Pues eso, que quiero contaros lo que me pasó hace unos días. Es una historia graciosa, quizás alguno crea que me la estoy inventando, pero es real.
Lo cuento para que todos aquellos que, por el motivo que sea, tienen ansiedad o ataques de pánico, lo lean, se rían un poco y se den cuenta de que todo está en nuestro coco.
Ocurrió este viernes pasado. Había tenido una semana dura en el trabajo y aún no había terminado.
Esa mañana, al llegar al trabajo, el ascensor estaba estropeado y me tocaba subir los cuatro pisos a patita.
No había llegado al primer piso cuando tuve que parar porque me asfixiaba y tenía el corazón a 128...... paré un rato a descansar y traté de llegar al segundo piso.... Nada, al llegar estaba igual, con el corazón a mil por hora y con falta de aire.
Empecé a pensar que lo que tenía era algo relacionado con un ataque cardíaco.....
Total, que allí estaba yo, sentado en la escalera del segundo piso, solo, acojonado, no sabiendo si me iba a dar un ataque al corazón allí mismo y pensando que, si me daba, nadie me iba a poder ayudar....
Mientras pensaba, se me escapó un largo pedo con el consiguiente olor fétido (típico pedo mañanero-cafetero) y, acto seguido, comencé a escuchar que alguien comenzaba a subir las escaleras.....
No me lo pensé dos veces, qué iba a pensar la persona que me viera allí sentado envuelto en olor a cloaca?. Salí escopetado escaleras arriba y llegué hasta el cuarto piso del tirón..... no le pasó nada a mi corazón y yo sigo vivo...
Me di cuenta de que, gracias a aquel inoportuno pedo y gracias a aquel vecino que subía por las escaleras, había salido de una situación que empezaba a resultar más que complicada. Me di cuenta de que todo había sido otra ralladura provocada por la ansiedad.
Esa misma tarde, al salir del trabajo llegué a casa, ya más tranquilo, pues me había quitado de encima unos cuantos marrones. Al llegar al ascensor me paré y me dije a mi mismo: "voy a subir andando por la escalera, a ver qué pasa".
Vivo en un cuarto piso, pero subí los cuatro pisos a buen ritmo y sin parar, hablando por el móvil, contándole mi experimento a un buen amigo.
Al llegar al cuarto piso tenía 103 pulsaciones por minuto. Todo normal.