me sorprende?
Además, siempre es bueno superar los miedos, más allá de la utilidad que eso tenga.
Hoy pudo haber sido el punto de inflexión a partir del cual cambiara la buena racha que venía teniendo estos últimos días para entrar en uno de esos períodos depresivos. Que bueno que mantuve la compostura, y pude evitarlo. No quería echar a perder este estado tan positivo que me permitió desenvolverme hoy con una soltura sin precedentes en la universidad.. (sin embargo no me emocioné sobremanera por ello, y tapoco me dejé caer en el hábito enfermizo y compulsivo de repasar cada detalle de mi actuación social para remarcar mis errores y autoflagelarme con ellos, frustando así todos mis logros. Que bueno que supe mantener la compostura también en ese momento)
En fin, tenía ganas de contarlo. Gracias por leer a quién leyó