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Iniciado por Seergi
Quizas si tienen razon... Quizas si soy un inutil y no sé hacer nada bien...
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¿Por qué pretendes engañarte y engañarnos de ese modo? El que cree estar equivocado, ¿no intenta cambiar acaso, siquiera sea querer cambiar? Crees que el error está fuera, en algún sitio. Por eso pides ayuda, porque de igual modo que crees que tu problema está fuera, esperas que de fuera venga la solución. Realmente no creo que estés convencido que eres un inútil. Más bien piensas que si las circunstancias fueran distintas, si todo hubiera ido de distinto modo, tú no tendrías este problema ¿no?. Pues ahí lo tienes; crees que por circunstancias del pasado ajenas a tí, a tu voluntad, ahora te sientes inútil y te sientes, más bien, demasiado presionado por el mundo exterior. Es por lo que te ha sucedido que te sientes inútil ahora, no porque hayas sido o seas un inútil. Te sientes inútil respecto a algo, inútil frente a algo o frente a muchas cosas; no es que te sientas inútil por defecto, por principio. Si no hubiera nada en donde reflejarte, ¿habría esa sensación de inutilidad? Es en los retos, en lo que nos rodea, que sentimos esa inutilidad en nosotros porque lo que nos rodea se nos hace inamovible, inmutable, inmenso, desbordante, abrumador. Ahora, sigue preguntándote, sigue investigando, a ver qué consigues descubrir.
Y Claro que es lícito pedir ayuda. Como ha dicho Nan, si pides ayuda es porque sientes que hay un problema, y por ahí se empieza, por reconocer que algo no va como uno quisiera. Yo soy el primero que cuando me di realmente cuenta de que tenía un problema que me impedía llevar una vida normal, tozudamente habían pasado casi 10 años en los que me había negado a pedir ayuda. ¿Qué logré por mí mismo? Nada. Hace unos meses finalmente reconocí que tenía un problema, y grave para mí, y acudí a un psicólogo, y poco o mucho, algo ha cambiado.
Lo que hice durante esos diez años fue dar vueltas y más vueltas alrededor de la misma piedra inamovible que era mi problema, lamentándome sin cesar. Esa piedra acabé erigiéndola en altar de adoración; me enorgullecí de mi propia miseria, la convertí en mi Dios y desprecié a todo aquél que no compartiera mi religión; he aquí lo que conseguí por mí mismo mientras no quise realmente cambiar. Me entregué al culto particular de esa religión que consistía en acumular, acumular y acumular. Acumular conocimientos, acumular rencor, odio, desprecio. Creía que era hacia los demás, pero luego fue también hacia mi mismo, y después acabé aceptando ese auto desprecio mientras de cara a los demás me mostraba como un ser superior. ¿Resultado? En realidad era inseguro y hacia los demás era más y más desconfiado y hostil y despreciativo.
Querer cambiar no es una esperanza, no es un anhelo, no es un ruego. Es un hecho, es un ahora, es una realidad. O te das cuenta que hay que cambiar o no te das cuenta. Y has de ser tú el que se de cuenta de ello. Nadie, nadie va a poder insuflarte el ánimo del cambio. Cuando estés realmente harto, cuando no aguantes más, cuando se vengan abajo las viejas creencias que has mantenido hasta ahora, querrás cambiar. Y eso vendrá por sí mismo, no por mediación de nadie ni porque lo desees, sino por sí mismo, cuando te des cuenta de hasta dónde has llegado, de cuán bajo has caído, de la miseria en que te has convertido y lo triste que es ser así. Entonces es cuando digo que es lícito pedir ayuda, cuando te has dado cuenta.
Y no es odioso, no hay rencor en ese darte cuenta. Se siente más bien tristeza, una... profunda compasión sincera por uno mismo; no esa lástima que es como dar unas palmaditas en el hombro, como rezar un domingo en la iglesia y al siguiente día continuar como si nada. Una compasión por uno mismo sincera, más profunda. Un darse cuenta que uno mismo es algo en cierto modo maravilloso y que merece la pena vivir. Y no estoy siendo romántico y pegajoso. Lo digo en serio. Así es como yo lo sentí.
Un saludo.