El carnaval debe su éxito a lo poco exigente que resulta y los muchos réditos que da. Puede inflamar una fiesta y hacerla sostenible sólo por el hecho de velarse el cuerpo en algún atuendo gilipollesco con el que no hace falta ni sentirse identificado. Se han visto a canis disfrazados de Sócrates y aupando la mayéutica a una nueva dimensión de la merma mental. La resaca de la fecha es prolongada en redes sociales, y motivo de chanza para posteriores salidas. La gente necesita algo de qué hablar, y el carnaval hace que el chupismo y la autofelación alcancen máximos paroxísticos, pues uno tiene siempre la impresión de haber partido la pana esa singular noche.
-No somos cinco gordas rancias. Tenemos CARISMA. En carnaval nos comemos la noche (literalmente jum jum)
Carnaval es la noche de la indulgencia humana. Es la noche donde las personas recobran un tímido halo de esperanza con su más vulgar esencia. Todos creen una noche diseñada para ellos y su original indumentaria. Recobran autoestima. Puedes ser el más marginal personaje del grupúsculo, que alguna broma se te rendirá, y se vigorizará así esa fantasía de un protagonismo arrollador gracias al disfraz que usaste en sexto de primaria y al que tu madre le ha cosido las costuras que saltaron tras embuchártelo como una morcilla.
-Eh, vamos como muy as a very bad boys así vestidos de tíos de Truman Cipote. ¿La chupáis bien, jipis piojosas?
-Jijijij make love not waaar.
El carnaval hoy día es apreciado como moda
vintage. Todo lo ochentero y de mal gusto está reflotando como mierda que se resiste a ser tragada. Como toda moda retro de hoy, se la ha apropiado toda esa gente que con escarceos en el síndrome de Peter Pan, no deja de ser gente guay, solemne y madura. Gente que se hace la cosmopolita en Facebook, que entra en ese espectro tan amplio de población y que tiene gustos pretendidamente originales dentro de la masificación. O sea, que llevar unas
Vans es una pasada, y ese tipo de cosas que ustedes saben.
-¿De qué vais, chicas?
-Nu sé, man disho que de CharlisTerón o algo asine. Jijijij.
Carnaval es uno de los máximos borreguiles en el año de interrelaciones sociales. Es todo como un gran despropósito, algo que excede las capacidades individuales de los participantes. Un carnaval veneciano vendría a ser algo romántico; es la excelsitud, la consecución del fondo y de las formas. Un carnaval de arrabal como estos que hay por la geografía española, es sólo un vano intento de salir en fotos con la despreocupación de una cara pintada.
El Carnaval es un mito a extinguir. ¿Un motivo de envidia? Se folla igual que cualquier sábado moliente, se bebe lo mismo y los mismos infraseres pueblan las calles. Lo que aquí se cuece es sólo autobombo y mal gusto. Esto no es Río, o como mucho Tenerife, señores. Bajen del pedestal a esta fiesta de gañanes, hagan el favor.