Desde que era pequeño, mi madre me hace el colacao por las mañanas.
Coge la taza, le hecha el colacao, luego la leche, la mete en el microondas, y cuando esta listo, me lo remueve con la cuchara y me lo sirve. Yo me lo bebo, y me quedo sonriente con un bigote de cacao encima de la comisura de mis labios.
Yo creo que toda madre tiene la obligación de hacerle el colacao a sus hijos.
Pues bien, el otro día empecé a trabajar. Trabajo dentro de un barco, haciendo el mantenimiento de toda la maquinaria, y tardamos días e incluso semanas en llegar a un puerto. Mientras, estamos en alta mar.
Un día me levanté por la mañana en el barco en alta mar, Y NO ESTABA MI COLACAO. Me pareció indignante que mi madre ese día no me lo hubiese hecho. Así que la llamé, y le pregunté que por qué no había venido a hacerme mi colacao. Ella me respondió que estaba muy lejos, y que para ir donde yo estaba, tendría que tardar mucho hasta llegar y tendría que llegar en lancha.
¡¡¡Será posible!!! ¡Qué poca consideración con un hijo! ¿No os parece? Le dije que viniese en helicótero si hacía falta. Pero que en diez minutos, o como mucho, en media hora, tenía que estar encima de mi mesa un colacao preparado por ella.
Me respondió que no era posible, y que ya era lo bastante mayor y que me lo hiciera yo solo.
Inadmisible. Qué madre más mala. ¿Qué como yo hoy entonces? La delicada piel de mis manos es indigno que toquen una cuchara, que a saber quien la habrá usado antes. Y desconozco las variables como la velocidad, la presión, etc que hacen falta para remover el colacao. Eso solo lo sabe hacer ella, gracias a años de experiencia.
¿No os parece indignante? Estoy pensando hasta en cambiar de trabajo e irme más cerca de donde está mi madre.
¿Qué opináis vosotros de todo esto? ¿Qué es lo que debería hacer?