Me encantó un debate que vi hace unos días en CNN+ sobre este asunto. Un psiquiatra (sí, señoras y señores, hay psiquiatras que saben de lo que hablan
) explicaba razonadamente el porqué tenía la convicción de que habían sido los padres los causantes de la muerte de la menor y la causa de que hayan creado toda esta historia rocambolesca.
La ley inglesa es muy taxativa en este tipo de casos, si unos padres por negligencia dejan morir a una de sus hijas, se les priva de la custodia de los otros críos. En otros países, como el nuestro (¡cómo no!) las decisiones judiciales son más laxas en estos casos. El miedo (comprensible) a la pérdida de sus otros hijos es la principal causa.
La segunda que exponía era que, al ser católicos de fuertes convicciones (van a misa todos los días), el sentimiento de culpa es tan grande que no pueden reconocer públicamente su gran crimen. En este sentido, el ir a ver a Benedicto XVI fue interpretado como una petición de perdón implícita a Dios.
Son solamente hipótesis, pero me convencieron bastante por su argumentación. Por otro lado, habló de como nuestra sociedad mediática es capaz de convertir a una niña en un símbolo del que toda Europa espera conocer su destino cuando hay unos 600.000 niños desaparecidos en todo el continente. Sin embargo, del caso de Madeleine se ha llegado a discutir en el Consejo de Ministros de la Unión Europea. Paradójico.