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Iniciado por una persona
ese comentario no sirve, tienes que tomar un lado, si no para qué posteas...
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Ok, te daré en el gusto.
Soy una persona profundamente religiosa, lo que para mí significa no sólo creer en Dios, sino que también en el alto valor del ser humano en tanto que en su ser encierra en cierta medida a lo divino.
Si sólo supieras esto de mí, pensarías que me atrinchero con los fanáticos religiosos.
Pero no se me escapa que en nosotros no sólo existe lo eterno, lo bello y lo sublime, sino que también coexiste en nuestro interior al modo de una síntesis lo finito, lo despreciable, lo corrompido. En otras palabras, el mismo hombre que se postra en la iglesia a rezarle con fe verdadera a Jesucristo puede ser un pajillero que no para de ver pornografía en su computador.
Por cierto que el que pinto no es un hombre consecuente y capaz de seguir a todo lo largo de su vida una sola línea de pensamiento, pero es un hombre común y corriente, tal como todos los que pisan la tierra. Pues me parece que en todos subyacen los dos extremos: el que busca ansiosamente un asilo divino, y el que sólo quiere los placeres de una paja o algo similar. Lo que sucede es que algunos deciden ahogar uno de estos extremos, y algunos el otro.
Por mi parte, yo asumo mi contradicción en toda su suma tensión dialéctica, y por esto digo que me asqueo de mí mismo, pues ante tal inconsecuencia instalada en lo más profundo de mi constitución como ser humano, no cabe otra actitud. Y lo cierto es que ante los demás también cabe el asco, puesto que no saben asumirse en su plena integridad, como la síntesis que son de lo humano y lo divino.