Sí la vida, ese transcurrir en el tiempo que marcará en nosotros los peores y mejores momentos de nuestra existencia.
A menudo me planteo por qué es tan sencilla para unos, tornándose dura, incluso amarga para otros. Quizás sea el destino, caprichoso y complicado el que lo determine, no lo sé. O será la diferencia de caracteres, marcados por la genética o por nuestro propio ADN, quizás.....
Lo que sí tengo claro es que el momento personal por el que pasemos condiciona el día a día. De este modo, cuando estamos alegres, confiamos en nosotros, triunfamos en aquello que nos proponemos..... parece que todo va bien. Y digo parece, sí parece porque llega un día que por unos u otros motivos, lo que antes era felicidad se desvanece y con ella todas las ilusiones que antes habíamos plasmado. LLega la apatía, el dolor, la desilusión, y todos aquellos adjetivos negativos que imagineis. Qué contradicción!!!!!!.
Cuando el viento sopla a favor los amigos están ahí, pero al primer revés que te toca todo el mundo se va, provocando según mi opinión uno de los peores defectos que tenemos las personas:la indiferencia. Dudo, si es por miedo, desconocimiento o simplemente la falta de valores la que hace que el hecho de ver de repente algo inesperado, diferente en otro en vez de acercarnos e interesarnos, nos aleje conllevando ello un dolor aún mayor para el que sufre.
Pero también es cierto que el hecho de estar encerrados en nosotros mismos como si fuese una cárcel, agota. Agota el no hacer, el estar mirando como pasa la vida a través del cristal de tu habitación, como pasa un año más y no avanzas....... y es precisamente ese agotamiento el que hace que empieces a mirar al futuro de manera diferente, comenzando por construír un presente, sí un presente esperanzador donde no hay cabida para viejos lastres que enturbiaron un pasado. Toca pues vivir, cuando menos intentarlo.